Con tan solo 24 años, Lafkier Kaziza es un activista saharaui que vino a España en 2012 para curarse el brazo derecho al quedarle totalmente inutilizado a causa de las "brutales palizas" recibidas por parte de la policía marroquí. Hoy reside en Málaga, donde se encuentra estudiando la ESO. “Estoy en España para formarme pero tengo que volver al Sáhara para seguir mi tarea como activista”, aclara. ¿Cuándo empezaron tus actividades de protesta? Mi lucha en esta causa comenzó en el año 2005, con tan solo catorce años. Formamos un grupo de jóvenes en mi instituto con el fin de organizarnos para hacer manifestaciones y actividades que nos permitieran creer en una sola idea, que nuestra tierra algún día podría ser de nuevo nuestra. En la región del Aaiún, una de las más importantes del Sáhara con casi doscientos mil habitantes, dentro de nuestro instituto, que se llamaba el Aaiún Tres, comenzamos a manifestarnos dos veces al día. A mi madre le llegó una carta del director del colegio para que fuera a verlo. Mi madre se presentó en la sala del director y le dijeron que llevaba muy mal camino porque me estaba metiendo en muchas historias de resistencia política. Mi madre dijo que no lo volvería hacer pero yo y muchos de mis compañeros continuamos con las manifestaciones día tras día. Esto provocó que a las pocas semanas el director me expulsara definitivamente y que me prohibiera la entrada. Querían quitarme de en medio. ¿Cómo continúo tu lucha a partir de entonces? Cuando me echaron del colegio junto a varios compañeros ya tuve mis primeros encuentros con la policía. Al no estar ya en el colegio te podían coger cualquier mañana delante de una pancarta. Te pegaban una paliza y luego te dejaban en el mismo lugar. Eso era al principio. En el año 2008 estuve un tiempo cuidando los camellos y las cabras que tenía mi familia en la zona del desierto y no retomé el activismo hasta 2010 cuando los grupos de jóvenes a favor de la autodeterminación del Sáhara comenzamos a montar jaimas a las afueras de El Aaiún hasta que logramos crear el famoso ‘Campamento de la Dignidad’. ¿Qué recuerdas del 'Campamento Dignidad'? Durante 28 días estuvimos viviendo en este campamento con una organización muy cerrada para que no cometiéramos fallos si venía a atacarlo la policía marroquí. Hoy recuerdo aquellos días de lucha con mucha nostalgia. Algunos de mis compañeros fueron apresados y tienen actualmente cadena perpetua. ¿Cómo describirías aquel día que la policía llegó al campamento? Casi al cumplir un mes de resistencia en este campo, llegaron muchos todoterrenos de la policía. Recuerdo perfectamente la fecha, el 8 de noviembre de 2010 a las seis menos veinte de la tarde. También llegaron helicópteros que nos exigían que dejáramos el campamento inmediatamente para volver a la ciudad. La policía vino con muchas armas. Nosotros trasladamos rápidamente a los niños y mujeres que estaban en las jaimas hasta la ciudad y nos quedamos resistiendo aquella noche. Solo teníamos piedras para defendernos.

Año 2010: vehículos policiales marroquíes frente al Campamento Dignidad. Año 2010: vehículos policiales marroquíes frente al Campamento Dignidad.

 

¿Fuiste apresado por la policía en aquella ocasión? No recuerdo muy bien lo sucedido. Lo que sí tengo grabado es el momento en el que un policía vino hasta mí y empezó a golpear mi brazo derecho con la culata de un fusil. Fueron tan fuertes los golpes que llegó hasta el hueso y hoy, a mis 24 años, tengo este brazo inutilizado. Tras la fuerte paliza perdí el conocimiento y me llevaron directamente a un orfanato que improvisaron como prisión. Allí me esperaba otro grupo de tortura. Había tal cantidad de presos en la Cárcel Negra de El Aaiún, más de 200, que ya no cabían más detenidos. ¿Sufriste de nuevo tortura en aquel orfanato? No pararon de torturarme en ningún momento a pesar de lo mal que veían con el brazo. Aquella pesadilla duró casi un mes. La tortura la provocaban de muchas formas. Me quitaron mi ropa y me pusieron una nueva empapada de agua dejándome la ventana abierta en pleno invierno, me soltaban los perros, me colgaban para que me mantuviera con cuerdas de pie, sin descanso. En aquellas durísimas condiciones mi brazo se hinchaba cada vez más y después de casi un mes allí en prisión, me soltaron sin darme ningún papel. ¿Cómo pudiste recuperarte de aquellas secuelas? Me dejaron en la puerta de mi casa desmayado para que no reconociera a ninguno de los agentes. Mi madre al verme me llevó corriendo al hospital, pero nadie nos atendía. No querían tener problemas sabiendo que yo era un activista y mi madre tuvo que atenderme en casa durante seis meses con remedios naturales para que mejorara mi salud. Aun así solo he logrado mover un poco la mano, no puedo coger nada y el brazo lo tengo totalmente inutilizado. ¿Seguiste vigilado por la policía marroquí esos meses? Una de aquellas mañanas, cuando me levantaba bien temprano para salir a la calle a buscar desayuno para mi familia vi cómo dos coches me seguían. Estaban esperando a que saliera. Cuando terminé de comprar en la tienda, había dos coches delante de mí y otros dos más. Vinieron directamente hacia mí para cogerme. Estaban encapuchados. Solo les veía los ojos. Me llevaron directamente a la comisaría donde nos esperaba un policía para interrogarnos. En aquella ocasión llevaron al interrogatorio a mí y a un amigo mío, ya que aquella madrugada habíamos colgado una bandera del RASD, en el colegio donde nosotros estudiábamos. ¿Qué ocurrió en la comisaría? Me sentaron frente al jefe de policía diciéndome que solo querían advertirme. Me dijeron que me buscaban trabajo en Europa, una casa. Me ofrecieron Londres, Estados Unidos, España, donde yo quisiera. Me negué en rotundo porque solo querían quitarme de en medio, a mí y a mi amigo. A los pocos minutos vinieron cuatro hombres enormes con palos de manera a la sala. Me dieron en el brazo izquierdo y me colgaron por el brazo derecho. Me quitaron la ropa y continuaron pegándome en la cabeza, en las piernas, en la espalda, me torturaron con descargas de electricidad. Cuando llegué, los remedios naturales de mi madre ya no servían y fue gracias al contacto de nuestro grupo con la juventud de Izquierda Unida de España que se encontraba en el Aiun, que puede iniciar un tratamiento. Me dijeron que me tenía que trasladar a España para curarme porque sino no iba a salir de esa. ¿Cómo fue tu llegada a España? Me trasladé, gracias a la ayuda de IU, a Madrid donde empiezo mi recuperación en 2012, pero yo necesitaba hacer algo para defender la dignidad de los presos saharauis que estaban siendo torturados en las cárceles. Decidí irme a las puertas de la embajada marroquí en Madrid y estuve 18 días en huelga de hambre. Vinieron actores españoles, parlamentarios a los les expliqué todo lo que estaba pasando a los presos por parte de policía marroquí. A raíz de aquello me invitaron al Parlamento en España para explicar la situación que vivían los que defendían la libertad del Sáhara. Me escucharon algunos diputados que hablaron sobre este tema en la Cámara, aunque yo no pude hablar porque no era posible. ¿Cómo continúo tu vida en España? Tras mi visita al Parlamento, estaba mucho más recuperado y empecé a dar charlas y conferencias por toda España, donde también quiero continuar mi lucha. Hay que dar muchos pasos para que se busque a los culpables de lo que está pasando en nuestra tierra. Tras pasar los primeros meses en España, me trasladé a Andalucía y ahora vivo en Málaga, donde me encuentro estudiando la ESO. Mi brazo se ha recuperado bastante, me ha vuelto a crecer algo de vello y gracias a los médicos ya ha podido recuperar parte de su tamaño original. No esta tan pequeño, aunque no puedo usarlo para nada.