La ANC está en crisis por las desavenencias internas sobre el sentido de la candidatura cívica para las próximas elecciones autonómicas, sin embargo, no ha renunciado a interpretar el papel de oráculo del secesionismo verdadero que concede su bendición a quienes siguen su mandato. De cara a las municipales, ha fijado las condiciones de los candidatos para obtener su aval. La más relevante es la de comprometerse por escrito a no llegar a ningún acuerdo con los partidos del 155, o sea, con el PSC, porque tanto PP como Ciudadanos están lejos de ninguna centralidad municipal. Esta resurrección del pacto de aislamiento al PSC, firmado en su día por todos los partidos soberanistas, quedó en nada hace unas semanas gracias al pacto presupuestario de Pere Aragonés con Salvador Illa. La ANC no se ha dado por aludida.

La Assemblea Nacional Catalana ha dado instrucciones a sus organizaciones territoriales para conceder o negar su nihil obstat a las candidaturas municipales independentistas. Los aspirantes a obtener este aval deberán expresar su apoyo a la ANC y al Consell per la República, reconocer la declaración de independencia del 27 de octubre de 2017 y el mandato democrático del referéndum del 1-O, además de comprometerse, en caso de gobernar sus respectivos ayuntamientos, a ejercer el soberanismo fiscal (pagar los impuestos a la hacienda autonómica) y a abstenerse de firmar acuerdos de gobierno con el PSC.

La idea de aislar políticamente a los socialistas catalanes por parte del independentismo no es ninguna novedad. El primer intento formal, proclamado en la campaña electoral de las últimas elecciones autonómicas, duró lo que duró el pacto de gobierno entre ERC y Junts. El presidente Pere Aragonés no pudo mantenerlo en cuanto se quedó en minoría en el Parlament y ahora mismo los republicanos son los socios preferentes de los socialistas en el Congreso y el PSC los socios esenciales de ERC en el Parlament. Si la pretensión de aislamiento ha resultado insostenible en la política parlamentaria, mucho más difícil de practicarlo será en la política local.

En este mandato municipal que está a punto de cerrarse, Junts gobierna la Diputación de Barcelona con el PSC, que preside la corporación provincial. Junts, además, participa en el gobierno de Badalona cuyo alcalde es del PSC. En este consistorio del área metropolitana de alcalde socialista también está ERC. Los republicanos arrebataron la alcaldía de Sant Cugat a Junts, gracias a los votos del PSC. Y la lista podría continuar con las muchas combinaciones entre estos tres partidos y En Comú Podem. De hecho, estos cuatro partidos gobiernan juntos el Área Metropolitana de Barcelona.

La fatua soberanista lanzada por la ANC contradice pues la realidad municipal y al propio gobierno independentista de Pere Aragonés, sin embargo, lo que parece perseguir realmente es condicionar la política de pactos de Xavier Trias, el candidato de Junts a la alcaldía de Barcelona. Trias es un independentista tibio en el mejor de los casos y viene repitiendo que no le quitará el sueño pactar con el PSC para impedir que Ada Colau repita mandato en la alcaldía. Dada la experiencia conocida, el PSC tendrá menos reparos todavía en pactar con el candidato convergente de Junts, de llegar el caso de ser imprescindible. La cuestión es que ningún sondeo ofrece la posibilidad de alcanzar la mayoría en el consistorio barcelonés sin el concurso de tres candidaturas. De hacer caso a la ANC, las posibilidades de Trias de ser alcalde disminuyen ostensiblemente. Él no quiere pactar con Colau y la ANC quiere impedirle que pacte con el PSC y la suma de Junts y ERC queda lejos de la mayoría.

La iniciativa de la ANC no ha obtenido respuesta formal de los partidos soberanistas que, probablemente, no tendrán mayor reparo en aceptar las condiciones retóricas de la entidad presidida por Dolors Feliu, aunque algunas están pensadas inequívocamente para poner en contradicción la política de ERC. Otra cosa será dejar escapar alguna posición de poder local por negarse a pactar con los socialistas. De todas maneras, para conocer la trascendencia de esta iniciativa, habrá que esperar a fijar cuál es la fuerza que le queda a la ANC tras la salida de los dirigentes contrarios a las formas y las propuestas de la actual presidenta. También tendrá que verse el resultado de la Conferència Nacional del Moviment Civil Independentista, convocada por la ANC para mediados del mes. Esta iniciativa dirigida a las entidades del universo soberanista nació de improviso, en cuanto el Moviment per la Independència anunció la II Conferència Nacional per l’Estat Propi. La competencia aprieta.