A las 20:51 horas de este miércoles, el portavoz de Vox Alejandro Hernández desvelaba lo que toda la Cámara autonómica llevaba horas esperando: “No nos ha faltado coraje para presentar la enmienda, ni nos va a faltar tampoco para tomar las decisiones que el interés general de los andaluces nos pide”.
En román paladino: el partido ultra regresaba al consenso tras haber tenido una semana en jaque el proyecto de Ley de Presupuestos del Gobierno andaluz.
Aunque Hernández dejó para su último turno de intervención la confirmación expresa de la retirada de la enmienda, las pistas que dio en su primer discurso no dejaban lugar a dudas: “Para nosotros lo más fácil hubiera sido mantener la enmienda, porque nuestro rival político es el PP y en menor medida Ciudadanos”. Blanco y en botella.
Miedo en el cuerpo
Por primera vez desde que firmó el acuerdo de legislatura con el PP que dio paso al Gobierno de este partido con Ciudadanos, Vox ha conseguido meterle de verdad el miedo en el cuerpo al presidente de la Junta, Juanma Moreno. En esta ocasión, los ultras han jugado en serio y además han jugado fuerte, si bien la dirección estratégica de su órdago era cosa de Madrid y no de Sevilla.
Hasta que Santiago Abascal, el líder nacional del partido, no dio luz verde al principio de acuerdo enhebrado por la mañana por sus suboficiales andaluces con el Gobierno de Moreno, el grupo parlamentario que preside Francisco Serrano –pero parece liderar Alejandro Hernández– no comunicaba oficialmente al Parlamento la retirada de la enmienda a la totalidad.
Eso ocurría al filo de las ocho de la tarde. Hasta no mucho antes de esa hora, en el Gobierno andaluz no las tenían todas consigo a pesar de las cesiones que ha tenido que hacer a la formación ultra y que pronto se irán conociendo en detalle.
El precio
Tras una réplica del consejero Bravo al portavoz ultra quizá demasiado cargada de jabón, Hernández detalló en su última intervención las exigencias de Vox que el Gobierno de PP y Ciudadanos ha aceptado: los futuros Presupuestos no hablarán de violencia de género, sino de violencia intrafamiliar; se eliminará la nomenclatura de transversalidad de género a favor de concepto de igualdad; incorporarán "por primera vez" el concepto de “inmigración irregular”; habrá partidas de memoria histórica solo para exhumación e identificación de víctimas, pero no para asociaciones memorialistas; se creará un servicio de atención a las mujeres embarazadas; se apoyará a hijos y nietos de andaluces en zonas de inmersión lingüística con “dificultades para aprender castellano”; se suprimirán entes de la administración paralela...
Estas son algunas de las concesiones arrancadas por Vox, que en su negociación ha puesto especial énfasis en revertir el vocabulario político y presupuestario en materia de igualdad o inmigración.
Cosa de tres
Vox, en efecto, ha cedido finalmente, pero ha logrado visibilizar como nunca hasta ahora que la legislatura andaluza es cosa de tres, y no de dos como tantas veces ha proclamado Ciudadanos, enfureciendo a los ultras con un desdén que ha ido yendo a menos pero sin desaparecer del todo.
La clave, en todo caso, no estaba en Andalucía, sino en Madrid. Vox ni siquiera se ha molestado en ocultar que el desenlace de los pactos en otros territorios, y muy especialmente en Madrid, condicionaría el destino de la ley andaluza de Presupuestos. De hecho, los acuerdos alcanzados ayer por PP, Ciudadanos y Vox en la Asamblea de Madrid presagiaban que los ultras regresarían al redil andaluz, como así ha sido.
Chiringuitos según dónde
Una de las obsesiones de Vox en política presupuestaria es la supresión de agencias y entes instrumentales de la Junta de Andalucía, que los ultras denominan despectivamente “chiringuitos”, pero que también están muy presentes las demás comunidades, entre ellas Madrid, sin que tal circunstancia parezca indignar a los de Abascal como sí lo hace, en cambio, en Andalucía.
Durante el debate presupuestario, que arrancó con una larga y prolija intervención de un consejero de Hacienda que se ha revelado como un sobresaliente parlamentario, en la defensa de sus enmiendas a la totalidad la oposición de izquierdas cargó contra el protagonismo político que está teniendo Vox en esta legislatura.
El rehén
Para Mario Jiménez, portavoz socialista, el presidente Juanma Moreno es “rehén de la ultraderecha” y ha aceptado sin rechistar “el mercadeo indecente” impuesto por Vox al convertir la Comunidad en moneda de cambio con otros territorios. Para los socialistas andaluces, hemos asistido al “espectáculo bochornoso de un Ejecutivo arrodillado que espera una llamada de Madrid".
Y en parecidos términos se pronunció el portavoz de Adelante Andalucía, Guzmán Ahumada: el de Moreno es un “Gobierno débil” y “rehén” de quienes se han declarado enemigos de la autonomía andaluza. “El Presupuesto, por mucho paripé que se vengan a marcar, está siendo utilizado como moneda de cambio en Madrid”, sentenció Ahumada, en la misma línea que Jiménez.