El partido de Íñigo Errejón ha decidido jugar fuerte en Andalucía. Y lo ha hecho apostándolo todo a la carta de las mujeres, pues mujeres serán las cuatro cabezas de lista de las cuatro provincias en que Más País intentará obtener representación en el Congreso el próximo 10 de noviembre.

En Sevilla encabezará la candidatura la profesora de Universidad y hasta ahora senadora de Adelante Andalucía/Unidas Podemos Esperanza Gómez, cuyo número dos será el exvicepresidente del Parlamento andaluz y también exdiputado Juan Moreno Yagüe.

En Málaga lo hará la también profesora universitaria y exdiputada autonómica Carmen Lizárraga. En Cádiz liderará la lista de Más País la graduada social y sindicalista María del Mar Polanco y en Granada Ana Terrón, diplomada en Trabajo Social y excongresista por Podemos.

Los perfiles políticos, profesionales, de edad y de género de todas ellas pueden ser una baza importante para atraer, por una parte, al electorado joven y, por otra, a los votantes disgustados a partes iguales con PSOE y Unidas Podemos por no haber sido capaces de sacar partido a los 165 escaños que sumaron el 28 de abril.

Sumar, restar, ¿dividir?

El discurso oficial de Más País sostiene que ellos no han venido a restar sino a sumar, pero lo cierto es que solo restando votos a Unidas Podemos y al PSOE pueden conseguir representación.

Donde tienen más opciones de lograrlo es en las circunscripciones de Sevilla, Málaga y Cádiz, donde los morados lograron en abril dos diputados en cada una y donde hay en juego 12, 11 y 9 escaños respectivamente; Granada, que reparte solo 7 escaños, se antoja una plaza más complicada: baste recordar que en esta provincia Unidas Podemos obtuvo un escaño el 28-A pero quedó en última posición, por detrás de Vox.

No obstante, considerando entre otras la incógnita crucial de la participación, es muy aventurado pronosticar cómo operarán los restos a la hora de asignar el último escaño en cada provincia, que es el que podría lograr Más País.

Un ejemplo: en Sevilla, el escaño 12 fue a parar al PSOE en competencia con el PP; lo ganaron los socialistas por apenas 2.200 votos. En Cádiz, en cambio, Unidas Podemos logró su segundo escaño y último de los 9 en disputa con 6.500 votos de ventaja sobre su inmediato seguir, que era el PP.

En Granada el último escaño en juego fue para el PSOE, pero con casi 11.000 votos de ventaja sobre el PP. Allí, a Unidas Podemos su escaño le costó 71.000 votos, pero es que al PP le costó el suyo 96.000, a Ciudadanos 90.000 y a Vox 73.000. Quien mayor rendimiento obtuvo a sus papeletas fue el PSOE: 176.000 y tres diputados.

Rodríguez no ha sido Iglesias

Examinando las candidaturas de Más País, no puede decirse que Errejón haya saqueado Podemos Andalucía, pues de algún modo ya el propio partido se había saqueado a sí mismo al ir dejando en el camino nombres de mucha valía que no acababan de sentirse cómodos con la estrategia política de la líder Teresa Rodríguez ni compartían ciertos rasgos antisistema de su discurso, también muy visibles en el primer Pablo Iglesias. 

Las bajas en Podemos Andalucía no cabe, sin embargo, atribuirlas a un liderazgo personalista de Rodríguez o al sectarismo con quienes encabezaban corrientes internas minoritarias. Teresa no ha cometido en Andalucía los pecados orgánicos que sí cometió Pablo tras su victoria sobre Íñigo en Vistalegre II.

La dirigente gaditana ganó con autoridad las primarias del otoño de 2016 frente a una candidatura encabezada precisamente por dos de los fichajes de mayor relumbrón de Más País: Carmen Lizárraga y Esperanza Gómez. Pese a la contundencia de su victoria, Rodríguez no laminó a quienes habían liderado una alternativa cuyo manifiesto programático no disparaba precisamente con balas de fogueo.

Teresa Rodríguez, decía aquel texto firmado por Gómez y Lizárraga, “ha demostrado carecer de una altura política suficiente como para encabezar este proyecto”. Unos días después, las promotoras de la candidatura crítica suprimieron esa frase. En todo caso, es poco probable que Pablo Iglesias hubiera tenido con quienes hubieran dicho algo así de él la actitud integradora que sí tuvo Rodríguez.

El foso

Lo que sí evidenciaron aquellas primarias de 2016 fue el foso que separaba al bloque hegemónico de Podemos Andalucía, encabezado por la líder de la corriente Anticapitalistas, y la minoría encarnada por Gómez y Lizárraga, aunque entonces no representaban oficialmente al errejonismo, que concurrió contra Rodríguez con su propia lista bajo el liderazgo de Begoña Gutiérrez.

La inclusión de Esperanza Gómez y Carmen Lizárraga en puestos de segura elección en las autonómicas del 2 de diciembre de 2018 y la designación de la segunda como senadora pusieron sordina a la disidencia, pero no la hicieron desaparecer.

De hecho, unas pocas semanas después de haber logrado el acta de diputada, Carmen Lizárraga presentaba su renuncia y regresaba a la Universidad de Granada para proseguir su carrera académica.

Los argumentos contenidos en la carta pública con que Lizárraga acompañó su renuncia, el pasado 23 de enero, prefiguraban en buena medida el programa y el talante con que Errejón y los suyos concurren a estas elecciones: los malos resultados de Adelante Andalucía en aquel fatídico 2-D enviaban, decía la carta de dimisión, “varios mensajes, el primero de ellos la necesidad de huir del espacio de extrema izquierda más propio de un viejo partido de la resistencia que de una fuerza que proyecta ser transformadora y de gobierno".

La exdiputada y Doctora en Economía no se andaba por las ramas a la hora de emitir el juicio que le merecía el rumbo político que Rodríguez había dado a Podemos: un rumbo que defendía “posiciones impropias de los tiempos actuales” y que no había comprendido que el activismo social y la presencia en la calle puede que fueran “imprescindibles”, pero resultaban del todo “insuficientes”.