Hay desconcierto en las filas andaluzas de Podemos y de Izquierda Unida. La dirección nacional morada prepara el desembarco de la escuadra pablista que, capitaneada por la congresista por Córdoba Martina Velarde, en pocas semanas desalojará a Teresa Rodríguez, cuyo repliegue a las trincheras anticapitalistas augura una soledad política hoy disimulada por la proyección parlamentaria de la diputada por Cádiz.

En el seno de Adelante Andalucía, la confluencia electoral impulsada por Rodríguez y el coordinador de IU Antonio Maíllo, hay de puertas adentro, y a veces afuera, un debate de naturaleza más escolástica que propiamente política en torno a esta pregunta: ¿de quién es la marca Adelante? ¿De Podemos? ¿De Izquierda Unida? ¿De Teresa Rodríguez? ¿De Toni Valero? ¿De todos? ¿De nadie?

Vana discusión esta –como todas las que guardan el formato de si son galgos o podencos–, pues un Adelante despedazado por los tirones de sus legítimos herederos para quedarse con la propiedad quedaría reducido a pobre chucho incapaz de cazar votos.

Teresa y la margarita

La incertidumbre que reina en la infantería andaluza de IU y Podemos está también directamente relacionada con la ambigüedad calculada de Teresa a la hora de desvelar sus verdaderos planes.

En principio, parece que su propósito sería concurrir a las futuras batallas electorales bajo el pabellón de Adelante Andalucía, pero si la nave y la propia tripulación quedan reducidas al mínimo y además son tildadas de piratas por haber armado su escuadra con velas, aparejos y estandartes 'robados', sus opciones de victoria serán muy pocas.

Aunque flanqueada por el andalucismo de izquierdas que encarnan Pilar González y Pilar Távora, en el fondo Teresa Rodríguez solo se tiene a sí misma. Las dos Pilares son columnas leales y voluntariosas, pero demasiado frágiles para sostener con el único auxilio de Anticapitalistas la fábrica de Adelante que con tantos trabajos levantaran hace ahora dos años Rodríguez y Maíllo, con la ayuda de Távora y González.

Siglas paralelas

Cabe, pues, establecer un cierto paralelismo entre la trayectoria de Íñigo Errejón y su Más País y la de Teresa Rodríguez y su Adelante. Errejón e Iglesias rompen porque acaban comprendiendo que, pese a haber nacidos juntos para la política, militan en proyectos distintos: puede que complementarios, pero distintos; en teoría, más radical el de Iglesias y más moderado el de Errejón.

Aunque todavía de hecho más que de derecho, Teresa ha acabado rompiendo con el Podemos de Pablo y la IU de Toni Valero y Alberto Garzón porque los unos y la otra militan en proyectos igualmente complementarios, pero no menos distintos que los encabezados por el vicepresidente del Gobierno y el diputado por Madrid: en teoría, más radical el de Rodríguez que el de Iglesias, Garzón y Valero.

¿Las diferencias? Rodríguez quiere una relación confederal con los morados; quiere que Adelante sea un partido hermano pero independiente, no una división federal de Podemos; quiere acentuar el perfil nacionalista y cuasi soberanista de Adelante, en la línea de En Marea o los Comunes; y no quiere de ninguna forma integrarse en un gobierno de coalición con el PSOE.

Aun escoltado en Andalucía por nombres tan valiosos como los de Carmen Lizárraga o Esperanza Gómez, la debilidad orgánica y la casi inexistente presencial territorial de Más País no auguran un gran futuro al partido de Errejón, para el que cualquier coyuntura mínimamente adversa –como la que hubo de afrontar el 10-N– resulta poco menos que letal.

La situación de Teresa Rodríguez es, ciertamente, algo más sólida, pero no lo bastante como para que el solo patrimonio de su nombre y su trayectoria parlamentaria puedan compensar las debilidades de partida. Si la dirigente de Rota y su gente deciden surcar en solitario los océanos electorales del futuro comprobarán más pronto que tarde la inmensidad de su desamparo.