Desde tiempos inmemoriales, disponer de los 'contactos' adecuados y de una 'información' ventajosa en el momento oportuno ha sido el mejor modo de detentar un ‘poder’ que solo ciertas personas y ciertos grupos consiguen en base a un intercambio de 'valores' y de ‘favores’ que les permiten instalarse en la cumbre. A colación de esta reflexión cabría preguntarse si la empresa que acaba de fichar a Esperanza Aguirre como ‘cazatalentos’ no será la verdadera beneficiada al incorporar a su staff a una mujer de incontables contactos atesorados tras decenios dedicados a la política activa. Que esto sea o no ético es algo que intentaremos analizar a continuación.
Con su salto a la empresa privada, se cuestiona si en verdad Esperanza Aguirre fue honesta cuando, compungida y con lágrimas, anunció su retirada de la política en septiembre pasado argumentando motivos “personales y familiares” (y subrepticiamente motivos de salud: “ustedes saben que tengo una enfermedad seria, grave”) como la causa de su 'difícil decisión', y también aviva sospecha de si su renuncia a la Presidencia de la Comunidad madrileña no fue más que el principio de un plan pergeñado para huir de la debacle que se cernía sobre Madrid (poco después azotada por escándalos y huelgas en la sanidad pública, el Metro y Telemadrid) traspasando no solo poderes sino también una herencia envenenadaa Ignacio González, o al menos una herencia más censurable que la que el PP lamenta haber recibido de Zapatero.
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Con su salto a la empresa privada, se cuestiona si en verdad Esperanza Aguirre fue honesta cuando, compungida y con lágrimas, anunció su retirada de la política en septiembre pasado argumentando motivos “personales y familiares” (y subrepticiamente motivos de salud: “ustedes saben que tengo una enfermedad seria, grave”) como la causa de su 'difícil decisión', y también aviva sospecha de si su renuncia a la Presidencia de la Comunidad madrileña no fue más que el principio de un plan pergeñado para huir de la debacle que se cernía sobre Madrid (poco después azotada por escándalos y huelgas en la sanidad pública, el Metro y Telemadrid) traspasando no solo poderes sino también una herencia envenenadaa Ignacio González, o al menos una herencia más censurable que la que el PP lamenta haber recibido de Zapatero.
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