El comienzo del curso político andaluz está siendo más acelerado de lo que suele ser habitual. En el Palacio de San Telmo analizan en detalle todos los escenarios posibles. Aunque hace solo una semana el portavoz y hombre fuerte del Gobierno, Elías Bendodo, no se tomaba muy en serio la enésima amenaza de Vox de dar por terminado su acuerdo de legislatura con el PP, lo cierto es que ni en el partido ni en el Gobierno andaluz tienen pistas fiables de lo que hará finalmente Vox.

El hecho de que la estrategia regional del partido ultra la marque su líder nacional Santiago Abascal y no Vox Andalucía –que en realidad no cuenta con un jefe orgánico y tiene como única referencia de liderazgo a quien en cada momento ocupa el cargo de portavoz del grupo parlamentario– hace más difícil para Moreno y los suyos saber qué hará Vox.

Tres opciones

La opacidad de su socio es total. El hecho de que las relaciones entre las direcciones nacionales de PP y Vox sean pésimas –particularmente desde que Pablo Casado denigró sin piedad a Abascal en el Congreso cuando este presentó su fracasada moción de censura contra Pedro Sánchez –impide que fluya información fiable entre ambos partidos.

En caso de que Vox no apoyara el Presupuesto y el PP no llegara –como es lo más probable– a un acuerdo con el PSOE cabrían tres opciones: o bien un adelanto electoral antes de fin de año, que sería la preferencia de Génova; o bien convocar elecciones en la primavera de 2022, un adelanto que, además de ser poco significativo porque apenas quedarían entre seis y ocho meses de mandato, estaría políticamente justificado por la espantada de Vox; o bien apurar el mandato hasta el otoño-invierno de 2022.

Esta última parece la opción menos probable, pero es la que dice desear Moreno, que el lunes recalcaba en una entrevista que la decisión de adelantar es suya y solo suya. El presidente considera un gran activo electoral agotar la legislatura. Aun así, en principio el escenario de la primavera parece el más probable si Vox da el portazo.

Preferiría no hacerlo

En todo caso, en Génova nunca han ocultado que prefieren un adelanto. Y cuanto antes, mejor, pues si, como predicen las encuestas, el PP volvería a gobernar en Andalucía aunque fuera apoyándose en Vox, ello reforzaría la posición de Casado de cara a unas generales, a las que acudiría con la carta de presentación de una victoria de sus siglas en una comunidad tan importante, e históricamente tan socialista, como Andalucía.

Moreno, en cambio, está más bien en la posición del célebre Bartleby el escribiente que creó la pluma de Herman Melville: “Preferiría no hacerlo”. Aunque no con esas palabras, el presidente viene repitiendo desde hace meses que quiere agotar mandato y que si Vox quisiera provocar un adelanto electoral retirándole su apoyo, tendría que explicar a sus votantes por qué tumbaba al primer Gobierno de derechas de la historia autonómica andaluza. De hecho, Vox no parece haber echado en saco roto esa advertencia.

En la línea de lo tantas dicho por Moreno, su vicepresidente Juan Marín está siendo el encargado gubernamental de airear la hipótesis de una prórroga presupuestaria que, según volvió a decir ayer, permitiría incorporar sin problema los fondos europeos extraordinarios que correspondieran a Andalucía en 2022. Expertos del PSOE en la materia son, por cierto, de la misma opinión.