“Cientos de afiliados al corriente de pago no han podido ejercer su derecho al voto en una clara maniobra por secuestrar la democracia de este congreso". Es una de las afirmaciones contenidas en el comunicado difundido ayer por el candidato perdedor en las primarias del PP de Sevilla, Juan Ávila.

Según informó ayer su candidatura, las impugnaciones y recursos inminentes “lleva aparejado el no reconocimiento de unos resultados de un proceso claramente diseñado y amañado para favorecer a la candidatura de la presidenta, eliminando irregularmente electores y candidatos a compromisarios en las circunscripciones donde le convenía a Virginia Pérez, e introduciendo irregularmente electores y candidatos a compromisarios en aquellas circunscripciones donde podía mantener un control absoluto".

El respaldo expreso de la dirección regional del partido no ha sido suficiente para que Virginia Pérez, apoyada por Génova, no renovara su mandato como presidenta del partido con más del 60 por ciento de los más de 2.000 inscritos para votar.

El triunfo de Pérez es un importante amargo orgánico para Juan Manuel Moreno, presidente del PP andaluz y de la Junta, sobre quien los observadores conjeturan que, al igual que el gallego Alberto Nuñez Feijóo, se hallaría en posiciones políticas más moderadas que el presidente nacional, Pablo Casado, cuyo célebre discurso contra la extrema derecha y su líder Santiago Abascal en el Congreso de los Diputados no ha tenido después continuidad. 

Pero, mientras que de la moderación de Feijóo sí hay pruebas claras, la atribuida a Moreno es mucho menos inequívoca. A fin de cuentas, Moreno es presidente de la Junta gracias a los votos de la extrema derecha y eso le impone limitaciones que Feijóo, que gobierna en solitario, no tiene.

Ávila y los suyos se muestran dispuestos a acudir “a todas las instancias” para combatir lo que, en último término, sería un pucherazo, la palabra incorporada al vocabulario político español durante la Restauración borbónica para describir el “fraude que consiste en alterar el resultado de unas elecciones mediante cualquier tipo de manipulación en el recuento de los votos emitidos”.

El término proviene de la utilización de pucheros para guardar los votos que se añadían o se sustraían al final del recuento para manipular el resultado. En la votación del PP de Sevilla, el pucherazo se habría producido no en la operación de recuento de votos, sino en el proceso previo.

Según la candidatura del también alcalde de Carmona, habrá una "avalancha de denuncias" de afiliados que "no han podido participar" en un proceso que califican de “fraude sin precedentes". También dice tener constancia de "la existencia de un elevado número de candidatos a compromisarios que han visto sus nombres en las listas de Virginia Pérez sin haber rellenado ni firmado documento alguno".

"No se puede pretender dirigir un partido desde la ficción de un proceso electoral fraudulento ignorando a la gran mayoría de afiliados que quieren un cambio en la provincia", argumenta Ávila, según el cual el comité organizador "decidió llenar" el colegio electoral de la capital de guardias de seguridad, "colocando una barrera en la planta superior para impedir el acceso de los afiliados, algo que vulnera no solo la dignidad de los afiliados sino las potestades propias de las mesa electorales".