“Mira cómo tiemblo”. Con esta frase castiza podría resumirse el talante con que el Partido Popular y el Gobierno andaluz se han tomado la enésima amenaza de Vox de retirarles su apoyo parlamentario. El órdago lo lanzó el lunes el líder ultra nacional, Santiago Abascal, y lo repitió ayer el portavoz del grupo parlamentario andaluz, Manuel Gavira.

En el arranque del curso político, el consejero de Presidencia y portavoz del Gobierno autonómico, Elías Bendodo, reiteró la determinación del presidente Juan Manuel Moreno de agotar la legislatura y casi se tomó a guasa el último envite de Vox: “Nuestra relación es la más fuerte y estable de los últimos años porque cuantas más veces se ha anunciado la ruptura, más acuerdos se sacan adelante. Siempre estamos juntos".

Unas horas más tarde llegaba la réplica del diputado Gavira, en una entrevista en la cadena SER Andalucía: “Las relaciones con el PP están rotas”, decía el portavoz, quien, no obstante, dejaba abierta la posibilidad de recuperar el entendimiento una vez que el PP los llame para hablar de los temas pendientes entre ambos, particularmente los Presupuestos de 2022.

Moreno tiene mejores cartas

Por ahora se desconoce qué decidirá finalmente Vox en relación a las cuentas del año que viene. Su decisión será la piedra de toque para conocer sus verdaderas intenciones: si las rechaza, estaría apostando por el adelanto de las elecciones; si da su visto bueno, se inclinaría por agotar la legislatura, que termina en diciembre de 2022.

En la partida electoral que PP y Vox disputan mano a mano las mejores cartas están de parte de los de Moreno. Las encuestas, tanto nacionales como autonómicas, certifican un claro avance del PP y un cierto estancamiento de la extrema derecha, a la que San Telmo se apresuraría a culpar de un adelanto electoral cuyo principal motivo sería haber dejado de contar con sus votos.

A su vez, para los ultras no sería fácil explicar a su electorado por qué habían dejado de sostener al primer Gobierno de derechas de la historia autonómica andaluza.

Hasta ahora, el PP ha sorteado con habilidad las contraindicaciones derivadas del hecho de presidir la Junta de Andalucía gracias a la extrema derecha. De hecho, la oposición de izquierdas no ha logrado desacreditar la imagen de Moreno como presidente moderado y dialogante a quien prácticamente todos los observadores nacionales sitúan en la orilla centrista del PP que encabeza el presidente gallego Alberto Núñez Feijóo.

En cualquier caso, para la dirección nacional del PP sería una buena noticia que Moreno adelantase las elecciones, pues en caso de ganarlas, como auguran las encuestas, despejaría de muchos obstáculos el camino de Pablo Casado para llegar a la Moncloa.

En cuanto a Ciudadanos, es difícil hacer un pronóstico. Aunque dentro del Gobierno andaluz su papel se parece cada vez más al de convidado de piedra, el PP hace cuanto está en su mano para que el líder naranja Juan Marín no pierda visibilidad: de ello depende que Cs pueda salvar los muebles en Andalucía logrando el puñado de escaños necesario para que Moreno no quede a expensas de Vox.

¿‘Grosse koalition’ presupuestaria?

Mientras, los socialistas que lidera Juan Espadas insisten en tender la mano al Gobierno andaluz para así salvaguardar “los intereses de los andaluces”. En palabras de su portavoz adjunto, Gerardo Sánchez, el PSOE está interpelando a Moreno para saber “si realmente quiere unos Presupuestos o busca la excusa para un adelanto electoral”.

Aunque no quepa calificar sin más preámbulos de puro teatro o de mero tacticismo la mano tendida de los socialistas, pocos apostarían hoy su dinero a que un Gobierno de derechas va a aprobar su ley más importante gracias a los votos de un partido de izquierdas.

La posición de la que parte cada uno y las condiciones que ambos pondrían para alcanzar esa ‘grosse koalition’ presupuestaria hacen casi imposible un consenso cuyo principal beneficiario sería, como suele suceder en estos casos, el partido que ostenta el Gobierno.

A su vez, muchas y muy visibles tendrían que ser las concesiones del PP al PSOE para que éste diera su visto bueno a las cuentas. Además, el propio calendario opera en contra de cualquier entendimiento entre ambos partidos: el grueso de la legislatura ya está cumplido, por lo que que es poco probable que un adelanto electoral de unos cuantos meses penalizara a Moreno.