Las elecciones municipales se presentan siempre a partir de dos lecturas. Por un lado, nadie puede ocultar el peso específico del candidato en el resultado obtenido en muchos municipios, porcentajes que posteriormente el partido en cuestión no puede ratificar en dicha plaza en otras convocatorias; por el otro, todos los partidos aspiran a sacar conclusiones sobre sus posibilidades en el ciclo electoral que estos comicios inauguran, a partir de la suma de votos del conjunto de ayuntamientos.

En Cataluña, ERC espera ratificar su victoria en número de votos (822.107) de hace cuatro años para dar un respiro a su gobierno de la Generalitat en minoría, continuamente maniatado por la entente de PSC y Junts. Los socialistas quieren apuntalar su condición de alternativa a ERC ganando la alcaldía de Barcelona. Junts pretende desterrar la idea de que su declive político es inevitable con un subidón en la capital y evitando perder ninguna posición de las obtenidas hace 4 años. Los Comunes solo piensan en salvar la alcaldía de Barcelona para evitar la retirada de Ada Colau que, muy probablemente, alentaría el resurgimiento del viejo PSUC con una denominación más europea y verde, justo para enterrar la experiencia de Barcelona en Comú y derivados. Y el PP sueña con confirmar que es el primer partido de la derecha catalana para aportar datos a la euforia de Alberto Núñez Feijóo.

Barcelona se ganará a los puntos y en la capacidad de los candidatos en formar mayoría. Hace cuatro años, ERC fracasó estrepitosamente en esta tarea, no sabiendo consolidar el primer puesto en votos de Ernest Maragall. Ada Colau se mantuvo en el cargo gracias al PSC y a la contribución de Manuel Valls, candidato de Ciudadanos, desde hace meses regresado a Francia sin destino conocido. Las encuestas presentan unas proyecciones inestables para la formación del consistorio barcelonés. El PSC y Jaume Collboni apuntan a mejorar sus resultados, al igual que Ada Colau, según el CIS. El horizonte de mejora de los dos socios de gobierno no parece estar al alcance de ERC, según la mayoría de los sondeos.

Este papel de centro de las combinaciones en los que se situaría Collboni también es buscado por Xavier Trias. Sin embargo, el efecto inicial de su retorno se está demostrando insuficiente para dar el sorpasso, aunque Junts mejorará notablemente sus desastrosos resultados de 2019. Antes de comenzar la campaña oficialmente, dos de las tres condiciones impuestas por Trias para aspirar a la alcaldía ya se han incumplido. Primero fue la ruptura del gobierno independentista de la Generalitat y hace poco tuvo que aceptar que su pretensión de tener las manos libres para pactar con quien quisiera deberá superar una consulta interna. Trias sí que consiguió hacer una lista adecuada a sus intereses, sin estridencias del sector Borràs.

Después de Barcelona, el gran escenario electoral de las municipales es el área metropolitana. ERC sueña desde hace años con hacerse un lugar significativo en estas plazas, sin haberlo conseguido hasta el momento. El PSC ha resistido en sus feudos tradicionales y el PP en los suyos (Badalona y Castelldefels, aunque en ambos consistorios perdió la alcaldía por pactos múltiples). En esta edición, la carta republicana es Gabriel Rufián, que aspira a derrotar ni más ni menos que a Núria Parlón, alcaldesa que obtuvo el 51% de los votos en Santa Coloma de Gramenet, un municipio tradicional del PSC. ERC tiene 3 concejales de 31, por 17 del PSC.

El partido de Pere Aragonés tiene otros objetivos tan difíciles como el de Santa Coloma de Gramenet, pero fuera del área metropolitana. Esencialmente, defender las alcaldías de Tarragona y Lleida que obtuvo gracias a pactos contra el PSC, partido que ha convertido la recuperación de estas dos capitales de provincia en objetivos prioritarios, además de Barcelona, por supuesto. En la cuarta capital, Girona, ERC tiene poco que decir según los sondeos; esta es una batalla prioritaria para Junts, que detenta la alcaldía en minoría. Guanyem Girona, una plataforma de diversos grupos de izquierda, y el PSC aspiran a desplazar a la exconsejera Gemma Geis, la candidata puigdemontista que se estrena en política municipal, desplazando de la candidatura a la actual alcaldesa, Marta Madrenas.

El valor simbólico de Girona para el independentismo, parecido al de Vic, que también gobierna Junts, (las autodenominadas capitales independentistas de Cataluña) se presumen como los dos grandes objetivos del partido de Jordi Turull, junto con la mejora en Barcelona que tal vez le permita participar del gobierno municipal. Complementariamente, Junts suspira por recuperar Sant Cugat del Vallès, feudo tradicional de CDC, en el que perdió la alcaldía en 2019 por un pacto ERC-PSC-CUP, a pesar de haber ganado las elecciones con un 27,5% de los votos.

Los Comunes, además de mantener la alcaldía de Barcelona, tiene como objetivo defender la plaza de El Prat de Llobregat, donde su actual alcalde, Lluís Mijoler, recogió el testigo tras 37 años de gobierno local de Lluís Tejedor (PSUC, Iniciativa, EUiA). El PP, por su parte, espera resurgir en Barcelona a partir de la desaparición de Ciudadanos y obtener victorias contundentes en Badalona y Castelldefels para impedir pactos del resto de partidos que les resten dos alcaldías de alto valor político para ellos.