Doñana en Andalucía, Las Tablas de Daimiel en Ciudad Real o la Albufera de Valencia son conocidos espacios naturales protegidos en España que guardan una riqueza medioambiental con valor internacional por su fauna y flora. Cierto es que por fenómenos medioambientales y, a su vez, por gestión institucional, estos entornos medioambientales se ven gravemente perjudicados, prueba de ello, el “drama” que vive desde hace años el Mar Menor en Murcia.
Desde hace casi una década, asociaciones ecologistas vienen denunciando, por la vía social como judicial, el deterioro de la laguna salada más grande de Europa debido a la contaminación de vertidos de salmuera procedentes de desaladoras que no cuentan con la autorización pertinente para operar en actividades agrícolas, así como otros fenómenos como la ‘sopa verde’.
Las causas más evidentes que denotan los daños que sufre el Mar Menor radican en lo que se conoce como eutrofización, que no es más que “el crecimiento de repente de microalgas que flotan en el agua y que, al crecer tanto, generan una ‘sopa verde’ que hace que el agua no sea transparente”, explican desde Ecologistas en Acción de Murcia a ElPlural. Un fenómeno que hace que al fondo de estas aguas “no llegue suficiente o ninguna luz, la base vegetal de algas y plantas del fondo son una pieza fundamental del ecosistema”. “Así, normalmente, desaparecen las plantas que se comen los nutrientes y esas plantas que mueren generan nuevo aporte de nutrientes porque son cadáveres descompuestos. Es un círculo vicioso complicado de resolver en un ecosistema tan complejo como es el Mar Menor”, añaden.
Estas circunstancias en el medio protegido se deben a un exceso de nutrientes que desequilibra el propio ecosistema, esencialmente nitratos y fosfatos, procedentes de la agricultura y ganadería intensiva que se ejerce en la zona y cuyos derivados terminan en las cuencas vertientes del Campo de Cartagena. Debido a que esta problemática viene prolongándose desde 2016 hasta la fecha, el lagunar del Mar Menor ha perdido su capacidad de regulación natural y, por ende, revertir esta situación se ha convertido en un proceso radicalmente complejo.
El arduo camino hacia una mejora en salud del Mar Menor: “Tardará años”
Puede que a simple vista, y en ciertos momentos concretos de los últimos años, pudiera parecer que la situación ha mejorado, pero lo cierto es que el problema es de fondo, en lo más profundo de estas aguas. “La foto fija del ecosistema puede ser un poco mejor o peor, pero si se evalúa a cómo estaba antes de 2016 y cómo está ahora, ahora está muchísimo peor. Hay especies que son indicadoras de su estado, como la nacra, que antes era muy abundante y ahora está muy mermada; el caballito de mar también ha estado prácticamente desaparecido. (…) La gente ve la parte que siempre está mejor son las orillas, lo más accesible, pero los fondos son un drama porque no se recuperan. Son procesos complejos y tarda mucho en revertirse, tardará años en recuperarse”, lamentan desde la asociación ecologista.
Cabe remontarse casi diez años atrás, a 2016, cuando emergió la conocida como ‘sopa verde’, ese cúmulo de macroalgas marinas que salieron a la superficie de la gran laguna salda. A este, en 2019, se sumó un evento anóxico de lluvias torrenciales, séase, una DANA, en los Campos de Cartagena que provocó la muerte masiva de la fauna marina con aquellas imágenes que trascendieron mundialmente: cientos de peces muertos en las orillas del Mar Menor.
Tan sólo dos años más tarde volvió a repetirse un evento de similares características conocido como hipoxia en varias zonas del ecosistema, fruto de esta eutrofización mencionada y por la que, de nuevo, volvieron a perecer cientos de animales marinos. Un fenómeno, tal y como explica el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, que se debe a la entrada de estos nitratos procedentes de la agricultura intensiva que provoca esta afloración masiva de plancton que deja opacada la entrada de luz y oxígeno en las aguas.
La contaminación es el principal problema de raíz que sufre el Mar Menor actualmente y que, debido a la prolongación del mismo y la escasez de actuaciones tempranas y urgentes, su proceso de reversión se dificulta a medida que continúa pasando el tiempo. “Su recuperación requiere una sólida coordinación entre las administraciones competentes en la gestión de la laguna y en la de su cuenca vertiente, y una progresiva adaptación de las actividades que han contribuido de manera más clara a su problemática actual, gestionando de manera activa, como ejemplo, aquellos vertidos, instalaciones no autorizadas, y usos del suelo no aprobados por la planificación hidrológica o sectorial, que más directamente inciden en la problemática de la laguna y limitando el uso excesivo de fertilizantes en las cuencas vertientes a la laguna”, subrayan los estudios del Ministerio.
Incidiendo en esta cuestión, Ecologistas en Acción añadieron en conversaciones con este periódico que años atrás ya se eliminaron “parte de los pozos que tenían desaladoras” que provocaban esta contaminación, reiterando a su vez que existe una directiva europea que justo “obliga a eliminar esos nitratos”, pero aún queda demasiado camino por recorrer hacia la estabilización del Mar Menor. “Todo eso es el trabajo que ha hecho la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) por sus competencias en vertidos y pozos, pero el uso del suelo, fertilizantes, modulación de lo que se puede y no hacer en el terreno, es competencia autonómica. Y ahí está todo por hacer”, adujeron, en alusión así a las actuaciones que se han de acometer por parte del Gobierno de Murcia.