El calendario avanza, el calor aprieta, España arde por los cuatro costados y Toledo, por ahora, se salva. No ha sido, sin embargo, por la previsión de su alcalde y vicealcaldesa, Carlos Velázquez (PP) e Inés Cañizares (Vox), que mantienen muchas zonas de la ciudad sin desbrozar a pesar de los constantes sustos vividos durante todo el verano.

En lo que va de temporada estival, la capital castellanomanchega ha sufrido incendios en el Cerro de los Palos, La Legua y Santa María de Benquerencia. Tres episodios que, pese a su proximidad a viviendas y el riesgo evidente para los vecinos, no han servido para movilizar un mayor número de recursos humanos dedicados a labores de limpieza y mantenimiento preventivo.

Este medio ha constatado que, a pesar de encontrarnos ya en el ecuador del mes de agosto, persisten amplias áreas con maleza seca, pinchos, suciedad y vegetación sin tratar, un combustible perfecto en plena ola de calor y con el riesgo de incendio en niveles extremos.

Desbrozar terrenos de la Iglesia en lugar de zonas públicas

En los últimos días, el Ayuntamiento de Toledo, gobernado por PP y Vox, ha ordenado desbrozar terrenos propiedad de la Iglesia en lugar de centrar esfuerzos en zonas públicas expuestas, tanto en barrios residenciales como en puntos de gran afluencia turística. La prioridad parece estar en parcelas privadas antes que en espacios comunes que podrían convertirse en focos de incendio.

La imagen que Toledo presenta no ha cambiado en meses. Solares convertidos en pastizales secos, arcenes que parecen matorrales, caminos vecinales invadidos por hierba y parques donde el abandono salta a la vista. A pesar de la emergencia climática, el plan de desbroce municipal sigue incompleto.

El problema se agrava en un contexto nacional alarmante: en España se han calcinado ya cerca de 100.000 hectáreas en lo que va de año, incluyendo grandes incendios en Tres Cantos, León, Orense, Tarifa y Navalmoralejo, en parte por la falta de prevención y la acumulación de vegetación seca.

Indignación vecinal

La indignación vecinal en Toledo crece. Cada vez son más los ciudadanos que cuestionan la "lógica" del equipo de gobierno, al destinar recursos a espacios de acceso restringido mientras puntos estratégicos para la seguridad y la imagen de la ciudad permanecen abandonados.

Ejemplos no faltan: la salida hacia el Puente de San Martín, uno de los principales iconos turísticos; el parque que da la bienvenida a los viajeros por la A-42; la subida por la carretera de Piedrabuena, utilizada por miles de visitantes para llegar a Puy du Fou; o los Cigarrales, joyas paisajísticas de la capital. Todos ellos siguen sin ser desbrozados a mediados de agosto.

En el barrio de La Legua, donde se registró el primer incendio del verano, la limpieza sólo llegó después de que las llamas quedaran a escasos metros de las viviendas. En el Cerro de los Palos, los incendios cercanos al asentamiento chabolista se repiten año tras año sin intervención preventiva efectiva.

Toledo se encuentra atrapada en un triángulo peligroso: temperaturas extremas, falta de mantenimiento en numerosos puntos y una preocupante ausencia de previsión municipal. La pregunta que se hacen muchos vecinos es evidente: ¿cuánto falta para el próximo susto por esta negligencia?

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