LA NEGACIÓN DEL ARTÍCULO 104A pesar de las concentraciones llevadas a cabo por colectivos, partidos políticos y familiares de Pablo, este preso no ha podido disfrutar del tercer grado, como permite para este tipo de circunstancias el artículo 104.4 del Código Penal, en el que se resume que “los penados enfermos muy graves con padecimientos incurables, según informe médico, (…) podrán ser clasificados en tercer grado por razones humanitarias y de dignidad personal, atendiendo a la dificultad para delinquir y a su escasa peligrosidad.”Juan destaca con dolor que “no nos han dado la oportunidad de pasar con los suyos las última horas”, después de haber intentado que le dieran la libertad desde hace más de tres años años a través de múltiples escritos. Además apunta que “el abogado ha hablado con el fiscal jefe que llevaba el caso”, quien le dijo, en muchas ocasiones, que le parecía ofensivo dudar del funcionamiento del sistema médico en la cárcel de Morón.OTRO HERMANO ENFERMO Y EN PRISIÓNMás que la duda, la mayor ofensa a la familia Moreno, ha sido haber privado a Pablo de su libertad en sus días más decisivos. Ahora poco importa, cuando el daño ya se ha hecho. “No nos ha atendido ningún médico de prisión para explicarnos qué ha ocurrido”, afirma Juan. Tampoco ha sido respetada su opinión a la hora de no realizarle la autopsia, como había comunicado la familia.Ahora solo queda una última causa que centra las esperanzas de la familia Moreno: conseguir que su otro hermano Pedro José, con hepatitis C crónica, no termine sus días en prisión después de la complicada noticia de la muerte de Pablo. “Mi hermano Pedro José no ha podido asistir ni al entierro de Pablo porque no le han dado ni un permiso y está totalmente sedado y en shock”, señala. Con tan solo 39 años y a 60 días de cumplir la totalidad de su condena, los Moreno solo esperan que se haga justicia, al menos, con otro de los suyos y que tenga mejores oportunidades que las que ha tenido Pablo dentro del sistema penitenciario español.MANIFESTACIÓN EN SEPTIEMBREEn septiembre pasado se concentraban en Sevilla familiares y vecinos de Écija para reclamar la concesión del tercer grado a Pablo. "Ya ha cumplido prácticamente toda la condena y hace ya ocho meses que puede estar en libertad condicional", explicaba entonces su hermano Juan, según el cual las autoridades judiciales no permitían su puesta en libertad porque "la juez cree que puede delinquir de nuevo". "Él no puede delinquir. Tenemos un escrito de la prisión que dice que está rehabilitado por completo y que tiene un comportamiento ejemplar. Con la enfermedad que tiene es imposible que delinca, porque se mueve pero con muy poca facilidad. La dentadura, por ejemplo, se le ha caído por completo", dice su hermano.La familia de Pablo Moreno García anunciaba también que iba a intensificar sus gestiones frente a la Justicia para que el reo fuera liberado y pasara sus últimos días en compañía de su familia. No tuvieron éxito.YA LO PREVÉ LA LEYEl propio consejero de Justicia e Interior de la Junta de Andalucía, Emilio de Llera, recordaba en septiembre pasado la existencia de un precepto en la legislación penitenciaria por la cual se permite acordar la libertad condicional de los enfermos terminales, al objeto de que puedan fallecer en su casa, siempre que se cumplan los requisitos establecidos para ello por la ley.Así se pronunciaba, en declaraciones a los periodistas, después de conocerse el caso de Pablo. Tanto De Llera como el presidente del TSJA, Lorenzo del Río --ambos han comparecido de forma conjunta--, dijeron desconocer los extremos concretos del caso, por lo que "no podemos opinar si se reúnen o no los requisitos establecidos por la ley", no obstante lo cual este tipo de casuísticas "están recogidas" por la actual normativa.
Tenía solo 49 años y ha dejado atrás viuda, hijos y nietos. Pablo Moreno murió en la mañana del jueves 4 de junio en su celda de la prisión provincial de Morón de la Frontera (Sevilla) a causa de una insuficiencia respiratoria. Después de siete años de condena y a tan solo ocho meses de alcanzar la libertad total, ha muerto en la cárcel de Sevilla II sin los suyos a pesar de haberle sido diagnosticado un cáncer terminal de laringe con metástasis que llevaba arrastrando desde hacía tres años.Juan Moreno, hermano del preso, cuenta a Andalucesdiario cómo conoció la noticia de su fallecimiento. “Tenemos otro hermano en prisión que se llama Pedro José. Compartía celda con él desde hacía un tiempo debido a su estado de salud. Gracias a una llamada suya pudimos saber que mi hermano había muerto”. El hermano preso de Pablo no fue consciente de su muerte hasta la mañana siguiente cuando iban a hacer el recuento. “Cada día a las siete, Pedro levantaba a mi otro hermano para pasar lista. Se dio cuenta que por más que lo llamaba no era capaz de responder y lo intentó sin descanso pero no daba señales”.NO LLORE USTED ASÍ, SEÑORAA su llegada a la cárcel, el trato con el personal penitenciario fue frío y esquivo, a pesar de la terrible noticia. “La asistente social me dijo: Juan, no te había avisado porque estaba de vacaciones. El director de la cárcel, Rafael, se acercó a mi madre y a mí a darnos el pésame, aunque no nos dejó ver el cuerpo”.“Un funcionario empezó a decirme que intentara que mi madre no llorara de esa forma que no era normal”, apunta Juan. El llanto desgarrador de la madre de Pablo no logró ablandar a los trabajadores de la cárcel, que no cedieron a que pudiera ver por última vez el rostro de su hijo.Desde hacía muchos meses Pablo presentaba un deterioro físico muy severo provocado por el avance de su enfermedad, diagnosticada en 2012. “En el último permiso de la cárcel lo pudimos tener con nosotros seis días. No sabíamos cómo iba a evolucionar porque cada vez estaba más débil”, con apenas 55 kilos de peso. Juan recuerda “cómo lloraba cuando fue entregado de nuevo por no poder quedarse con su mujer, que se encuentra también enferma con un cáncer de esófago”.
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