Aunque, en su literalidad, el acuerdo sellado ayer por Ciudadanos y el Gobierno de España se circunscribe a la prolongación del estado de alarma contra el coronavirus que se vota hoy en el Congreso, la mayoría de observadores lo han interpretado como un cambio estratégico en el partido naranja.

Atrapado en el bloque conservador adonde imprudentemente lo abocó su fundador Albert Rivera, Ciudadanos no acaba de encontrar la fórmula para recuperarse de la desafección masiva de los cientos de miles de votantes que en noviembre pasado redujeron a 10 los 57 diputados obtenidos solo cinco meses antes.

El acuerdo alcanzado con el Ejecutivo de Pedro Sánchez para votar a favor de prorrogar el estado de alarma tiene mucho de ‘desescalada política’, así como de un cierto abandono de las posiciones obsesivamente antisocialistas que habían acabado por borrar las señas de ponderación ideológica y transversalidad parlamentaria del partido.

Colgados de la brocha

El movimiento pilotado por la presidenta nacional Inés Arrimada parece dejar a la dirección andaluza ‘colgada de la brocha’, la expresión coloquial que identifica una situación comprometida o embarazosa al perder alguien de forma repentina el respaldo que evitaba su caída.

La política de distensión inaugurada ayer en Madrid no provocará caídas ni grandes tiranteces en Andalucía, pero probablemente propiciará el regreso paulatino de Juan Marín a la moderación y templanza que caracterizaron sus primeros años como parlamentario.

La entrada de Cs hace un año y medio en un Gobierno políticamente dominado por el PP y parlamentariamente dependiente de la extrema derecha ha estrechado los márgenes de diferenciación ideológica de los naranjas con respeto a los populares en Andalucía.

La cultura fuertemente antiizquierdista del PP ha contaminado a sus socios inicialmente centristas, y lo ha hecho hasta tal punto que resulta casi imposible diferenciar el discurso político de un partido y otro.

Es más: el portavoz naranja en el Parlamento de Andalucía, Sergio Romero, acostumbra en sus intervenciones a adelantar al PP por la derecha, sembrando seguramente el desconcierto en buena parte de los 344.000 votantes que el partido logró retener el 10 de noviembre.

Cambio de tono

Aun así, se diría que el pacto de Arrimadas ya ha empezado a surtir efecto en el tono de las declaraciones públicas. Esta misma mañana, en una entrevista en Canal Sur Televisión, la consejera de Igualdad de la Junta, Rocío Ruiz, exhibía un acento mucho más conciliador de lo que viene siendo habitual en altos cargos y dirigentes naranjas andaluces.

Ruiz apostaba por “políticas útiles” alejadas de la confrontación y calificaba de “importante y decisivo” el acuerdo de sus compañeros de la dirección nacional con el mismo Ejecutivo al que sus homólogos populares en el Consejo de Gobierno de la Junta denominan “socialcomunista”.