Lejos de su tierra, concretamente en Barcelona, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno Bonilla, ha desvelado un nuevo dato desgarrador de la crisis de los cribados: más de 23 mujeres han desarrollado cáncer de mama de las 2.317 víctimas de los fallos del sistema. El jefe del Ejecutivo regional aprovechaba la presentación de su nuevo libro – Manual de Convivencia – para manifestar que “algo más del 1% de las afectadas” padece la enfermedad. Habló en porcentajes y no en números brutos, aunque se trata de casos confirmados por la Consejería de Salud después de que trascendiera la información de que estas mujeres tuvieran que esperar meses y hasta dos años en ser llamadas para una prueba complementaria que confirmase su malignidad.

En consecuencia, Moreno Bonilla ha optado por no ofrecer cifras absolutas, evitando así poner rostro a una tragedia sanitaria que ha golpeado contra la gestión de lo público del Partido Popular en Andalucía, sumada a otras catástrofes en el territorio como la DANA de Valencia. Según la información facilitada por la Consejería de Salud, esos al menos 23 casos confirmados corresponden a mujeres incluidas en el recuento oficial de 2.317 afectadas. Un vacío que deja abierta la pregunta sobre si la cifra real podría ser mayor.

Daño electoral

Por primera vez, además, Moreno Bonilla ha reconocido de manera explícita que el hospital Virgen del Rocío de Sevilla no cumplió el protocolo establecido. Una afirmación que supone un giro relevante en el discurso oficial del Gobierno andaluz, que hasta ahora había sostenido que el protocolo no obligaba a llamar a las mujeres y que, además, era heredado de la etapa en la que gobernaba el PSOE. El reconocimiento de un incumplimiento rompe esa línea defensiva y confirma que hubo fallos graves en la cadena asistencial.

Pese a la gravedad del asunto, el presidente andaluz ha introducido un elemento que ha generado especial malestar: la lectura electoral de la crisis. Moreno ha admitido que el escándalo del cribado tuvo consecuencias en las encuestas internas de su partido. “Lo puedo decir públicamente: bajamos seis puntos”, ha afirmado, para añadir a renglón seguido que esos apoyos “ya los hemos recuperado”. Una reflexión que, para muchos, reduce un problema de salud pública a un bache coyuntural en las expectativas electorales.

Balones fuera

El propio presidente ha tratado de matizar esa visión señalando que “no importa el resultado electoral” y que la dimensión del problema habría sido la misma aunque solo hubiera afectado a una mujer. Sin embargo, esa afirmación contrasta con el énfasis puesto en la recuperación demoscópica, así como con el intento de cerrar la crisis apelando a un supuesto refuerzo del sistema. Moreno ha defendido que, tras lo ocurrido, el programa de cribado ha salido fortalecido porque la Junta “se ha chequeado” a sí misma.

En su relato, el foco de la responsabilidad se sitúa en una “jefatura de servicio” concreta, sin citar nombres, aunque desde el inicio de la polémica el Gobierno andaluz ha señalado al Virgen del Rocío. Moreno Bonilla ha asegurado haberse “sentido responsable” y ha reivindicado su gestión de la crisis como un ejemplo de actuación “de libro”: pidió perdón públicamente y la entonces consejera de Salud, Rocío Hernández, dejó el cargo.

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