Elías Bendodo puso el adjetivo (“explosiva”) y Juan Marín el porcentaje (“el 70 por ciento”). Ambos parecían haber encontrado en la cepa británica la explicación a la embarazosa circunstancia de que los contagios se hubieran disparado en Andalucía hasta rozar casi 7.000 casos nuevos en solo 24 horas.

Por la mañana, el consejero de Presidencia vinculó la evolución "explosiva" de contagios por coronavirus en esta tercera ola de la pandemia a la presencia de la conocida como cepa británica, que es más contagiosa, aunque "menos letal".

Unas horas después, el vicepresidente Juan Marín tasaba el porcentaje de culpabilidad de la cepa británica: era la causa, dijo, de “más del 70 por ciento de los nuevos contagios, lo que está provocando una expansión mucho más rápida”.

Más tarde, Marín se veía obligado a rectificar a través de su gabinete atribuyendo el error del vicepresidente a una confusión: lo que en realidad había querido decir es que la cepa británica es un 70 por ciento más contagiosa, no que hubiera causado el 70 por ciento los nuevos contagios.

De 'anticiparse' a 'sopesar'

La atribución de culpas a la cepa británica salvaba limpiamente la responsabilidad de un Ejecutivo que se ha pasado meses presumiendo de su capacidad de anticipación, mientras la oposición criticaba su lentitud y titubeos a la hora de decidir medidas más restrictivas.

En principio, será mañana cuando el comité de expertos que asesora al Gobierno andaluz proponga un endurecimiento de las restricciones, por lo demás ya anunciado por el presidente Juan Manuel Moreno y el consejero de Salud Jesús Aguirre tras sopesar, dijeron, la evolución de los contagios. En el argumentario del Gobierno andaluz el verbo 'anticiparse', del que tanto ha abusado en el pasado, parece haber cedido su lugar al más modesto de 'sopesar'.

También el presidente de la Junta puso de su parte para desviar el foco de atención del palacio de San Telmo al palacio de la Moncloa. Solo 48 horas después de entrar en vigor –el lunes 11 a las cero horas– las nuevas, y más bien tímidas, restricciones anunciadas por Moreno el viernes 8, los datos de contagios y presión hospitalaria evidenciaban dramáticamente hasta qué punto la Junta se había quedado corta al limitarse a introducir meros retoques en las medidas adoptadas el 10 de diciembre y relajadas durante las fiestas navideñas.

Además de citar también la cepa británica, Moreno dijo que el “el Gobierno central debería “ir pensando en el confinamiento total para el conjunto de España” como medida para frenar la escalada de contagios.

Confinar ya no es lo que era

El presidente recordó que países como Alemania, con estructuras económicas y sanitarias “mucho más poderosas” que la de España, estaban optando por un confinamiento duro. Precisamente, el encierro domiciliario decretado por el Gobierno de España en el primer estado de alarma, de marzo a junio del 2020, fue reiteradamente puesto en cuestión por el Partido Popular y su presidente nacional Pablo Casado.

Aunque el momento de hacerla estuviera dictado por el interés partidista o el ventajismo táctico, la  sugerencia de Moreno al Gobierno central no es descabellada. Las voces de muchos expertos vienen apuntando en esa dirección desde hace semanas: justamente por ello sorprendió tanto que el pasado viernes el denominado comité de expertos, siempre citado por Moreno para justificar sus restricciones, aconsejara únicamente introducir unos simples retoques en las medidas adoptadas antes de Navidad.

En su comparecencia de ayer, el presidente ya no hizo mención a lo que días atrás había denominado con cierta jactancia el supuestamente exitoso “modelo andaluz” de contención del virus, concebido en realidad con los mismos mimbres –no hay muchos más– que en el resto de España y de Europa: combinando, en proporciones no siempre afortunadas, la limitación de la movilidad y la permisividad en la actividad económica.

"Incapaz y perdido"

Mientras, la oposición no está teniendo mucha indulgencia con un Gobierno que tal vez no se ha ganado, pero que, al igual que sus homólogos autonómicos o europeos, está sobrepasado por una pandemia de dimensiones planetarias que, en todos los países afectados, viene sometiendo a un prolongadísimo test de estrés al sistema sanitario y a la maquinaria económica.

El Partido Socialista e Izquierda Unida fueron de nuevo ayer muy críticos con la gestión del Ejecutivo de Moreno. El coordinador general de IU Andalucía, Toni Valero, dijo que el presidente no esta asumiendo la responsabilidad por sus errores: “Prefirió priorizar las festividades, y ahora se reconoce incapaz y perdido y quiere lavarse las manos sin asumir la responsabilidad".

No menos riguroso se mostró el portavoz parlamentario socialista, José Fiscal, que calificó de “limosna” la ayuda directa de 1.000 euros a las pymes de sectores como el comercio, la hostelería o las agencias de viaje. Esta tercera ola, dijo Fiscal, “le pilla a Moreno Bonilla en medio de la adopción de medidas absurdas como un cambio de escudo o el nombramiento de altos cargos o convocando a los partidos para asuntos que no son prioritarios en este momento”.