Vuelve el dóberman a la política española, aunque esta vez no en forma de vídeo electoral ni en unas legislativas como en 1996. En la historia electoral de la restauración democrática, el perro de origen alemán ha quedado asociado al secretario general del PP Francisco Álvarez Cascos merced a un polémico vídeo lanzado por el PSOE de Felipe González ante las elecciones que habría de perder por la mínima frente a José María Aznar.

El dóberman cuyas fauces se insinuaban en la fea propaganda socialista quedaría fijado en el imaginario colectivo como emblema de la ferocidad implacable con el adversario y del imprudente encenegamiento de la plaza pública, que, a su vez, el PP había activado de forma metódica tras su derrota electoral de 1993, en connivencia con relevantes periodistas y medios de comunicación estigmatizados por sus competidores con el sobrenombre de ‘sindicato del crimen’.

Acosado, alarmado y resentido

Las fauces del viejo dóberman asoman de nuevo en una campaña electoral, esta vez en Andalucía. Acosado por un calendario judicial y carcelario devastador, alarmado por el empuje arrollador de Ciudadanos y resentido por un historial de derrotas que podría verse dramáticamente agravado el próximo 2 de diciembre, el PP ha optado por una estrategia con vocación de sobrepasar todas líneas rojas de la prudencia y el buen gusto.

El pistoletazo de salida de la carrera en ciernes resonaba en todos los medios nacionales el pasado 8 de octubre, cuando el líder del PP andaluz y su equipo se desplazaban hasta las puertas de un antiguo prostíbulo para denunciar en rueda de prensa el gasto de casi 32.000 euros en puticlubs, con tarjetas de la Junta, por parte del exdirector de una fundación autonómica de promoción del empleo.

El marco mental

Aunque los hechos, que la justicia está investigando, ocurrieron hace casi una década, la vergonzosa conducta de Fernando Villén se ha convertido en uno de los ejes de la propaganda popular y pieza recurrente en el argumentario de su campaña.

El prostíbulo como ‘marco mental’ asociado al PSOE adquiría protagonismo estelar esta semana con una serie de memes difundidos en redes sociales desde las cuentas oficiales de Nuevas Generaciones del PP en los que, sobre las siluetas de todos los presidentes andaluces, podía leerse: “Mientras tú sigues parado, ellos se gastaron tu dinero en drogas y puticlubs”. El negro compacto del fondo y el rojo sombrío de los retratos daban a los pasquines un aire vagamente infernal muy logrado, obra probablemente de profesionales.

Ratas ladronas

En el más controvertido de los memes aparecía la presidenta Susana Díaz flanqueada por los expresidentes Manuel Chaves, José Antonio Griñán, José Rodríguez de la Borbolla y Rafael Escuredo coronados por la leyenda ‘Las ratas que robaron el futuro de Andalucía’.

Esta vez, los insultos habían llegado tan lejos que amenazaban con volverse contra el propio PP. Su presidente Juanma Moreno se desmarcaba el viernes de los excesos juveniles de los aprendices de dóberman calificándolos de “muy desafortunados”. Moreno también afirmó tibiamente que NNGG como tal nada tenía que ver con la campaña, difundida más bien a título personal, sugirió, por los presidentes provinciales de la organización conservadora.

Cinco horas con Díaz

La estrategia del barro se complementaba esta misma semana durante la comparecencia de Susana Díaz en la comisión del Senado para investigar la financiación irregular de los partidos, impulsada por el PP en solitario en venganza por la comisión del Congreso que investiga sus finanzas, objeto –ellas sí– de varios procesos judiciales. La ferocidad con que, durante cinco horas, el senador popular Luis Aznar planteó su interrogatorio a Susana Díaz no debía de ser, según todos los indicios, idea suya.

El portavoz del PP acusó a la presidenta andaluza de "enchufar" a familiares suyos en empresas que recibieron ayudas de formación de la Junta, mientras "un millón de andaluces se iban al paro". El terremoto de fango provocado por Aznar con epicentro en Madrid tuvo pronto su réplica en Sevilla: ese mismo día, el Grupo Popular en la Diputación Provincial anunciaba que pediría el expediente completo de la empresa que habría enchufado a una cuñada de Díaz.

‘Campaña tóxica’

La oposición andaluza de Ciudadanos y Adelante Andalucía prefería, mientras tanto, hacerse a un lado con apelaciones equidistantes a no ensuciar la campaña, pero identificando a los dos grandes partidos con "la sartén y cazo", en expresión de la líder de Podemos Teresa Rodríguez.

La presidenta y el Partido Socialista, por su parte, insistían en su campaña en positivo y alertaban de que embarrar de ese modo la campaña es malo para todos. Díaz le pedía al PP andaluz que frenara la “política de odio y la campaña tóxica”.

Veintidós años atrás, en aquel 1996 de cuya derrota el PSOE tardaría ocho largos años en levantar cabeza, Aznar también exhortaba a los suyos a no bajar al barro que proponía el vídeo socialista que los identificaba con un dóberman: "Vais a oír y a ver de todo. Ni caso. Nosotros a lo nuestro, a arreglar los problemas de España". Eran otros tiempos. O no.