Ambos están convencidos de su inocencia, pero ninguno quiere salir de la político a por la puerta de atrás. El primero en dar un paso al frente para facilitarle las cosas a Susana Díaz, cuya investidura está en el aire, ha sido José Antonio Griñán. Le hubiera gustado seguir siendo senador y está convencido de que se había ganado sobradamente el derecho a serlo, pero sus días ocupando escaño en la Cámara Alta están contados. Y ha sido él quien ha decidido que estén contados. Apenas unas pocas horas después de su declaración del 9 de abril ante el Tribunal Supremo por el caso de los ERE el expresidente tecleaba estas palabras en su ordenador: “Querida secretaria general, amiga Susana…”. Es el comienzo del email que le remitió el viernes 10 de abril a primera hora de la mañana a Susana Díaz para comunicarle su decisión de que renunciaba a seguir ocupando el escaño de senador cuya renovación debía aprobar el Parlamento andaluz dentro de pocas semanas. Así lo ha confirmado a este periódico el propio expresidente, que matizó que "por cortesía con el Supremo" no quiso comunicárselo a Díaz antes de prestar declaración ante el Alto Tribunal. Griñán también ha querido dejar claro que no tiene diferencias con su secretaria general. El expresidente subrayaba en el escrito que su decisión era independiente de lo que pueda decidir próximamente el juez instructor de los ERE en el Supremo, Jorge Alberto Barreiro: no seguirá ocupando su escaño tanto si el juez archiva el caso como si opta por concretar su imputación y trasladar a la Sala de lo Penal su propuesta de suplicatorio al Senado para abrirle juicio oral. Griñán, de 69 años, es funcionario del Estado y pidió hace cuatro una prórroga para posponer su jubilación hasta los 70. En estas circunstancias, la hará efectiva un año antes de lo previsto, aunque el pleno del Parlamento andaluz para elegir a los nueve senadores en representación de la comunidad tiene que celebrarse después de la investidura de Susana Díaz y esta, a su vez, puede no tener lugar antes de la municipales del 24 de mayo. UNA DIMISIÓN INSUFICIENTE La decisión del expresidente, cuya renuncia a la política activa fue adelantada ayer por el diario El Mundo en una información firmada por Carmen Torres, elimina de un plumazo uno de los obstáculos para la investidura de Susana Díaz, dado que Podemos y Ciudadanos ponen como condición para facilitarla que Griñán y Manuel Chaves dimitan de sus cargos. En conversación con este periódico, Griñán dijo que no quería poner al Parlamento “en la tesitura de tener que decidir” la renovación de un acta de senador cuya legitimidad no proviene en su caso de los electores directamente, ya que él fue elegido parlamentario autonómico y no senador, al contrario que Chaves, elegido diputado en las urnas. Griñán admite que inicialmente pensó que la dimisión como presidente de la Junta en el verano de 2013 era suficiente prueba de haber asumido sus responsabilidades políticas por lo que recientemente él mismo calificaba como “gran fraude”. El desarrollo posterior de los acontecimientos ha elevado, y de manera muy acelerada, el listón de la exigencia ciudadana de responsabilidades. PRESIÓN SOBRE MANUEL CHAVES Aun así, el paso dado por su sucesor como presidente de la Junta obligará a Chaves a mover ficha antes o después. El expresidente puede dejar el cargo cuando el Supremo tome su decisión, sea esta cual sea, o mantenerse en él hasta la convocatoria de las generales previstas para noviembre. En el primer caso, el líder andaluz es consciente de que con esa asunción explícita –y dolorosa– de su responsabilidad política le haría un gran servicio a su partido, pero con el inconveniente no menor de que si el Supremo confirma su imputación esa renuncia lo dejaría en manos la juez Mercedes Alaya. Es lo que le ocurrirá a Griñán si el Supremo sigue adelante con la causa: perderá su aforamiento y será Alaya quien se ocupe de él. Griñan dice no estar preocupado por esa eventualidad, pero es muy improbable que no lo esté: Alaya ha llegado a enviar a la cárcel a un exconsejero de la Junta y ha impuesto elevadísimas fianzas a ex altos cargos. Para Manuel Chaves es un trance difícil. Tal vez el más difícil de su larga carrera política. Nunca estuvo de acuerdo con la idea de tener que entregar el acta de diputado solo por estar imputado, sin esperar a la apertura de juicio oral, pero públicamente se ha mostrado respetuoso con la decisión, que comparten Susan a Díaz y Pedro Sánchez. En todo caso, es consciente de que tras la decisión de Griñán, que para el Partido Socialista ha sido un verdadero alivio, todas las miradas están puestas en él. Por lo demás, la posibilidad de Manuel Chaves de ir de nuevo en una lista electoral está descartada, y de hecho así lo ha manifestado el propio interesado en más de una ocasión en conversaciones privadas, si bien en algunos ámbitos del PSOE andaluz se le sigue atribuyendo la intención de repetir. CAMINO (PARCIALMENTE) DESPEJADO De cara a la –complicada– investidura de Díaz, la renuncia de Griñán despeja de manera parcial pero determinante el camino. En realidad, la exigencia de las dimisiones de Chaves y Griñán por parte de Ciudadanos y Podemos ha sido una vuelta de tuerca más en la presión tanto explícita como implícita que vienen soportando ambos mandatarios desde que se concretó el calendario de su declaración ante el Tribunal Supremo en calidad de imputados. Desde luego, se trata de una imputación meramente técnica, como subrayaron aunque sin mucho éxito en su día el fiscal general del Estado y el propio presidente del Supremo, pero lo cierto es que esa calificación procesal está dando a la presidenta andaluza muchos quebraderos de cabeza, aunque en buena medida ella misma se los habría buscado al anunciar –sin mayores precisiones– que exigiría sus actas a los expresidentes si resultaban "imputados". REACCIONES El secretario de Organización de Podemos, Sergio Pascual, considera que la decisión del expresidente de la Junta y senador, José Antonio Griñán, de retirarse de la política es un "avance" pero cree que "no es suficiente" porque "no renuncia a su acta asumiendo su responsabilidad política". La vicesecretaria de Organización del PP-A, Patricia Navarro, ha considerado que "llega tarde”, pero admite que "deja la puerta abierta" a Chaves e insta a la secretaria general del PSOE-A a que lo "invite" a "pasar también por ella". Más allá de la literalidad de las declaraciones de ambos partidos, es obvio que la decisión de Griñán cambia el escenario. Por su parte, el portavoz del PSOE en el Parlamento andaluz, Mario Jiménez, ha calificado de "trascendente" y "coherente" la decisión de Griñán, y ha advertido a los partidos políticos que condicionaron permitir la investidura de Susana Díaz como presidenta de la Junta a la expulsión de aquel y de Manuel Chaves que "una cosa no debe mezclarse con otra" y que en el mandato de los ciudadanos en las urnas "no hay líneas rojas".