Según el ElectoPanel de Electomanía que publica hoy ElPlural.com, Juanma Moreno ganaría las elecciones andaluzas de forma holgada. El actual presidente de la Junta sumaría más que las tres izquierdas juntas, y podría permitirse gobernar en solitario. Todas las encuestas que van apareciendo le conceden a Moreno la victoria. La tendencia es bastante clara, aunque hay que esperar a que salga la de Tezanos, que puede que diga algo distinto. Lo que sí es seguro es que al malagueño le está funcionando su centrismo práctico, ese que ha ido construyendo en una legislatura en la que el andalucismo moderado ha sido una de sus banderas. Moreno sabe que en Andalucía no se gana faltándole el respeto a nadie, por eso ahora más que nunca está sacando a relucir su figura presidencialista, su faceta más terrenal. Ahí estuvo en el mayo cordobés o acompañando a sus hijos que salían en la Borriquita. Juanma está apostando por apartar la confrontación a través del despliegue de un plano más personal, del entendimiento de un equilibrio geográfico que le permite estar en la Feria de Sevilla y en apenas unas horas en los Patios Cordobeses. Las cifras no son casualidad.
Como segunda fuerza nos encontramos al histórico PSOE andaluz, que ahora mismo anda por el desierto sin brújula y sin agua. Juan Espadas está desubicado, parece que aún no se ha enterado de que todo ha comenzado. Espadas es una apuesta personal de Pedro Sánchez, que decidió desvestir la alcaldía de Sevilla, una de las dos importantes que tienen en Andalucía junto a Huelva, para auparlo como candidato oficialista a la Junta. Juan Espadas nunca ha sido un buen candidato, no es un ganador nato, es un político de fondo, chapado a la antigua. De hecho, a las primeras municipales a las que se presentó sacó el peor resultado del PSOE sevillano de la historia. En estos comicios, el derrumbe está siendo gradual ya que el Partido Socialista andaluz tienen mucho suelo al haber sido, hasta hace muy poco, el partido hegemónico en el sur. Por eso, para los socialistas, ser segunda fuerza seguiría constituyendo un gran fracaso. Susana Díaz, en la peor época de los ERES y desangrándose por todas partes, consiguió ganar en 2018. Espadas no tiene nada que ver con ella y lo está demostrando: le falta carácter. La confección de sus listas es todo un mensaje, Sánchez eligió a Espadas con el fin de borrar el susanismo, pero en ese proceso se han podido cargar una gran maquinaria electoral. Si hay batacazo, la culpa será de Pedro.
En tercera posición se acomoda Vox. Desde que entrara por primera vez a las instituciones en Andalucía en 2018, el partido de Abascal ha vivido una etapa búsqueda y desarrollo como partido político. Pasaron del gran resultado al escándalo del Juez Serrano. Luego optaron por seguir la estrategia del voto del cabreo que, a la vista está, les está dando buenos resultados. Además, a eso hay que sumarle que han presentado a uno de sus cromos con más proyección nacional. Según revelan las encuestas, el efecto Olona podría empezar a notarse. La marca suma y ella suma a la marca. Sin embargo, el desconocimiento que ella tiene del terreno, aunque se haya presentado como andaluza, y lo grande y diversa que es Andalucía, pueden hacer que Macarena, con su carácter histriónico, meta la pata más de un día. Vox, al ser el partido polarizador de esta campaña, le da una posibilidad al PSOE de confrontar que con Juanma no tenía, y a la vez le da la posibilidad a Moreno de centrarse aún más. El juego de Vox está claro, agitar el árbol de la indignación y tratar de recoger todos los votos posibles con un lenguaje populachero y grueso.
Ciudadanos se mantiene por ahora con tres escaños. Juan Marín parece que en primera instancia salvaría los muebles. Lo increíble de este resultado es que estadísticamente en Andalucía a Cs las primeras encuestas siempre les han dado menos escaños de los que luego sacaba. Sin embargo, ahora la situación es muy distinta, el partido camina hacia la extinción y Marín trata de no hundirse en el naufragio, para ello está echando mano de su faceta de vicepresidente y de lo único que le queda a su partido, las dos últimas mujeres que sostienen el timón del barco naranja: Inés Arrimadas y Begoña Villacís. Ambas estuvieron en la Feria junto con su candidato. Marín esta semana ha protagonizado un polémico reportaje de fotos en el que se le podía ver metido en una piscina vestido con una camisa y agarrado a un flotador naranja. La idea para provocar no es mala, pero la ejecución deja mucho que desear, el mensaje transmitido no es positivo. Un flotador es algo que te salva, y se supone que Juan Marín ha venido a salvar a los andaluces, no a salvarse a él.
Y, por último, tenemos todo lo que está a la izquierda del PSOE, es decir, una mezcla de caos y abismo. Ya no son los tiempos de aquella Izquierda Unida fuerte y poderosa que triunfaba en Andalucía, ahora tenemos una amalgama de partidos que luchan por las migajas de lo que antaño era una porción del pastel. Inma Nieto y Yolanda Díaz han paseado agarradas, de manera ostentosamente cariñosa, por la Feria de Sevilla. Escenificaban la unión y le mandaban un claro mensaje a Podemos. Yolanda no presenta marca propia en Andalucía, todo un mensaje, pero sí que ha bajado a erigirse como la matriarca de este clan a la izquierda del PSOE, a tratar de poner orden. En este reino del maremágnum izquierdista sigue habiendo otro eslabón perdido, con proyección nacional, compuesto por Teresa y Kichi.