Todos somos conscientes de que las personas con responsabilidades no dicen nunca todo el que piensan. Pero también es cierto que en el proceso independentista ha primado mucho más la hipocresía, sobre todo los últimos meses. Sus dirigentes dicen una cosa en público y otra de muy diferente en privado. Desde octubre que los puentes entre los dos principales partidos soberanistas, ERC y PDCat colgaban de un hilo muy delgado, pero después de las elecciones las hostilidades sepultadas han aflorado, por fin. Aunque en público mantienen la posibilidad de la independencia, en privado son conscientes que no es viable en estos momentos.

El fin de semana pasado ERC no pudo más y decidió retrasar el acuerdo de gobierno que permitiría investir Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat. Pero, ayer, la ruptura ya fue visible. El presidente del Parlament, Roger Torrent, un hombre de partido, encontró la fórmula para parar la investidura sin parecer un "traidor": lo aplazaba hasta que el Tribunal Constitucional dictaminara sobre todas las alegaciones que tiene sobre la mesa. Para ERC, no se puede votar a un candidato sin ningún programa y sin una hoja de ruta para el día después y sin ser presencialmente

Aunque Torrent llamó por teléfono a Puigdemont para comunicarle su decisión, el líder de JxCat, desde Bélgica, no le contestó al teléfono. Al atardecer, Puigdemont anuló una charla en Lovaina que había organizado el partido nacionalista flamenco sobre cómo acabar con los socialistas en Girona (ciudad de la que Puigdemont fue alcalde sustituyendo a la socialista Anna Pagans) y envió Toni Comín (con pasado militante socialista, por cierto, antes de convertirse en un fervoroso independentista). Durante el acontecimiento, Puigdemont no paró de enviar mensajes de texto  a Comín, que este no contestó. En estos mensajes, Puigdemont aparece diciendo realmente lo qué piensa y no lo qué dice en público. En el mismo momento que se expresaba con sinceridad con Comín, Puigdemont difundía a través de las redes sociales un vídeo donde apelaba a la unidad del independentismo y se mostraba dispuesto a perseverar como candidato a presidente.

Cuando se ha conocido, a través de Telecinco, la conversación, Puigdemont ha usado las redes sociales para afirmar que como que es humano, tiene momentos de duda. Horas antes decía claramente, sin dudar, que el proceso estaba acabado y que a partir de ahora se dedicará a proteger su reputación. Comín también ha respondido diciendo que, a pesar de todo, la unidad del independentismo está absolutamente garantizada. Los partidos de los dos, PDCat y JxCat de Puigdemont y ERC de Comín, no han hecho ningún comunicado oficial ni ningún portavoz lo ha querido comentar.

Mientras tanto, decenas de personas estaban ayer al atardecer en parque de la Ciutadella, frente a las puertas del Parlament, exigiendo la investidura de Puigdemont, cuando él, en cambio, decía realmente lo que pensaba desde un hotel de cuatro estrellas en Bélgica y, a la vez, hacía público el vídeo donde aseguraba todo el contrario en un claro ejercicio de hipocresía.

Que Puigdemont no puede ser el presidente de la Generalitat lo tienen claro en ERC desde hace semanas. Y no sólo en ERC. No se puede gobernar un país desde la distancia. Y, además, ni Puigdemont ni JxCat tienen un plan de futuro, pues lo más previsible sería que si el Parlament invistiera a Puigdemont el Tribunal Constitucional lo impugnaría. Además, podría provocar que los diputados en libertad condicional pudieran volver a la prisión. Cuando ERC ha pedido a los portavoces de JxCat como hacer la investidura y qué hacer el día después, se les pide confianza, pero sin concretar. Por su parte, la tercera pata del independentismo, la CUP, sube el nivel programático y pone encima la mesa propuestas que tendrían que ser inasumibles para una formación como el PDCat, pero Junts lo acepta sólo para conseguir los cuatro votos de los cupaires, sin ningún interés de materializarlo en el futuro, del mismo modo que votaron el mes de octubre las leyes de transitoriedad sin interés en aplicarlas.

Ante los acontecimientos, desde el mundo independentista ya se hacen previsiones de nuevos candidatos dentro de las filas de Junts: Jordi Sànchez, Jordi Turull, Elsa Artadi o el alcalde de Mollerussa, Marc Solsona, una de las jóvenes promesas del PDCat y que fue el número 2 por Lleida el 21D.

Pero desde ERC también se piensa que por qué no podría ser uno de ellos quien asumiera la presidencia de la Generalitat. De momento, Oriol Junqueras sigue en la prisión de Estremera, pero podría ser que renunciara pronto al acta de diputado y dejara abierto su liderazgo en ERC.

De momento, sólo se conoce la opinión sincera de Puigdemont. La misma que otros muchos dirigentes de ERC y del PDCat, así como algunos de JxCat, pero que sólo lo expresan en privado, por ahora.