Fiel a su perfil, Mariano Rajoy Brey dejó pasar todas las señales de humo que durante muchos años anunciaban problemas en Cataluña. Cuando aparecieron las llamas, delegó en los jueces y aunque voces sensatas le advirtieron que la maquinaria judicial es imparable y que los problemas políticos se resuelven entre políticos, siguió impertérrito. Eso sí, enviando a las fuerzas de seguridad para inmortalizar la foto de su mano dura frente a esa mala gente.

Del mismo modo que Quijote veía gigantes en los molinos de viento, Rajoy transformaba a ancianas y niños en feroces insurrectos. La desproporción de la respuesta de Moncloa ha sido patente, sin minusvalorar la mala intención e ilegalidad de los independentistas ya que, con tácticas de manual, pusieron a personas vulnerables en situación delicada.

Con el entusiasta brazo armado de la Fiscalía General del Estado, pendiendo del intervencionista Gobierno central, se ha llevado la escalada hasta el despropósito de ingresar en prisión de a los responsables de Omnium Cultural y Asamblea Nacional Catalana (ANC).

Del mismo modo que Quijote veía gigantes en los molinos de viento, Rajoy transformaba a ancianas y niños en feroces insurrectos

Se les acusa de sedición para espanto de destacados juristas consultados que consideran que, en este caso, sólo se podría hablar de indicios circunstanciales y esos indicios se resuelven en juicio.

“Otra cosa es que aclaren el origen del dinero que estos dos Jordis, Sánchez y Cuixart, estaban manejando,” añadía un eminente experto en Derecho Constitucional.

Pero, las llamas en vez de apagarse se avivan. No olvidemos que a Rajoy Brey la corrupción había hecho trizas su imagen y que sus asesores han podido encontrar una salida de película al presentarlo como un político severo, castigador de malvados y salvador de España. Acaso, con la ayuda del corifeo mediático de sus leales periodistas, el gallego Mariano suba como la espuma en las predicciones de voto y cuando llegue el momento oportuno, podría anunciarse una cita electoral.

Mientras, la convivencia en Cataluña se deteriora aceleradamente y el futuro económico se dibuja muy negro. Este incendio corre el riesgo de ser mayor que el de Galicia.