Tengo que reconocer que no encontré frase que mejor describiera al candidato de Vox a la Generalitat Valenciana, D. Carlos Flores Juberías, que el título de aquel disco del maestro Sabina. Porque aún hace eco en mi cabeza aquellas palabras que profesó ante una centenar de estudiantes en un acto organizado por la Universidad CEU San Pablo y un medio de comunicación al que Vox, en sus redes sociales, tilda de “panfleto”: “Mi nombre es Carlos Flores, soy politólogo, doy clases en la Universidad de Derecho. He escrito bastantes artículos sobre derecho electoral y soy candidato a las Cortes Valencianas. Y pertenezco a un partido que no existe (refiriéndose evidentemente a Vox)”, ante la incredulidad de algunos estudiantes, la sonrisa de otros y la carcajada de bastantes más, este recién aterrizado en la política hace menos de cuatro meses de la mano de su “amiguete” Ignacio Gil Lázaro.

Si hay algo que, bajo mi criterio, caracteriza la personalidad del candidato de Vox a las Cortes Valencianas es una “excesiva arrogancia” para haber llegado a “mesa puesta”. Todos sus “yo” deberían de ser transformados en nosotros y en su caso concreto más bien en vosotros, ya que no deja de ser un extraño en el partido que, de la mano del aburrido, cansino y solo reconocido por el “caso faisán” y algún que otro despilfarro en viajes en el Congreso Ignacio Gil Lázaro, aterrizó por “reducción al absurdo”. Así pues, tras descartes y autodescartes de candidatos y la premura vencida del compromiso del presidente del partido al anunciar a los medios que en noviembre Vox tendría candidato, había que sacar a un conejo de la chistera y, claro, el conejo traía regalito.

Concretamente, una condena en firme por “violencia psíquica” contra su exmujer que estremeció a los valencianos tras leer en un titular de prensa “Te voy a estar jodiendo hasta que te mueras”, que lejos de suponer un motivo suficiente para cesar al candidato, alentó a este y a su “amiguete” Gil Lázaro a seguir buscando cabezas de lista a ver cúal de todos más polémico y “friki”. Como de muestra bien vale un botón, juzguen ustedes mismos el nivel del candidato al Ayuntamiento de Valencia que propone hacer cultura “follando” y que aparece en sus vídeos y mítines acompañado de un megáfono, una gorra, una cabra y hasta un taladro neumático como si de un personaje de crónicas marcianas se tratara.

Pero volvamos nuevamente al magnifico disco de Joaquín Sabina: Yo, mi, me, conmigo y a uno de sus temas más conocidos titulado Aves de paso. Porque no puedo encontrar mejor definición de los candidatos de Vox, puestos a dedo por un partido que no conoce la democracia más que para los de fuera, que esta. Si alguien piensa, además de Abascal y sus correligionarios, que renovar el 72% de los candidatos en las capitales de provincias es forma de consolidar una propuesta política, es porque cree que los electores son niños y que las instituciones son aulas. Tal vez sea ese el motivo, por el que Vox ha elegido en muchas comunidades y municipios candidatos provenientes de la docencia, como es el caso de Valencia y nuestra Comunidad.

Pero lo que el Sr. Flores no debe de equivocar es que por más titulaciones que ostente, eso solo le sirvió para la universidad, pero de nada le servirá en la política. En política el conocimiento no es pasaporte para la arrogancia, al igual que tampoco lo es el arribismo para el liderazgo, que se teje con el tiempo y no con el dedo del faisán. Que de ahora en adelante, ni el yo, ni el mí, ni el me ni el conmigo podrá suplantar la hasta ahora no demostrada, y pienso carente, capacidad de ilusionar y liderar, que su objetivo no es que sepan sino que le crean y que su misión no es la autocomplacencia sino el bien común. Y que nunca olvide que en este juego de la política, solo los votos te confieren poder y que los suyos, hasta hoy, son prestados por anteriores “aves de paso”.