La Puerta del Sol, una de las plazas más famosas de España, sino la más; está siendo protagonista en las últimas semanas a raíz de los toldos que el Ayuntamiento de Madrid, liderado por José Luis Martínez-Almeida, ha puesto en algunas partes del espacio como medida para sofocar el calor ante las temperaturas extremas que, este año, golpean además con más fuerza.

Las críticas se han sucedido entorno a la climatización del icónico terreno, sobre el que el Consistorio madrileño ha emprendido varios cambios desde que el edil primero ocupa el principal sillón de Cibeles, pero a ella le han acompañado los desmentidos de uno y otro lado.

Así las cosas, en redes sociales y conversaciones de la calle se pueden leer y escuchar comentarios en contra de lo que muchos consideran una chapuza y a favor de una solución, a todas luces compleja; sobre todo entre quienes defienden que en la plaza no se puede colocar árboles.

El motivo principal que esgrimen para 'comprar' la gestión del PP en este lugar es que, directamente, no se puede colocar vegetación debido a la cercanía del metro. Que el suburbano pasa por debajo, dicen. Esto es cierto, y lo es también que el transporte público es un hecho que complica las labores de ajardinamiento, pero no es menos verdad que ello no imposibilita convertir la Puerta del Sol en un sitio más amable en cuanto al termómetro se refiere en verano.

"Mercantilización" de la ciudad

Antonio Giraldo, urbanista y Portavoz de Medio Ambiente y Movilidad del PSOE de Madrid (PSOE-M) en la ciudad reconoce las complicaciones, pero destaca que en algunas áreas “no hay ningún problema para plantar árboles”.

“De hecho, los proyectos anteriores, y este mismo, lo planteaban, pero se desechó por cuestiones patrimoniales”, indica refiriéndose a la zona sur de Sol, coincidiendo con la sede de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, hacia la Carrera de San Jerónimo.

“Decir que no se puede hacer nada porque hay metro es muy categórico”, asevera el también divulgador, que pone distintos ejemplos para explicar que el Ejecutivo conservador vuelve a incurrir en una inoperancia, otra vez de carácter climático.

Aportando los pormenores de la plaza, Giraldo expone en declaraciones a ElPlural.com otros ejemplos que podrían encontrar semejanzas con el que centra estas líneas: Ventas, La Castellana, Madrid Río, e incluso algunos más allá de la M-30. “La Plaza de España tiene un párking debajo, por ejemplo, y lo que se hizo fue levantar unos parterres a nivel del suelo para meter un poco de hierba, un par de árboles…”, clarifica.

En el mismo orden de cosas, esgrime que hace poco el Ayuntamiento ha dado luz verde a un plan de cubiertas verdes para colocar jardines en los techos de la ciudad. “Hablamos de una plaza de 12.000 metros cuadrados aproximadamente, que a veces se llena, en la que se celebran conciertos… Dispone de zonas más factibles de ajardinar”, insiste.

Ya en una calidad más de político, el asimismo geógrafo tiene claro que en Madrid “falla la ausencia de un criterio climático para abordar cualquier cuestión de este tipo”. “Los proyectos pueden ser mejores o peores, pero da la sensación de que siempre van en favor de la mercantilización y detrimento de lo público”.

En esas, lamenta la visión que Almeida proyecta de la ciudad, según la cual “si quieres estar tranquilo, más fresquito, etc” él y su equipo abogan por enfocarse hacia una “reducción de los costes de mantenimiento” y “limitación de los lugares en los que la gente pueda concentrarse demasiado tiempo”.

“Lo hace con la premisa muchas veces de que no se practique botellón u otras cosas, pero en la práctica aúna esa concepción de lo privado, en favor de locales y terrazas”, dictamina acompañándose de otro caso práctico: “Cuando las aceras de la calle Princesa, la calle es la misma solo que se amplió únicamente la parte de las terrazas”. A esto le suma la plaza de Jacinto Benavente, la plaza de La Luna o la más icónica en este sentido, la de Santa Ana: “Es un espanto”.

“Al final parece que el confort de la ciudad depende más de lo que dicte el ámbito privado y el turismo”, acentúa. Y esto, refriéndose al centro, pero el modus operandi ‘popular’ no se queda ahí: “En las afueras, la tónica del PP en materia climática es más de lo mismo. Hay muchos sitios que no tienen un solo árbol, y no lo han tenido en su vida”.

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