El portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Málaga y candidato a la alcaldía en las pasadas elecciones municipales, Daniel Pérez, nació en Málaga el 18 de mayo de 1980. Será padre en unos dos meses y medio. Labrar un mejor presente y diseñar un feliz futuro tanto para su futura hija, Daniella, como para el conjunto de la sociedad malagueña, es la idea que Pérez hace objeto de reflexión compartida en distintos momentos de las cinco horas de conversación. Un pensamiento teñido de una profunda preocupación por la realidad que vive el planeta y muy en concreto -por lo que le atañe- por la situación que sufre su ciudad en este paso a una nueva normalidad poscoronavirus plagada de fractura social heredada.

Se le ve preocupado y con cierta desazón en esta etapa de desescalada por la situación de quienes, en una Málaga de glamour abonado, sobrealimentado y pagado desde la institución municipal, hacen cola en economatos y bancos de alimentos. Una Málaga que presume de alfombras rojas, museos franquicia, galas, exposiciones, cruceros de lujo y muchas "calles Larios". Una "Málaka" que lleva tiempo olvidando a la otra Málaga, la que a duras penas levanta la persiana del pequeño comercio de cercanía, la que vive al día por los sueldos precarios, la laboralmente desestacionalizada por hipotecarse a un monocultivo económico, la desempleada antes, y ahora, aumentada por los perversos efectos del Covid. Una Málaga en la que el cepillo de la máquina de la limpieza aprieta menos que en otras calles y donde no luce el lustre y el brillo de la loseta porque se trata de simple cemento roto. Una población, la de los barrios más densos de Europa, que ya sabía lo que es vivir confinado antes del obligado por el Decreto de Alarma porque desde hace años sobreviven en otro tipo de confinamiento de emparedadas calles, huérfanas de zonas verdes, ya que estas solo se entienden como entes utópicos que "ni están ni se les esperan". Una parte importantisima de Málaga que sobrevive acuartelada en un abandono secular de promesas quebradas que, mandato tras mandato, caen por el sumidero del "Bulevar de los sueños rotos". Decía, el "Viejo profesor", Enrique Tierno Galván, a sua maneira a veces irónica y de distanciamiento intelectual, que “las promesas electorales están para no cumplirse”. Pues en esa frase, dicha por el mítico ex alcalde de Madrid en un contexto no siempre correctamente explicado, en esa materia de incumplimientos, los barrios de Málaga  y sus miles de habitantes por no decir todo el "No Centro", son un expertos sufridores.

Hoy, si cabe, Pérez sufre más porque desde el primer día ha estado y está presente allí, hablando con los vecinos, con los responsables de las ONGs y colectivos sociales, testando la realidad con símbólicos petos, monos de trabajo y botas de escucha activa. Encuentros en los que ha comprobado las necesidades de muchas familias y que le han llevado a repetir una idea fuerza: “Mis preocupaciones ahora son las familias que carecen de leche o potitos para sus hijos. Mi preocupación es que nadie pase hambre". Un mantra creible y asumido y que complementa cuando visita proyectos de urbanización de las pocas zonas verdes que quedan en Málaga: "Es el momento de las personas y no del cemento”. "Si el cemento tiene que esperar, que espere”. “Lo  primero son las personas”. Hasta tal punto tiene Daniel Pérez interiorizado los déficits y carencias perentorias de muchos de sus vecinos que, recientemente y de manera visiblemente enojada tras ver la dura realidad de las colas en bancos de alimentos, instó al alcalde Francisco de la Torre a que le acompañara a visitar junto a él esos barrios y, de paso, "viera esa Málaga que el regidor desconoce". Eso y la exigencia desde el minuto uno de un un Plan de Recuperación de la ciudad como ya lo tienen otras capitales similares son las luchas diarias y obsesiones políticas de Pérez. De "otros asuntos" no tiene tiempo ahora para hablar ni para distraerse.

Pérez ha ganado mucho en madurez y solvencia política en estos últimos años. Se le percibe con un profundo y estudiado conocimiento de la ciudad, de su gente, de sus sectores y de sus debiidades y fortalezas. Un conocimiento ganado a fuerza no solo de estudio documentado con memorias y amplios dossieres. También de salir a la calle en visitas reales y sin el tiempo medido. Registros y datos obtenidos de la conversación con las personas pero al mismo tiempo de las reuniones con técnicos, profesionales, empresarios, asociaciones, colectivos... Es la "Realmálaga" la que tiene en la cabeza y a la que le gustaría aplicar la "Realpolitik", ese término alemán del XIX que defiende la práctica política del entendimiento y del interés nacional. En este caso local y dotada de los principios, actualizados, del Welfare State que se desarrolló en Europa tras la II Guerra Mundial y que construyó la socialdemocracia.

Cuando ese niño que nació hace 40 años en el barrio de Miraflores elige precisamente el escenario de este núcleo de 50.000 personas para desarrollar buena parte de la entrevista, no se trata de nada impostado ni de un asesorado ejercicio de volver a sus orígenes. Nació en una calle, ahora vive en la de enfrente y sigue comiendo los "camperos" en “El ciclista” con sus amigos de siempre. Nadie, por tanto, le tiene que convencer de la problemática y de las inquietudes de la otra Málaga, la del "No centro".

Cuando oye hablar sobre la dureza del "curro", de la precariedad laboral o de la falta de trabajo, lo sabe bien también. Sus padres emigraron a Barcelona durante los años 70 y tras duros esfuerzos pudieron regresar en busca de un futuro mejor para sus hijos.

Guarda gratos recuerdos de su época de estudios en el Instituto Miraflores de los Ángeles, "una de las etapas más felices de mi vida, en la que conocí a mis amigos de siempre y de las que no olvido como jugábamos en sus calles detrás de una pelota".

Luego vino la gran ilusión y pago al enorme esfuerzo de sus padres y de él mismo: Ingresa en la Universidad de Málaga y se licencia en Biología. Hace su trabajo fin de máster sobre el análisis de una campaña electoral a las municipales, “un máster de verdad”, afirma con cierta ironía. Finaliza la carrera y comienza a trabajar de analista y posteriormente como Técnico de Laboratorio, puesto del que en la actualidad se halla en excedencia. Y es que la política no la ve como una profesión para estar toda la vida -como otros, tal vez- y espera volver a ejercer de biólogo en un futuro.

Fue en la Universidad donde le llegó la vocación por el compromiso social y el servicio público. Representante de estudiantes, activista contra leyes injustas como la LOU,  integrante del claustro de la universidad, miembro del consejo de gobierno de la UMA y parte del equipo redactor de los estatutos universitarios. Pero no solo estudiaba y ejercía la representación estudiantil, sino que lo compatiblizaba trabajando como camarero y montador de eventos. 

Con el objetivo de aportar su grano de arena "por una sociedad más justa para todos", se afilió al PSOE cuando tenía 19 años. Más tarde su partido se fija en él y lo nombra Coordinador provincial de la Agencia Andaluza del Voluntariado (2009). También tuvo su etapa en Madrid como Diputado por Málaga en el Congreso (2009-2011). Luego volvió a su puesto de trabajo. Pero los socialistas de nuevo quisieron contar con él y lo recuperan para el servicio público nombrándolo Delegado Territorial de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía en 2012. Estas anteriores responsabilidades, las actuales en el Ayuntamiento y sobre todo el prodigarse en acercarse a la realidad -a la auténtica y no a la de los saraos y el glamour- le han hecho conocer como la palma de la mano las necesidades, el diagnóstico y las medidas a adoptar. Un conocimiento que en esta etapa poscoronavirus es urgente poseer.

Con su malaguismo en sangre, rehuye el palco oficial de La Rosaleda y desde hace años sigue yendo a la grada como un socio más del Málaga C.F. en compañía de su hermano y amigos, como lo hacen todos los aficionados, sin protocolos y en la cercanía que da el estar entre la gente, hablar, oírlos, sentirlos.

Lo mismo que como cofrade de la Hermandad del Cautivo. Todos los Lunes Santos desde pequeño lleva sobre sus hombros esta imagen popular. Con sencillez, naturalidad y sin el corsé protocolario ni flashes, solo desde el sentimiento, al igual que en el fútbol, Daniel Pérez se mezcla otra vez con cofrades y con sus vecinos porque es ahí donde se siente a gusto, con la gente.

Hoy hemos sido una cuña rupturista en las jornadas habituales del portavoz socialista. "Cinco horas con Dani" le fracturan lo que es un día normal en su intensa agenda que comienza acompañando al alba sobre las 6 de la mañana y finiquita entre reuniones, actos y visitas a distintas zonas, en torno a las 11 de la noche. De ahí su apelativo de Portavoz Non Stop. Un hiperactivo portavoz, con energía plena (ya está recuperando su buen fondo físico con media maratón) que nos termina la larga entrevista con reflexiones como que cuando sea alcalde “la colaboración institucional, la buena voluntad y el afán de construir hará que los grandes temas pendientes se resuelvan” o que "mi estilo posee más permeabilidad y eso es muy necesario en Málaga". Y ahora, con todo lo ocurrido tras el Covid-19, virtudes como la energía, ilusión, colaboración institucional, talante constructivo y permeabilidad son valores necesarios en España, pero en Málaga además de necesarios son esenciales, vitales y urgentes. Recordando alguna de las frases icono del "Amanece que no es poco" del maestro José Luis Cuerda esta podría formar parte de una profecía: "¡Alcalde, todos somos contingentes pero tú eres necesario!