La crisis que atraviesa la Sanidad de Andalucía en los últimos días alcanzó su punto álgido en la tarde del 8 de octubre, cuando se conocía la dimisión de la consejera de Salud, Rocío Hernández. En realidad, la caída que este servicio público viene experimentando en su calidad la viven los andaluces desde hace unos años, pues, en menos de cinco años, se ha dado un severo aumento de las listas de espera, el cierre de especialidades en numerosos centros, no se ha abordado el déficit de profesionales sanitarios y se ha sobrecargado a los que están en plantilla, así como no se han estabilizado contratos de los trabajadores, se han mantenido a los hospitales con recursos limitados y generado gran descontento por la gran derivación de pacientes a la privada que el Ejecutivo andaluz ha permitido, o propiciado. 

Una serie de elementos que han lastrado enormemente a la asistencia sanitaria que se ha brindado a los vecinos y vecinas de esta comunidad autónoma, a los que dejaba anonadados el último escándalo que están presenciando y por el que se conocía los enormes retrasos en la comunicación de los resultados de los cribados del cáncer de mama. Hasta más de un año llevan más de 2.000 mujeres esperando un diagnóstico tras haberse hecho las pruebas y, ahora, el temor se extiende entre la población de Andalucía pues, según han trasladado numerosas personas a asociaciones y partidos políticos, esta situación se estaría dando también en otros tipos de enfermedades. 

Sin respuestas claras a lo ocurrido y esperando la puesta en marcha de soluciones, los andaluces han atendido en estos días a las distintas versiones que ha dado el Gobierno andaluz para justificar este suceso, así como a los bulos propagados por Moreno Bonilla y Juan Bravo, quienes aseguraban que María Jesús Montero eliminó la obligatoriedad de informar de los resultados, cuando desde 2011 se indica que se deben comunicar a la paciente en el Protocolo Asistencial Integrado de cáncer de mama. Entre tanto, las calles ya han hallado movilizaciones que han reclamado abordar de inmediato esta situación.

Un clima que reúne un conglomerado de emociones de tensión, irritación y miedo para muchos al haberse dado esta situación, que choca con uno de los objetivos subrayados en la Estrategia de Cáncer en Andalucía, implementada en el 2021 por el entonces consejero de Salud, Jesús Aguirre, donde se remarca la importancia de "establecer medidas para reducir los tiempos de espera para conocer los resultados de los procedimientos diagnósticos y disminuir demoras en el inicio de los tratamientos". Una estrategia que, por ejemplo, su sucesora en el cargo, Catalina García, ponía en valor en más de una rueda de prensa. 

María Luisa del Moral y Valle García sobreviven al escándalo

La Sanidad Pública en Andalucía sufre en estos días a uno de sus peores momentos en los últimos años. Ante la magnitud del escándalo, que se suman a los hechos mencionados que no encuentran solución, Rocío Hernández dimitía de su cargo, haciendo que, para lo que queda de mandato, Moreno Bonilla deba nombrar a la que va a ser a la cuarta persona que lidere la Consejería de Salud desde que llegó a la presidencia andaluza en el 2018. 

Hernández llegó a señalar que el problema con los cribados de cáncer de mama afectaba a solo "dos o tres casos aislados" y acusaba a las mujeres que trasladaron a los medios de comunicación sus testimonios de intentar manipular la imagen del Servicio Andaluz de Salud (SAS).

El sistema sanitario de esta comunidad autónoma pasa por una de sus peores épocas; sin embargo, a pesar de todos los elementos que vienen lastrando enormemente la asistencia que se brinda a los ciudadanos, dos de sus principales responsables, en el cargo ambas desde 2023, se mantienen en su posición, habiendo sobrevivido a la destitución de Catalina García por el exponencial aumento de las listas de espera y quedando, ahora, en el aire, qué ocurrirá ante el caos del cáncer de mama. 

María Luisa del Moral, viceconsejera de Salud, y Valle García, gerente del SAS, llegaron a sus altos cargos en la salud andaluza en el 2023. En este tiempo, ninguna ha parecido estar en posición de que se dude sobre su continuidad a pesar de que las responsabilidades de ambas en la gestión son extensas, afectando las líneas que sigan en el futuro a corto y medio plazo de la población de la comunidad autónoma.

De esta manera, la cordobesa Valle García, es concebida como la máxima responsable de la gestión y coordinación de los recursos y servicios sanitarios públicos en Andalucía. Así, entre sus principales atribuciones debe asegurar la correcta gestión de la red de centros sanitarios, coordinando tanto el personal como los recursos materiales y financieros para garantizar una atención sanitaria de calidad; impulsar y desarrollar planes, programas y políticas en materia de salud y bienestar de la población; supervisar la contratación, formación y organización del personal sanitario y no sanitario del SAS; o dirigir la respuesta ante situaciones de emergencia sanitaria, como epidemias, crisis sanitarias o situaciones excepcionales, entre otras funciones. Por ello, el peso que la gerente del SAS posee en la dirección del servicio es grande, disponiendo de voz para las decisiones organizativas. 

Antes de convertirse en gerente del SAS, Valle García fue directora del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, donde en el 2022 se le vio presentando un plan de acción en el que resaltaba el trabajo a hacer por reducir los tiempos de espera en la comunicación de los resultados en las pruebas de cáncer de mama. Un año después se convertía en una de las personas más importantes de la Sanidad Pública andaluza y, por el momento, parece que la crisis por la que pasa el servicio no le ha salpicado todavía a pesar de las funciones que posee.

Por su parte, la viceconsejera de Salud, María Luisa del Moral, es la encargada de coordinar y supervisar la planificación estratégica, financiera y operativa del sistema sanitario público andaluz. Su gestión se enfoca a la eficiencia de los recursos económicos y humanos, impulsar políticas de calidad asistencial y participar en la elaboración del contrato programa con el Servicio Andaluz de Salud (SAS), asegurando que los servicios sanitarios respondan a las necesidades reales de la población.

Además, lidera áreas clave como la inspección sanitaria, la regulación y acreditación de centros de salud, y la planificación territorial de la asistencia sanitaria en Andalucía. También coordina la participación en programas europeos vinculados a salud, así como la cooperación internacional y la gestión de fondos finalistas. Su labor es esencial para garantizar un sistema sanitario eficaz, transparente y adaptado a los retos actuales, con especial atención a la sostenibilidad y a la mejora continua del servicio público.

Ante las responsabilidades de ambas, se observa que han dispuesto de un relevante poder de decisión en el SAS que ha marcado algunas de las líneas que se han seguido desde su incorporación y que, en parte, han podido contribuir a este agujero en el que está inmersa la Sanidad Pública de Andalucía. Tanto Valle García como María Luisa del Moral sobrevivieron a la destitución de Catalina García, queda por conocer qué ocurrirá con ellas tras la dimisión de Rocío Hernández y cuánta importancia se dará a sus labores para determinar si son apartadas de sus cargos o no. A pesar de no ser posiciones que dispongan de la misma exposición pública que la de la consejera, sus elecciones son determinantes.

Síguenos en Google Discover y no te pierdas las noticias, vídeos y artículos más interesantes

Síguenos en Google Discover