La sigilosa génesis y el propio recorrido de la idea inicial que luego se convertiría en el manifiesto ‘Andalucía por el diálogo’ dan una idea bastante aproximada de las dificultades de la sociedad civil andaluza para articular por sí misma y sin la colaboración de partidos o instituciones respuestas propias a cuestiones políticas de trascendencia. Y la crisis catalana sin duda que lo es.

Dado a conocer el pasado 24 de octubre, el manifiesto andaluz por el diálogo se gestó inicialmente en el ámbito universitario y tuvo entre sus principales promotores, entre los que figuraba un magistrado, al profesor titular de Derecho Civil de la Universidad de Córdoba Antonio Manuel Rodríguez Ramos. El texto ha sido suscrito por más de 60 nombres relevantes de la cultura andaluza, entre ellos José Manuel Caballero Bonald, Baltasar Garzón, Antonio de la Torre, Juan Diego, Salvador Távora, Benito Zambrano o Alberto Rodríguez.

Un apoyo discreto

Favorable al diálogo y el referéndum pactado, muy crítico con el constitucionalismo y más bien indulgente con el independentismo, el manifiesto se interpretó como una iniciativa puramente civil, sin participación de ningún partido político. Sin embargo, los líderes andaluces de IU y Podemos, Antonio Maíllo y Teresa Rodríguez, sí se involucraron personalmente, aunque de forma discreta, en el proyecto.

Lo hicieron contactando con muchas de las personas que acabaron firmando el texto, en el que no aparecieran políticos para así reforzar la vocación de transversalidad con que fue concebido. Varias de esas personas, que piden salvaguardar su identidad, han confirmado a EL PLURAL que firmaron el texto porque así se lo pidieron bien Teresa Rodríguez, bien Antonio Maíllo.

"Por respeto a los firmantes"

El coordinador de IULV-CA puntualizaba a preguntas de este periódico que “el texto original y la ideas primarias” eran de Antonio Manuel Rodríguez y que tanto él como la líder de Podemos se habían “limitado a moverlo porque teníamos muchos contactos, al igual que otros firmantes también lo han movido entre otros firmantes, por lo que la iniciativa tuvo vida propia”.

Maíllo explicó también sus razones para no aparecer: “Por respeto a los firmantes, que no tienen por qué posicionarse partidariamente ni con Podemos ni con IU -de hecho hay militantes, votantes e incluso cuadros dirigentes del PSOE y de otras organizaciones políticas-, y por la dimensión que tomó la iniciativa, decidimos no firmar para que nadie interpretara que queríamos rentabilizarlo políticamente y dejar que se moviera solo en un espacio autónomo”.

Aunque uno de los firmantes trasladó a este periódico su convicción de que el manifiesto “era una operación de Antonio y de Teresa, que fueron los verdaderos muñidores del texto, con el que querían apuntalar su posición política sobre Cataluña”, el profesor Rodríguez Ramos confirma en lo sustancial la versión de Maíllo: “El texto ha pasado por muchas manos, se ha ido modulando y ha tenido muchos añadidos y correcciones para lograr el máximo consenso posible”.

El 'error Colau'

La idea inicial era posicionar a Andalucía en el debate territorial y, en todo caso, desligarla inequívocamente de la identificación con el ‘a por ellos’ que estaban haciendo personas relevantes de la sociedad catalana.

Fuentes vinculadas a los promotores de la iniciativa admiten, por otra parte, que “pudo ser un error” que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, saludara en las redes sociales la iniciativa elogiando su apuesta por la “fraternidad, la mediación y el diálogo para solucionar esta crisis democrática”. No obstante, también pusieron en valor el hecho de que “mucha gente importante que hasta ahora no se había mojado lo haya hecho; si hubiera habido partidos de por medio y de manera pública no habrían firmado”.