Al presidente Juanma Moreno no le gusta el perfil deliberadamente bajo adoptado por el PSOE de Andalucía en la controversia nacional desatada por el Gobierno central al aceptar que en las conversaciones de los partidos catalanes sobre la crisis territorial medie o participe un relator o mediador.

Es probable que ese silencio autoimpuesto ni siquiera le guste al propio Partido Socialista que dirige Susana Díaz. Es verdad que, en sentido estricto, no ha habido tal silencio... pero casi. El portavoz parlamentario Mario Jiménez se pronunciaba este miércoles al respecto, si bien lo hacía en términos mucho más inocuos que sus compañeros de Aragón, Castilla-La Mancha o Madrid.

Jiménez se limitaba a trasladar el convencimiento del PSOE-A de que el Gobierno de Pedro Sánchez, "bajo ningún concepto y en ninguna circunstancia" va a hacer concesiones al independentismo catalán contrarias a la Constitución. Lo que piensa y siente del verdad la dirigencia socialista andaluza sobre el dichoso relator no es tan políticamente correcto como lo fue la tibia declaración de Jiménez.

Moreno al ataque

Mientras, el presidente del PP-A y de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha exigido a Susana Díaz que rompa su silencio y reclame al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, "una rectificación de inmediato". Para Moreno, el presidente comete “un error y una traición al interés general de todos los españoles" si no rectifica en la cuestión del relator.

En declaraciones ayer a los periodistas en los pasillos del Parlamento, Moreno recalcó: "Me sorprende que desde el PSOE-A, defensor de la unidad y de la integridad territorial de España, estén absolutamente mudos y no salga nadie a hablar".

El cambio político en Andalucía también juega en contra de Sánchez. Moreno Bonilla ya ha advertido que será beligerante contra el Gobierno central en la cuestión catalana: "No vamos a permitir que por parte del Gobierno de España se priorice o se den privilegios a una parte del territorio rompiendo esa igualdad de derechos y obligaciones de todos los españoles".

El peso andaluz

Desde el PSOE andaluz han optado, en efecto, por la cautela más extrema. Andalucía es la federación con más peso interno y un pronunciamiento de Susana Díaz tan beligerante contra el Gobierno como el de Javier Lambán o Emiliano García Paje acorralaría todavía más a Sánchez y, a su vez, equivaldría a una reanudación en toda regla de las hostilidades de San Vicente con Ferraz.

En la sede socialista andaluza todavía temen, seguramente con razón, que cualquier reproche a Sánchez pueda ser interpretado en clave orgánica, aunque, como en este caso, nada tuviera que ver con el control del partido.

El origen del lío

Los socialistas andaluces son conscientes del delicado momento que atraviesa el partido, fuertemente dividido sobre la cuestión catalana, a su vez uno de los desencadenantes de la virulenta crisis interna desatada tras las elecciones generales de diciembre de 2015, cuando el Comité Federal del partido prohibió expresamente a Sánchez cualquier tipo de entendimiento de los independentistas catalanes.

Su victoria en las primarias frente a Díaz, en mayo de 2017, dieron al secretario general un margen de maniobra para los pactos que hasta entonces no había tenido y, un año después de su triunfo orgánico, se convertía en presidente del Gobierno gracias precisamente a los apoyos prohibidos dos años y medio antes por el máximo órgano de gobierno del PSOE entre congresos.

Mejor callar

Los socialistas andaluces, mientras tanto, se mantienen alertas pero en silencio. No creen que este sea el mejor momento para erosionar al presidente, pese a estar convencidos de que se está equivocando y de que para llegar y continuar en la Moncloa se ha buscado unos compañeros de viaje poco recomendables. Los alcaldes socialistas temen que la estrategia territorial de Sánchez se los lleve por delante el 26 de mayo.

Por lo demás, a esa cautela de los de Díaz no es ajena la embarazosa situación en que han quedado el PSOE andaluz y su secretaria general tras haber sido desalojados de la Junta de Andalucía. Arremeter con dureza con Ferraz y la Moncloa es arriesgarse a sufrir arremetidas igualmente duras desde Madrid.