Los/las pensionistas hace escasas fechas ocuparon las calles en defensa de sus pensiones, las de sus hijos y nietos. Y me han sacado de quicio determinadas reacciones y comentarios de personajes tales como la Ministra de Empleo, la simpar Fátima Bañez, y/o el portavoz popular en el Parlamento, el locuaz Rafael Hernando. Los/las pensionistas españoles han sido unos privilegiados durante la  crisis, y  ahora en la poscrisis (?) se quejan por vicio, dejándose manipular por los radicales. Sin ánimo de ofender: o no se enteran o son unos cínicos, o ambas cosas a la vez.

  Durante la crisis mientras sus hijos/s nietos/s perdían sus empleos, los jubilados “eran unos privilegiados” (¡literal!) porque siguieron cobrando sus pensiones aunque estuvieran bloqueadas (¡pelillos a la mar!). Con excesiva frecuencia las escasas pensiones de los abuelos/as tuvieron que utilizarse (siguen utilizándose) como “socorro” a sus familiares para poder llegar a fin de mes, o para pagar los recibos de agua o electricidad. Transcurrida (?) la crisis el gobierno de Rajoy, inquieto porque el IPC  subía, anuló el criterio de que la revisión de la pensión dependía precisamente del IPC, el aumento del coste de vida. Y decidió de manera magnánima que subirían un 0,25% anual. Y así se nos anuncia cada inicio de año mediante la remisión de una carta personalizada. No es necesario ser sagaz o estar bien informado para comprobar que el IPC (gastos comunes como agua, gas, energía eléctrica…) han subido muy por encima del 0,25% y que por lo tanto los/las pensionistas pierden poder adquisitivo. Pequeñeces sin importancia. 

Uno de los factores que más condiciona el debate de las pensiones en la actualidad es precisamente la reforma que aprobó el Gobierno de Rajoy en 2013 con una mayoría absoluta con la que no cuenta hoy en día. En la Comisión del Pacto de Toledo en el Congreso –que debe emitir unas recomendaciones sobre el futuro del sistema que se esperan desde la primavera del pasado año–, hay consenso entre los partidos de la oposición en su rechazo a ambas medidas. . El  futuro ofrece todavía menos garantías: Envejecimiento poblacional, incorporación tardía al mercado de trabajo, consolidación (al menos de momento) de unos salarios bajos y el dominio de la contratación temporal y precaria…  Expertos de muy diversas procedencias consideran que su impacto empobrecerá a los pensionistas en los próximos años y se basan en cálculos de expertos que así lo apuntan, como los de la OCDE, que calculan que en 2061 pueden caer las tasas de sustitución –lo que representa en la pensión el salario medio– de un 82% hasta un 46% en casos extremos 

Mas aún incluso resulta imposible consolidar un sistema justo de pensiones sin una apuesta por un progreso social acorde con los objetivos de La Agenda Global  2030  para un desarrollo sostenible. En un reciente informe la Comisión Europea reprocha a España la escasa eficiencia de su sistema de transferencias sociales. En proporción a la riqueza del país, hay pocas ayudas para reducir la desigualdad. Todavía existen muchas heridas que restañar fruto de la crisis. El crecimiento ayuda a sanarlas. Pero el crecimiento también hace más patente la desigualdad: mientras que los trabajadores cualificados mejoran sus condiciones laborales, los poco formados ven como el amplio número de parados sigue presionando a la baja sobre sus salarios, con sus efectos colaterales como las pensiones. El Presidente Rajoy, para rematarlo, nos propone en directo (sin plasma) como garantía para las generaciones venideras que utilicemos nuestros ahorros en contratar un Plan Privado de Pensiones, generalmente gestionados por entidades financieras. Los comentarios sobran. 

Mientras, en el Parlamento el PP estando en minoría, con la ayuda de Ciudadanos, bloquea cualquier iniciativa de la oposición mayoritaria acudiendo a argucias formales. Sólo en el ámbito sociolaboral, además de convocar el Pacto de Progreso para hacer frente al futuro (y presente) de las pensiones, duermen “el sueño de los justos” temas tales como la revisión de la Reforma Laboral, del Salario Mínimo Interprofesional, la  renta básica, la brecha salarial entre hombres y mujer…. 

Para concluir acudo de nuevo a las recientes manifestaciones de los/las pensionistas. Me llamó la atención el texto escrito (con bolígrafo casero) en una pequeña pancarta que portaba en ristre una abuelita:” Los jubilados nos movemos, y vosotros ¿qué?”. Mas claro, agua.