El envite de Vox es un órdago en toda regla. La contundencia inicial de su amenaza ha sido tal que el partido ultra parece estar jugándoselo todo a una carta: o PP y Cs retiran de su acuerdo programático el punto 84, relativo a igualdad y violencia de género, o Vox no se dará su apoyo para gobernar.

Aun así, las declaraciones de sus líderes durante las últimas horas han sido menos desafiantes que las de ayer por la mañana, cuando en la cuenta oficial del partido dejaron escrito, negro sobre blanco, que "Vox no les dará su apoyo si no eliminan, entre otros, este punto de su acuerdo”.

El punto programático de la discordia dice que ambos partidos se comprometen a impulsar “un gran acuerdo contra la violencia de género en Andalucía que desarrolle en nuestra comunidad los avances logrados con la aprobación del Pacto de Estado contra la Violencia de Género y que implemente, con dotación presupuestaria suficiente, todas y cada una de las medidas previstas en la ley de julio de 2018 por la que se modifica la Ley de medidas de prevención y protección integral contra la violencia de género, a fin de acabar con esta lacra social".

¿Una jugada de farol?

El partido ultraderechista intentó dejar claro ayer que su jugada no iba de farol: si PP y Cs no suprimen ese punto de su programa, no podrán contar con sus votos, y si no cuentan con sus votos, no habrá investidura de Juanma Moreno ni Gobierno conjunto con Ciudadanos.

El portavoz ultra en el Parlamento andaluz, Francisco Serrano, lo escribía ayer en Twitter: "Esos pactos que los suscriban con PSOE y Podemos. En política social todos siguen, con sumisión lanar, los mandamientos de la dictadura de género. ¿Dónde el cambio?".

Si Vox mantiene su palabra, habría ir a nuevas elecciones, algo que ninguno de los tres partidos de la derecha quiere bajo ningún concepto porque en una nueva cita electoral es seguro que los votantes de izquierdas se movilizarían como no lo hicieron el 2D y el bloque conservador podría perder la ansiada mayoría lograda hace un mes.

Twitter y política

Descartada la opción de un adelanto que podría ser letal y cuya responsabilidad recaería sobre las espaldas de Vox, está por ver cómo salen de este embrollo sus protagonistas.

El papel más comprometido lo tienen Santiago Abascal y los suyos. Por utilizar su lenguaje con ecos tabernarios: dado que ellos presumen de no ser el tipo de partido que a la primera de cambio se baja los pantalones, será interesante ver la gatera por la intentan escapar de la encerrona en la que los ha metido su propia bravuconería.

Su problema es que, cuando se está en las instituciones y no solo en las redes sociales, la política exige medir muy bien los órdagos que se lanzan, porque uno corre el riesgo de tener que comérselos si el adversario de cede a ellos. Y de momento, PP y Cs no han cedido; ni, por lo dicho por sus portavoces, piensan hacerlo.

¿'No es no' o depende?

El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, escribió ayer en su cuenta personal de Twitter: "Nuestro compromiso contra la violencia es innegable. Fue el PP el que estando en el Gobierno promovió el Pacto contra la Violencia de Género que se dotó con 1.000 millones de euros para luchar y combatir esta lacra por todos condenable".

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, también fue claro en la misma red social, donde se mostraba singularmente solemne: "La libertad y la igualdad no se negocian. Luchar contra la violencia machista con recursos y medidas para que nadie abuse de una mujer no es una opción, es una obligación para todos".

Una cierta, sutil rebaja

Mientras tanto, en declaraciones hoy al programa ‘Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso’, Javier Ortega Smith, secretario general de Vox, ha acusado a sus posibles socios de "mentir", ya que "Vox luchará contra la violencia hacia las mujeres pero también hacia los hombres" y su única pretensión es “sustituir la ley actual por una que respete la Constitución".

En ningún momento de sus declaraciones, sin embargo, el número dos de Vox ha sido tan contundente como lo fue ayer su partido. Smith no ha dicho explícitamente que Vox no apoyará un nuevo gobierno si PP y Cs no retiran ese punto, sino que se ha limitado a insistir en que “si quieren negociar se tienen que sentar a una mesa y debatir”, pues hasta ahora a su formación "ni se la escucha, ni se la llama".

Y en un mensaje publicado esta misma mañana en su cuenta de Twitter, Francisco Serrano ponía el énfasis en las “difamaciones de la ultraizquierda”, pero se abstenía cuidadosamente de repetir lo dicho 24 horas antes, cuando escribió amenazante: “Esos pactos que los firmen con PSOE y Podemos”.