El que fuera vicepresidente de la Comunidad de Madrid y líder de Ciudadanos en la región, Ignacio Aguado, ha decidido romper su silencio con la publicación de sus memorias bajo el título Volando entre halcones (editorial Media Luna). Un libro en el que repasa su trayectoria política y que dedica varios capítulos a su experiencia al frente del Gobierno autonómico junto a Isabel Díaz Ayuso, a quien retrata como una dirigente que logró convertirse en referente de la derecha a pesar de sus limitaciones.
En este examen de conciencia, Aguado relata cómo vivió desde dentro la gestión de la pandemia de COVID-19, las tensiones crecientes dentro del Ejecutivo de coalición y, en especial, su relación personal y política con la actual presidenta madrileña. Uno de los capítulos más llamativos lleva por título “De las ayusadas a los ayusistas”, en el que expone cómo fueron sus primeros contactos con Ayuso y su evolución hacia lo que considera un fenómeno político alimentado por el victimismo y la confrontación.
“Habían crecido políticamente juntos, él le había abierto a ella las puertas del partido y ambos se consideraban grandes amigos. […] Quienes la conocían, consideraban que no estaba preparada para asumir el papel de candidata y que no sabría desenvolverse en una campaña electoral tan crucial como la que se avecinaba.” Así describe Aguado la reacción interna en el PP cuando Pablo Casado decidió apostar por Ayuso como candidata a la presidencia madrileña. Según el dirigente de Ciudadanos, dentro del partido se vivió como un “regalo envenenado”.
Aguado recuerda que desde el primer momento se intentó blindar la figura de Ayuso, convirtiendo cualquier crítica hacia su gestión o declaraciones en un ataque personal. “Desafortunada pero firme apuesta de Casado. Ni sus partidos ni los medios de comunicación afines la podían dejar caer. En privado, incluso los que hoy se rompen las manos aplaudiéndola, reconocían que les daba vergüenza ajena escuchar algunas de sus declaraciones”.
"Ayuso fue un personaje construido desde el principio de forma artificial"
Más allá de esas impresiones iniciales, Aguado sostiene que la presidenta fue construida como un personaje político con una estrategia muy definida: “Ayuso fue, por tanto, un personaje construido desde el principio de forma artificial. Una política tan sobrevalorada como bien rodeada, que supo hacer del victimismo y la polarización su mejor escudo y fortaleza”. “De hecho, no tenía otra forma posible de hacer política porque no contaba ni con la capacidad ni con las habilidades para haberlo hecho de forma distinta”, añade.
Según el exvicepresidente madrileño, en los primeros meses de su mandato, Ayuso se mostró completamente superada por la responsabilidad del cargo: “Durante muchos meses, Isabel vivió absolutamente sobrepasada por el cargo y por la situación. Sufrir en cada rueda de prensa, en cada entrevista, en cada acto público al que asistía. Mirada perdida en cada reunión y un increíble desconocimiento de las principales cifras y retos a los que se enfrentaba la Comunidad de Madrid”.
Pese a esas dificultades, Aguado señala que el verdadero punto de inflexión fue la consolidación de un movimiento en torno a la figura de Ayuso, a quien muchos comenzaron a seguir de forma casi incondicional. “Lo grave, sin embargo, no es que ella fuera como era, sino que miles de personas empezaran a autoproclamarse ayusistas a pesar de tanta ayusada diaria. Ahí es donde me quito el sombrero con Miguel Ángel Rodríguez. Logró con ella algo que, a priori, parecía imposible: convertirla en un referente para la derecha española”.
Aguado también desvela episodios de desconfianza dentro del propio Consejo de Gobierno, donde Ayuso llegó a imponer un trato formal hacia su figura como forma de reforzar su autoridad. “Su inseguridad enseguida se convirtió en recelo y desconfianza hacia todos y hacia todo. Tal vez por ello, nos ordenó que nos dirigiéramos a ella como presidenta, en un intento de protocolizar un respeto formal hacia ella que no percibía en ningún otro plano. Y es que, en cualquier posición de liderazgo, el respeto se gana, no se pide. Y ella sentía que tenía que pedirlo”.
El libro también dedica espacio a las “traiciones” que, en palabras de Aguado, marcaron la carrera política de Ayuso: a sus consejeros, a Ciudadanos y al propio Pablo Casado. Según relata, Ayuso trató de postularse como alternativa a Casado para liderar el PP, aunque Miguel Ángel Rodríguez le frenó esa ambición.
Según Aguado, la trayectoria de Ayuso quedó en pausa tras aquella victoria, a la espera de retos mayores en la política nacional. “Desde aquel día permanece a resguardo, agazapada, esperando su momento mientras [el líder del PP] Feijóo juega sus cartas... La apuesta del establishment por Feijóo ha dejado en suspenso el ascenso de Isabel a cotas mayores, pero volverá a activarse si Feijóo fracasa en su intento de desbancar a Sánchez de La Moncloa. Que a nadie le quede ninguna duda”, sentencia Aguado, augurando que el fenómeno ayusista resurgirá con más fuerza si la actual dirección nacional del PP se debilita.