De todas las reacciones que se han producido tras la decisión del magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena, quien ha mantenido prisión incondicional a cuatro encarcelados dejando en libertad bajo fianza a seis consellers, me quedo con la del candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat, Miquel Iceta.

Al conocer el auto, Iceta calificó el resultado de mala noticia. Dijo el socialista que no era lo que hubiera deseado porque esperaba la excarcelación de todos. Al mostrar su disgusto, expresó una opinión que compartimos muchos no sospechosos de independentismo, y que rechazamos los errores cometidos por la mayoría soberanista.

Somos muchos los que deseamos que Cataluña celebre unas elecciones, con todos sus candidatos a pie de mitin y proponiendo programas para mejorar la vida de sus conciudadanos. No, con candidatos enviando consignas desde su celda.

Dijo el socialista que no era lo que hubiera deseado. Al mostrar su disgusto, expresó una opinión que compartimos muchos no sospechosos de independentismo

Comparto también el amplio desconcierto que se palpa en esta hora ante una decisión por la que unos se quedan en prisión y otros salen. Indudablemente el juez LLarena tendrá sus motivos pero según la opinión de otros juristas también de peso, el auto muestra imprecisión en cuanto a las causas y los hechos sucedidos. A su juicio, tal resolución se basa en exceso en la presunción de lo que podría pasar por asuntos que ya concluyeron y que por tanto no se pueden repetir.

Parece un planteamiento de lo que podría llegar a ocurrir si estuvieran en libertad. Y eso, insisten, no es correcto.

¿Cambiaría algo si Junqueras y sus compañeros mostraran un contundente arrepentimiento? ¿Sería todo distinto si jurasen que no volverían a ser candidatos? Estamos asistiendo a tal cúmulo de movimientos sorprendentes en los Tribunales (con buenos resultados en general para el Ejecutivo) que esas cosas llaman la atención.

Acaso vendría a cuento, un consejos que sobre la Justicia daba en su tiempo Don Quijote a Sancho: “Al impartir Justicia con la debida equidad, el Juez debe ser algo más comprensivo que riguroso (…) y tener en cuenta todo aquello que permita atenuar, si cabe, la gravedad del delito...” Sí amigo Iceta. Yo también que la decisión del juez Llarena es mala noticia.