Escenario 1. Votación de la Mesa del Parlamento de Andalucía, el 28 de octubre, sobre la petición de la portavoz de Adelante, Inmaculada Nieto, de expulsar por tránsfugas del grupo a ocho diputados alineados con Teresa Rodríguez: aunque el Letrado Mayor pone pegas, PP (2), PSOE (2) y Vox (1) respaldan la solicitud. La presidenta Marta Bosquet (Cs) y el diputado naranja la rechazan.

En consecuencia, Rodríguez y los suyos dejan ese día de formar parte de Adelante y se convierten en diputados no adscritos.

Escenario 2. Votación de la Mesa del Parlamento de Andalucía el 5 de noviembre sobre el recurso contra su expulsión presentado por los ocho exdiputados de Adelante: los 2 miembros del PP cambian el sentido de su voto de la semana anterior, se unen a los 2 miembros de Cs y revierten la decisión del 28 de octubre.

En consecuencia y aunque provisionalmente, Rodríguez y los suyos vuelven a reintegrarse en Adelante hasta que la Mesa examine el informe jurídico que el Letrado Mayor elaborará tras estudiar la documentación complementaria que deberá presentar Nieto.

Un viraje de 180 grados

Entre una y otra reunión de la Mesa, el PP decide cambiar de posición. Su rectificación del día 5 da un vuelco a la situación creada la semana anterior y rescata a Rodríguez y los suyos del pozo de los no adscritos.

De haber mantenido el PP su voto favorable a la expulsión, los ‘odiosos ocho’ se habrían visto abocados a acudir al Tribunal Constitucional, pero mientras este decidía ellos habrían perdido gran parte de su protagonismo político y visibilidad parlamentaria, así como lo que pudiera corresponderles de los 1,66 millones de euros que el Parlamento asigna anualmente a Adelante por sus 17 diputados.

Se conoce, pues, el resultado del partido del 5 de noviembre (4-3: PP y Cs por un lado y PSOE y Vox por otro), pero no cómo se llegó a él, puesto que fue un encuentro sin público y, obviamente, los dos diputados conservadores no han revelado ni revelarán en qué momento y por qué cambiaron el sentido del voto y quién les ordenó hacerlo.

Maniobras y perfiles

Es evidente, por lo demás, que Teresa Rodríguez y los suyos debieron maniobrar con discreción para revertir la decisión de la Mesa del 28 de octubre, letal para sus intereses y del todo ilegítima según su opinión.

Debió haber, con toda seguridad, llamadas al más alto nivel. Rodríguez no tiene mala relación personal con el presidente Juan Manuel Moreno. No es improbable que ambos hablaran y que el presidente, tras consultarlo con su mano derecha Elías Bendodo, decidiera realinearse con los ocho de marras.

Para los anticapitalistas, llamar a los socialistas para convencerlos de que cambiaran su voto era perder el tiempo. En el embrollo que está ahogando a Adelante, el PSOE andaluz ha apostado por un perfil lo más bajo posible: no ha querido preguntarse cuál de los dos bandos tiene razón y se ha limitado a mostrarse leal con Izquierda Unida y Podemos, los dos partidos coaligados en el Gobierno de España que preside Pedro Sánchez.

Si Unidas Podemos cree que Teresa y los siete son tránsfugas, los de Susana Díaz no piensan discutirlo: ni quitan ni ponen rey, pero sirven a su coalición, y de paso castigan a esa facción calvinista de la izquierda andaluza con la cual toda reconciliación es, hoy por hoy, imposible.

San Telmo se lo piensa

Es fácil imaginar pero difícil saber qué llevó al PP a cambiar de posición. Podría aducirse que pesaron en él los escrúpulos jurídicos, pero hay que descartar ese motivo bienintencionado porque ya en la reunión del 28 de octubre el Letrado Mayor, Ángel Marrero, había advertido insistentemente sobre las carencias jurídicas de la petición tramitada por Inmaculada Nieto, sin que sus observaciones hicieran mella alguna en Esperanza Oña y Manuel González, los dos miembros del PP en la Mesa.

En el cuartel general de San Telmo no faltaban, en cualquier caso, razones para mostrarse receptivos a los argumentos de Rodríguez. Por un lado, dejaban al PSOE haciendo pinza en solitario con Vox al apoyar ambos una expulsión jurídicamente muy controvertida; un PSOE aliado con el partido ultra al que tanto dice detestar es buen escenario para el PP.

Por otro lado, si los ‘odiosos ocho’ siguen formando parte de Adelante, la bandera antisocialista que incansablemente ondea en las manos de Teresa Rodríguez será más visible al continuar como presidenta del grupo parlamentario: desde luego, mucho más que si ella y sus fieles son largados al gallinero de los no adscritos.