Nadie lo habría pronosticado hace solo unas semanas, pero la enmienda de Vox que amenaza con tumbar el Presupuesto andaluz solo parece tener ventajas para Ciudadanos… y desventajas para el PP. Eso explicaría la premura con que han reaccionado los populares y el cuajo que están exhibiendo los naranjas tras el registro de la iniciativa en el Parlamento autonómico.

Albert Rivera ya ha comprendido que su arriesgada apuesta para adelantar electoralmente al PP fue un error y ha llegado la hora de rectificar el rumbo y poner proa nuevamente hacia el centro del tablero. Para ello necesita servirse de Vox, pues solo poniendo tierra de por medio con los ultras hará creíble su regreso a esa moderación que, atraído por el fulgor de las encuestas y cegado por la codicia electoral, abandonó hace meses para disputar al PP la primogenitura conservadora.

Un balón de oxígeno

En ese contexto, el movimiento de Vox en Andalucía supone para los naranjas una ayuda inestimable. Si, en contra de lo que les reclama el PP, no se sientan a negociar con los ultras, y todo indica que no lo harán, el proyecto de Presupuesto de 2019 decaerá y seguirán en vigor las cuentas socialistas prorrogadas, con las que Ciudadanos, por cierto, no se siente particularmente incómodo. ¿Y en 2020? 2020 queda lejos, tan lejos que ya habrá tiempo de pensar en ello. Tiempo de sobra.

No sin algunos apuros argumentales, los dirigentes de Ciudadanos en Andalucía han venido ejecutando fielmente la partitura escrita por la dirección nacional del partido. Juan Marín es un suboficial escrupuloso con las órdenes de su comandante en jefe Albert Rivera. Como lo son, por cierto, los dirigentes regionales de Vox: soldados disciplinados y leales al alto mando con sede en la capital del reino.

Aunque a ambos les honren sus esfuerzos por disimularlo, Ciudadanos Andalucía y Vox Andalucía son sucursales de sus casas matrices; sin embargo, esa férrea jerarquización no es un problema ni para ellos ni para sus votantes, fuertemente españolistas y declaradamente centralistas.

Magia naranja

Los trucos de magia de Ciudadanos simulando seguir absolutamente fieles a Pinto pese a disfrutar de los beneficios de Valdemoro tienen los días contados. Vox es Valdemoro y está harto. Bastante tiempo ha soportado esa humillante relación que explicaba el periodista Daniel Cela muy gráficamente en este tuit:

Periodista: ¿Ciudadanos acepta sentarse a negociar el Presupuesto con Vox?

-Ciudadanos: "Ciudadanos no, el Gobierno de PP y Ciudadanos sí".

Hay algo irritante ese taimado discurso que, abusando de la paciencia del impaciente Vox, Ciudadanos viene manteniendo desde hace meses. La irritación tal vez provenga de que quienes escuchan tales sofismas repetidos una y otra vez acaban teniendo la desagradable impresión de que tal vez Ciudadanos los esté tomando por idiotas. Y eso, en política, es peligroso.

Campo de pruebas

Andalucía fue el campo de pruebas de Ciudadanos para ensayar su estrategia de alineamiento con las derechas, pero el resultado no ha sido satisfactorio porque, junto a la foto de Colón, el 'tripartido' ha contribuido decisivamente a frenar sus aspiraciones de sorpasso al PP. Y tampoco ha sido en absoluto satisfactorio para Vox, de ahí su brusca rectificación.

El único beneficiario claro en la operación ha sido el Partido Popular, como sabe bien Juanma Moreno, que sería a su vez el principal damnificado de la derrota presupuestaria que parece avecinarse. ¿Ocurrirá finalmente? El PP tiene cinco días para impedirlo, hasta el día 12 en que se celebra el Pleno de totalidad.

El órdago de Vox –o conmigo o contra mí– obliga a los de Rivera a retratarse. Salvo que los ultras den marcha a tras y vuelvan a comportarse como la ‘ultraderechita cobarde’ cuyo mero recordatorio tanto les enerva, o Ciudadanos se sienta con ellos a negociar o no habrá Presupuestos en 2019. Así están las cosas… salvo que Madrid ordene otra cosa.