Inés Arrimadas se ha rendido a la realidad, abandonando su propósito de alcanzar un acuerdo con PSC y PP para formalizar una candidatura constitucionalista. Ciudadanos deberá afrontar en solitario la debacle que le anuncian las encuestas, tras su sorprendente victoria en las elecciones catalanas de 2017, durante la vigencia del artículo 155. El PSC nunca se plateó seriamente esta hipótesis, desde hace algún tiempo vienen negociando con el catalanismo de centro derecha para ampliar la alianza ya ensayada con Units per Avançar en la últimas autonómicas.

El catalanismo político supone una barrera insalvable para el acercamiento de PSC y Ciudadanos, un hecho refrendado en múltiples debates, especialmente sobre lengua y escuela. A partir de ahí, la propuesta de Arrimadas tenía escasas perspectivas de triunfar. No ha habido pues sorpresa. Por su parte, el PP, escaldado por el fracaso de la experiencia vasca, tampoco ha prestado demasiada atención a la oferta. Los populares creen en su recuperación electoral en Cataluña, a la que Pablo Casado dedica buena parte de su tiempo con continuas visitas a los grandes protagonistas de la economía catalana. Ni siquiera la previsión de una entrada contundente de Vox en el Parlament (de 6 a 8 diputados) ha hecho variar el análisis de los populares.

Los socialistas están muy decididos a ampliar su flanco catalanista con nuevos socios liberales y democratacristianos, con tres de los partidos nacidos de la diáspora propiciada por Artur Mas al convertir a CDC en un partido independentista y del hundimiento electoral y financiero de la UDC de Durán Lleida. Las expectativas de un acuerdo presentan cierta solidez; sin embargo todavía no se han cerrado las conversaciones. Desde hace diez años y dos convocatorias electorales catalanas, el PSC queda muy lejos de sus porcentajes habituales, incluso por debajo del 15% de los votos, lo que le aleja de la centralidad política de la que gozó durante décadas.

La operación en marcha vendría explicada por esta urgencia y también como ejercicio práctico de su principal argumento electoral: la necesidad de regenerar la transversalidad de la política catalana al entorno del catalanismo progresista y del moderado, también. Desde 2012, la persistencia de los bloques permanentemente enfrentados ofrece un gran rédito electoral a los partidos independentistas; en su día, también, benefició a Ciudadanos, aunque la marcha de Arrimadas a Madrid le hizo perder muchas opciones.      

Con Units per Avançar, el partido creado por Ramon Espadaler, en junio de 2017, ya mantiene el PSC un protocolo de colaboración electoral que permitió  al ex conseller de Interior con CiU ganar un escaño en las listas socialistas. Hace unos meses, Espadaler intentó una coalición electoral del catalanismo de centro derecha no independentista , ofreciendo el liderazgo de Albert Batlle, teniente de alcalde de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, elegido concejal en las listas del PSC. La operación no funcionó.

Desde entonces, Lliures, partido de adscripción liberal y catalanista, creado también en 2017 y liderado por Antoni Fernández Teixidó, ex conseller de Trabajo con CiU, se acercó a la Lliga Democràtica, democratacristiana y catalanista, en la que militan gentes procedentes de CDC y PP, bajo la dirección provisional de la politóloga Astrid Barrio desde su fundación en 2019. Y a partir de aquí, los tres partidos empezaron a hablar con el PSC, una vez tomaron consciencia de la dificultades de presentarse solo a las elecciones convocadas para el Día de los Enamorados de 2021, de no aplazarse en el último momento.

El espacio abandonado por CiU al decantarse por el soberanismo se valora habitualmente en 300.000 votos, a los que aspirarían estos tres pequeños partidos, además del Partit Nacionalista de Catalunya y el PDeCat. En 2015, una vez rota la coalición nacionalista de CiU, Unió Democràtica se presentó en solitario, con Espadaler al frente, quedándose fuera de la cámara catalana a pesar de haber obtenido 100.000 votos. No se sabe cuántos de estos votos recalaron en el PSC tras incorporar a Espadaler. Las encuestas no son muy generosas ni con el partido nacionalista de Marta Pascal,  ni con su anterior partido, el PDeCat, tan solo un sondeo presagia la entrada de este último partido en el Parlament y por los pelos. Estos dos últimos partidos quedan fuera del radio de acción del PSC, al menos inicialmente, por seguir instalados en el soberanismo referendista.