Dice un tío muy simpático por la radio: si lo que pretende Pedro Sánchez es pasar desapercibido, desde luego que lo está consiguiendo… Si su plan era alcanzar las más altas cimas de la irrelevancia pública y política, tenemos que reconocer que está siendo un éxito tan tronador como su silencio.

Ibamos en el coche, camino de una barra de primavera y unos caracoles, por fin. Mi altocargo hizo gesto de cambiar el dial del tío simpático porque sabe que a veces la radio puede provocar heridas de pronóstico reservado, incluso a carcajada limpia. Pero era demasiado tarde para evadirse y ya el tío simpático de la radio remataba venido arriba: nuestra más cordial felicitación a Pedro Sánchez y a sus asesores por haberlo conseguido: no sabemos nada de él.

Tengo un colega que tiene un colega que es un sabio de las encuestas y que hará un mes y medio fue llamado a compartir una mañana en donde la sala de máquinas de Ferraz. La versión que cuenta el colega de mi colega no es muy alentadora. Viene a decir que casi todo lo que se oyeron allí fueron adulaciones estratégicas y versiones coloreadas de la parte optimista de las encuestas.

Viene a decir que nadie de los que estaban allí dejó en el aire la duda de si tal vez acaso por ventura no está siendo demasiado bajo el perfil del secretario general o incluso a lo mejor que tal vez ocupara más espacio más relevante en vez de encontrarnos a Carmen Calvo (fui a decir y volví dicho) y a Margarita Robles (sin duda la cumbre del parlamentarismo sociata) en todas las esquinas de los medios. Y vino a decir que allí todos concluyeron que todo fluye como debe y que no hay que dejarse llevar por los datos de oportunidad, pagados a buen precio por intereses furtivos.

-¿Y Pedro Sánchez, qué decía?, dice mi colega que le preguntó a su colega que estuvo allí.

-Pedro Sánchez tomaba notas y guardaba silencio.

Ya metidos en el festival de los caracoles convenimos mi altocargo y yo que pareciera como si toda la tralla del guapo Sánchez se hubiera agotado con su victoria en las primarias y la vida se adentrara en esa paradoja avendañiana según la cual el que ganó parece estar perdiendo y la que perdió parece estar ganando. Un juego de palabras que trae ruido de (breve) adelanto electoral andaluz para las postrimerías del año y así todos lleven razón pero Ella más que nadie: un adelanto pero casi sin adelantar.

Al segundo plato, con los dedos chorreando de caldito, se nos cruzó en la conversación la ocurrencia de Manuel Valls de dejarse querer para alcalde de Barcelona y andarse de manitas con Rivera, lo cual que dejaba en el aire la sensación de que a lo mejor ésa debería haber sido una opción más propia del señorito Iceta y del señor Pedro Sánchez.

Me vi en la obligación de recordarle a mi altocargo que Pedro Sánchez había comentado recientemente al respecto que el señor Manuel Valls hace tiempo que dejó de identificarse, cité textualmente, con “nuestro proyecto”.

-Ah, terció mi altocargo, haciéndose de tipo simpático de la radio, ¿pero tenemos un proyecto?