En la ola de caos controlado por la que la Castellana se ve sumido desde este lunes 4 de agosto, los vecinos, trabajadores y visitantes, así como los conductores, van a presenciar hasta finales de 2026 la segunda fase del proyecto de soterramiento del Paseo de la Castellana.
Pese al tumulto que se vive ahora próximo a las Cuatro Torres, el vacuo sentimiento veraniego que despoja la capital se ve únicamente salpimentado por el ruido en forma de, para unos molestia, y para otros prosperidad, que deja el corte de calles por las obras.
Desde el Nudo Norte, los carriles laterales ya anticipan el caos que se vivirá. Durante el primer día de la segunda fase, con la Policía Municipal desplegada para contener las primeras retenciones, se confirma que este será uno de los focos más calientes a evitar durante el año y medio que viene.
Un septiembre complicado
Con el arranque de esta segunda fase, el tráfico ha quedado restringido a los carriles laterales, donde ya este lunes se observaron las primeras retenciones pese a ser pleno mes de agosto. La Policía Municipal está colaborando en labores de agilización, pero los propios técnicos municipales han advertido que el verdadero reto llegará en septiembre, con la vuelta de la actividad habitual.
Desde el Ayuntamiento se han diseñado rutas alternativas para evitar el colapso del eje Castellana–Nudo Norte. Entre ellas destacan los itinerarios por la avenida de la Ilustración, Monforte de Lemos o la avenida de Asturias para quienes acceden desde la M-607, así como las calles Alberto Alcocer o Costa Rica para los que se dirigen a la A-1 o la M-11. Además, se ha reforzado el servicio de la Línea 10 de Metro en horario laboral y se han reorganizado 34 rutas interurbanas de autobús.
De este modo, el área de actuación se extiende a lo largo de 675 metros entre la calle Sinesio Delgado y el Nudo Norte, a la altura del entorno de las Cuatro Torres. Allí, los seis carriles centrales de la Castellana quedarán fuera de servicio mientras se construye un túnel que transformará por completo la movilidad y la estética del espacio.
Sobre esa infraestructura soterrada se generará una plataforma peatonal de 70.000 metros cuadrados, con zonas verdes, áreas de descanso y conexión directa con el futuro desarrollo urbanístico de Madrid Nuevo Norte. El proyecto prevé la plantación de 787 árboles nuevos (casi un millar en total) y 38.000 arbustos, así como la instalación de pérgolas y espacios de recreo. El coste estimado es de 98,4 millones de euros.
Responsabilidades
La delegada de Obras y Equipamientos, Paloma García Romero, ha asumido la interlocución pública de este proyecto, junto a otros dos que transformarán la movilidad madrileña: el soterramiento parcial de la A-5 y la cubrición de la M-30 a su paso por Ventas. “Esperamos que con toda la información que estamos transmitiendo desde el Ayuntamiento se vayan acostumbrando a coger los desvíos alternativos y apostar por el transporte público”, afirmaba, “al principio cuesta porque siempre se coge la misma ruta” reconocía, tratando de entender a todos aquellos que frecuentan este paso.
El soterramiento de Castellana no llega solo pues coincide con la ejecución de otros dos proyectos clave. La transformación de la carretera de Extremadura (A-5), en manos del Área de Urbanismo, y la cubrición de la M-30 a la altura de Ventas, una intervención de 78,9 millones de euros que ya ha reducido la velocidad media en la zona a 30 kilómetros por hora. Esta confluencia de grandes obras ha generado críticas entre conductores y vecinos, que se preguntan si era necesario concentrarlas en el tiempo.
El panorama de este inicio de agosto dista mucho del Madrid adormecido de décadas pasadas. Las carreteras ya no están vacías, y las obras han añadido un nuevo factor de estrés para quienes transitan la capital en verano. Lejos de ser un simple trámite administrativo, el arranque de esta segunda fase ha dejado imágenes de confusión entre los peatones, largas colas en algunos accesos y la sensación compartida de que se avecinan semanas, y meses, de intensa adaptación.