En realidad, el Arco de Ladrillo es un monumento —un arco de ladrillo, como su nombre indica— sobre las vías del tren al lado de la estación de Valladolid construido en 1856, justo antes de que se tendieran los raíles de la línea Madrid-Hendaya, pero los vallisoletanos utilizan su nombre para referirse también al viaducto levantado a su lado a mediados del siglo XX y por el que pasan 38.000 vehículos al día, de uno a otro lado de la ciudad, sobre una avenida homónima.

Ese paso elevado, en estado cochambroso, ha sido “desmontado”, “derribado” “demolido” y salvado de la demolición una y otra vez —dependiendo de los vaivenes económicos, políticos y urbanísticos— durante la última década y media, pero además es el epicentro de la pugna política desde que hace un año el socialista Óscar Puente perdiera la alcaldía y aterrizara en ella el popular Jesús Julio Carnero bajo el estandarte de soterrar las vías (1.570 millones de euros de factura), proyecto que Puente había descartado y sustituido por otro que contempla conectar ambos lados con pasos rodados, peatonales y ciclistas sobre y bajo el tren (350 millones) y que ya está en marcha.

Un viaducto ruinoso y una antítesis

El asunto se ha enconado en las últimas horas de este viernes hasta el punto de que el PSOE en el Ayuntamiento ha pedido la dimisión de Carnero al minuto de que este anunciara que se gastará 2 millones de euros por la vía urgencia para reparar la pobre infraestructura cuya seguridad para el tráfico está gravemente en entredicho, según los informes técnicos, una obra que, además, prácticamente coincidirá en el tiempo con el derribo que pretende el Ministerio y que ya habían reclamado los socialistas en pleno el año pasado para construir un moderno túnel que lo sustituya.

En el fondo del asunto está la antítesis “soterramiento sí-soterramiento no” que defienden, respectivamente, el actual alcalde y el anterior, por esas cosas del destino, ministro de Transportes con la sartén por el mango a la que el regidor Carnero se resiste, puesto que no puede renunciar a su principal compromiso electoral cuando sólo ha transcurrido un año de mandato, de modo que va poniendo a la integración ferroviaria de Puente los palos en las ruedas que va pudiendo.

Riesgo de derrumbe

Así, el Grupo Socialista basa su petición de dimisión en la irresponsabilidad del alcalde, que, dicen, “boicoteó” la solicitud de demolición del viaducto —votos en contra del bloque PP-Vox— como mecanismo de oposición a la integración ferroviaria, pese a conocer el grave riesgo de derrumbe que señalaba un informe técnico fechado en enero que citaba “daños en la estructura que suponen un potencial peligro para la seguridad”.

Los socialistas entienden que se trata de un “parche” millonario frente a la demolición a corto-medio plazo que sugieren los informes técnicos municipales, a la que obliga la construcción de un nuevo túnel bajo las vías y que el grupo socialista reclamó hace meses para evitar los riesgos derivados de su estado.

La eterna agonía de una infraestructura caduca

La hemeroteca es implacable con respecto a los planes anunciados para esta vieja infraestructura desde que empezó a hablarse del soterramiento de las vías en 2001, promesa con la que el entonces alcalde, Javier León de la Riva, revalidó el poder en el Ayuntamiento una y otra vez: “El soterramiento llegará en 2006”, dijo entonces.

Tras sucesivos aplazamientos y ratificaciones del proyecto, en enero de 2010 De la Riva anunció a bombo y platillo que ese mismo mes de junio se abriría “la primera gran zanja” en Arco de Ladrillo; que se desmontaría el actual viaducto y se iniciaría la excavación de un paso subterráneo para vehículos compatible con el soterramiento. No habría marcha atrás, se afirmaba entonces. De hecho, el Ayuntamiento estaba ya “trabajando en alternativas” para el tráfico que soporta el paso elevado.

Sin embargo, en diciembre de 2010, amparándose en la crisis económica, De la Riva dio marcha atrás y descartó eliminar el viaducto “hasta contar con una fecha para el inicio de las obras de soterramiento”, que seguía siendo una incógnita. Cualquier “anticipación” desmontando el viaducto supondría, añadió, "complicarse la vida de forma innecesaria". Sólo un mes después, en enero de 2011, preguntado por el asunto tras una reunión tripartita Ministerio-Gobierno autonómico-Ayuntamiento, De la Riva auguró el desmontaje del Arco de Ladrillo en 2013 y el inicio del túnel en 2014.

El cuento de nunca acabar

Pero la historia continúa. En febrero de 2013, el alcalde De la Riva reconoció que el soterramiento “tendrá que esperar a tiempos mejores” y que tenía que seguir teniendo paciencia. Eso sí, el regidor sopesó reducir el túnel, hacerlo más corto para ahorrar parte de los 36 millones que afirmó que costaría demoler el paso elevado, desmontar el monumento de ladrillo y construir el paso subterráneo.

La entrada en la Alcaldía de Óscar Puente en 2015 cambió los planes de forma radical. Asumida la imposibilidad de llevar a cabo el soterramiento debido a la deuda de la Sociedad Alta Velocidad en la que participan las tres administraciones (local, autonómica y estatal), cuyas cuentas estaban embargadas, en 2017 se firmó un acuerdo unánime para “integrar el tren en superficie” con un coste mucho menor.

Presentado el proyecto, comenzaron las licitaciones, adjudicaciones y obras de varios de los 20 pasos previstos de uno al otro lado de las vías, incluido, lógicamente, el Arco de Ladrillo, —“en muy mal estado” dijo Puente—, obra a punto de licitarse a día de hoy. "Va a ser un paso del siglo XXI", dijo el entonces alcalde de Valladolid, "la ciudad no puede esperar otros veinte años" y pidió "Que nadie pare esto porque llevamos muchos años esperando".

Sin embargo, contra todo pronóstico, las elecciones del 28 de mayo de 2023 le dieron un nuevo vuelco a los planes. La ciudadanía optó por Carnero y su insistente promesa de soterrar las vías, algo que asumió como proyecto personal: “Si no soy capaz de soterrar, sobro”, dijo. Y en noviembre comenzó a liderar la oposición al flamante ministro, anunciando alegaciones y alargando así la agonía del viaducto. El portavoz del PSOE en el Ayuntamiento, Pedro Herrero recordaba el acuerdo de 2017: “No es una cuestión ideológica, ni de partido, sino racional, de puro sentido común”.

Pero Carnero no perdió el tiempo para darle la vuelta. En agosto de 2023, sólo tres meses después de hacerse con el mando, el nuevo equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Valladolid PP-Vox anunció que cancelaría el proyecto del paso subterráneo del actual vial de Arco de Ladrillo porque podría "comprometer" el objetivo del soterramiento.

En abril de 2024, Puente, ya en calidad de ministro, pidió a Carnero que aclarara sus intenciones con respecto al proyecto ferroviario y anunció que la Sociedad Valladolid Alta Velocidad estaba ya supervisando el proyecto de demolición del viaducto, que anunció inmediato.

El último capítulo es el que inicia este reportaje. Si los plazos se cumplen, la reparación “de emergencia” por la que el Ayuntamiento pagará 2 millones, con fecha fin prevista en poco menos de un año, coincidirá con su derribo. Carnero asegura que el proyecto del paso no estará listo antes de tres meses y que su prioridad es la seguridad. Fuentes de la Sociedad Alta Velocidad confirman a elPlural.com que el proyecto del nuevo túnel estará listo este verano, la licitación de las obras en otoño y el derribo del viaducto será lo primero que se acometa, antes de navidad.

Para entonces, los trabajos de restauración del Ayuntamiento aún estarán sin terminar.

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