A cada día que pasa, la soga se aprieta sobre el cuello de Carlos Mazón. El presidente de la Generalitat Valenciana empieza a quedarse sin clavos a los que agarrarse. Génova prepara - en consonancia con su aparato mediático - el desmarque para evitar que el efecto contagio a Alberto Núñez Feijóo, aunque saben que sus mil y una versiones salpican al líder de la oposición por “unir su futuro” al del jefe del Ejecutivo autonómico. No le será fácil al Partido Popular desprenderse de su barón en la Comunidad Valenciana por la acción de Vox. Desde el aparato ultraderechista relatan a ElPlural.com la partida de ajedrez que pusieron en marcha poco después de la tragedia de la DANA del 29 de octubre. Una estrategia de desgaste que no sólo se limita al territorio valenciano, sino que por extensión podría afectar al alto mando de Génova en el largo plazo.

La confirmación de su llegada al Centro de Coordinación Operativa Integrada (CECOPI) y junto a la foto filtrada por la propia Generalitat laminan aún más la deteriorada figura de un Carlos Mazón que, para sorpresa de muchos, resiste al frente del gobierno regional. He aquí la madre del cordero. El Partido Popular se enfrenta ante una encrucijada de la que es prácticamente imposible salir indemne, sobre todo en un momento en el que Génova empieza a despegarse de su barón. En la dirección nacional agitan el avispero para, al menos, que el presidente de la Generalitat evite charcos para no salpicar a un Feijóo que asume también el desgaste de mantener a Mazón; pues la izquierda ya señala directamente al líder de la oposición como responsable último.

Pero el relevo es un problema para el PP por partida doble. La primera, el encaje orgánico. Para llegar a ese punto, Génova debería convencer a Carlos Mazón para que renuncie y deje el camino libre para una sucesión pacífica que afronte la reconstrucción de las zonas afectadas por la tragedia climática. Para alcanzar ese puente, primero se ha tenido que localizar un sustituto, lo cual no parece fácil, habida cuenta de que el principal activo conservador en la región es la alcaldesa de Valencia, María José Catalá y, según ha reiterado en público, no parece estar por la labor de asumir tal responsabilidad.

Sin embargo, el perfil de Catalá es el que más seduce a los estrategas conservadores, tanto de Génova como en la región. A pesar de descartarse de la carrera por la sucesión de Mazón, en los fueros de la alta política valenciana se da prácticamente por hecho el salto de la regidora de la capital del Turia a la primera línea orgánica y regional. “No contemplo ese escenario”, resolvió la regida ante las cámaras hace escasas horas. Pero no será un camino de rosas, si es que acaba produciéndose, máxime cuando la vida política de Mazón descansa en manos ajenas a las populares.

La trampa de Vox

Aquí aparece la segunda incógnita de una ecuación más compleja de lo que aparenta y esa es Vox. La salida de Mazón no sólo conllevaría un casting interno, aunque parece bien definido, sino que además la ultraderecha debe ser partícipe -aunque sea tangencialmente- del proceso de selección de los conservadores. Es decir, el sucesor deberá contar con el visto bueno del partido de Santiago Abascal. La extrema derecha se jugará todas sus opciones a esta carta. De hecho, lleva tiempo trabajando la tierra para dejarla a su gusto.

De ahí se desprende que, pese a estar en todas las quinielas y a ser el foco de todas las miradas, no se haya producido el relevo de Catalá por Mazón. Al menos, así lo explican fuentes próximas a Vox a este periódico, que detallan la calculada jugada en el tablero valenciano que arrancó como una suerte de amenaza para neutralizar a un activo potente que permitiera reactivar las esperanzas electorales del PP en una región en la que podría sacar tajada si continúa el desgaste sobre el presidente de la Generalitat. En otras palabras, en Vox temen el perfil de la alcaldesa.

Así las cosas, siempre según estas mismas fuentes, sobre la mesa descansaban dos opciones: o elecciones anticipadas o se nombra un nuevo presidente. Ninguna de ellas seduce a las partes. Sobre todo, en clave ultraderechista, si se trata de María José Catalá. Por ello, se plantea un desvío de la carretera principal que lleva a la bifurcación anterior y esa vía contempla la designación de un presidente de transición que lleve las riendas de la región hasta las próximas elecciones y evitar la pérdida de votos a la que el desgastado Mazón conduciría al Partido Popular. De hecho, acorde a las últimas informaciones en la prensa regional, se apunta al vicepresidente de Les Corts, Alfredo Castelló, como jefe del Ejecutivo interino.

Ante las cámaras, Vox ha puesto en cuarentena el nombre de Catalá. Los ultraderechistas valencianos consideran que hablar de futuribles para la Generalitat “es adelantarse mucho”, esgrimiendo que lo primero pasa por unos Presupuestos orientados a la reconstrucción de las zonas afectadas por la DANA. Sobre ello reflexionaba este viernes el síndic de Vox, José María Llanos, quien al mismo tiempo ya sugería que los acercamientos con el Partido Popular son “fructíferos” para aprobar las cuentas públicas.

Vox no quiere jugar la partida que plantea la izquierda valenciana, que incluso ya se abre a una moción de censura. La formación ultra quiere acompasar bien sus movimientos, pero “no tiene miedo” a un adelanto electoral. Así lo han confirmado fuentes del partido de Santiago Abascal a este periódico. De hecho, sería un escenario potencialmente positivo para sus intereses. Con un Mazón desgastado, sus aspiraciones electorales crecen, por lo que su estrategia pasa por erosionar al máximo al presidente de la Generalitat y que, a su vez, provoque el efecto contagio en el Estado al salpicar a Feijóo.

Performance parlamentaria

Ello explicaría la escenificación de la semana pasada en Les Corts. Desde la izquierda se catalogó a Vox como “cobarde” al forzar un voto secreto en el debate sobre la proposición no de ley de Compromís para instar al presidente de la Generalitat a dimitir por su gestión. En las interioridades del parlamento regional sugerían que “quien algo teme, algo debe”, pero nada más lejos de la realidad. Estas mismas voces apuntan a que la performance de Les Corts es sólo el emplatado de esta estrategia cocinada en los fogones de Bambú.

Lo que transmiten estas voces próximas a la cúpula estatal es que aquella solicitud formaba parte del juego político para hacer ver que esconden de cara al público su apoyo a Mazón. Así, el debilitado presidente sigue al frente de la Generalitat mientras Vox continúa bebiendo del descontento del electorado de derechas con la gestión del todavía barón conservador.

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