Dicen las crónicas del corazón que la cárcel le sienta muy bien. Que hasta parece más joven y todo. Esta víspera de Reyes, el matador –y torero– José Ortega Cano ha salido de la prisión de Zuera para disfrutar de su primer permiso penitenciario. Tendrá seis días de libertad, hasta el domingo 11 de enero, tiempo de sobra, por cierto, para sucumbir a la tentación del cava, sobre todo si es de la marca favorita del torero, que con solo “mojarse los labios” (como declaró en el juicio) uno puede doblar la tasa de alcohol en sangre autorizada (que es lo que dictaminó la sentencia que lo condenó a dos años y medio de cárcel por la muerte de Carlos Parra, cuyo vehículo arrolló el condenado). Tras el homicidio provocado por conducir de manera temeraria, Ortega Cano no supo estar a la altura exigida por la desgracia que había causado. Si como torero pudo no temer a los toros, como hombre sí temió a la verdad. La reiterada e inverosímil negación de que esa noche había bebido fue algo más que una patética indignidad: fue una ofensa a la familia de Parra, que tuvieron que oír a Ortega prometer ¡por sus hijos! que decía la verdad al afirmar esto: "El alcohol para mí es como un veneno, si me quisiera matar, tomaría alcohol". ¿Qué bebió entonces esa fatídica noche de mayo de 2011? Refrescos, dijo, en concreto Coca-Cola, además de "mojarse los labios" con cava. Así pues, toma buena nota de este cauteloso consejo, matador Ortega: durante tu permiso penitenciario ¡mucho cuidado con el cava y muchísimo más todavía con la Coca-Cola!