Todo el dinero que se ahorre va a ser poco para paliar el impacto económico de la pandemia. Por eso el viernes puse en marcha Petición · Que se apaguen las iluminaciones de los monumentos mientras dure el confinamiento. para pedir el apagado de las iluminaciones de monumentos e iglesias mientras dure el confinamiento por el Covid-19. Una iniciativa más de los activistas de sofá en que nos hemos convertido por el encierro.

Más allá de la respuesta cuantitativa a la solicitud, lo más interesante de este experimento social han sido las reacciones negativas que ha suscitado en las redes sociales en las que se compartió. Que se reparten entre el individualismo y la susceptibilidad confesional por incluir a las iglesias.

La pulsión egoísta la defienden los que viven frente a un monumento iluminado y no quieren renunciar al privilegio nocturno de verlo encendido al asomarse a la ventana o al balcón. También los que se sienten deprimidos por la actual situación y dicen que la luz es alegría y que hay ya suficiente oscuridad en el túnel en que nos encontramos. Los individualistas también se escudan para no implicarse en que habría que comenzar por ahorrarse los sueldos de los políticos antes que plantear pequeños sacrificios.

Los susceptibles transitan entre “el tufillo anticristiano” que algunos le ven a la iniciativa a los que me advierten que incluir a las iglesias echará para atrás a los católicos. Con el panorama apuntado se comprende la dificultad para lograr esa unidad y disciplina colectiva que piden los dirigentes sociales y políticos en una situación tan límite como la actual.

Si han llegado al final de estas líneas les invito a firmar y compartir esta petición que se hace por ahorro energético, por sostenibilidad y sentido común. En su casa no deja encendida una habitación en la que no está, mantener iluminados los monumentos e iglesias cuando no hay nadie por la calle y están cerrados es un absurdo.