La evolución es un proceso maravilloso. Especies que dan paso a otras. Adaptaciones al entorno en base al más puro azar. Mutaciones genéticas que convierten a unos ejemplares en más prósperos en otros. El rastro hasta el ser humano es algo que fascina e intriga a los científicos. Ahora aseguran que han encontrado el ancestro más antiguo del hombre.

Del tamaño de un grano de arena

Se trata del Saccorhytus coronarius, un invertebrado del tamaño de un grano de arena. Poseía una boca angulosa y carecía de ano. Realmente no es que sea muy parecido a los humanos. Solo la simetría bilateral permite asociar semejante criatura con nosotros. De hecho parece que este rasgo fue su gran contribución a sus descendientes. El fósil de nuestro antepasado ha sido encontrado en la provincia china de Shaanxi. Un descubrimiento publicado en Nature. Llevaba ahí nada menos que 540 millones de años esperando a que sus hijos fueran a desenterrarlo.

La boca, una ventaja de la evolución

A simple vista perecía una mota de polvo más. Bajo el microscopio se revelaron los detalles de su extraña boca. El rasgo característico de los deuteróstomos, los seres cuya boca es producto de una formación embrionaria. Ahí está la clave que los emparenta con todas las especies que presentan esta forma de creación de dicho órgano. Como los humanos, por ejemplo. Aunque la primera abertura que se crea en el embrión es el ano, este pequeño animal carecía de ella. La boca cumplía la doble función de deglutir y excretar. Afortunadamente este rasgo no lo hemos heredado de tan antiguo pariente. Otra ventaja más de la evolución. Otras características que pueden aventurarse del análisis del fósil hallado en China es su movimiento. Al parecer se arrastraba por el suelo en busca de cobijo y alimento. También presenta unas aberturas laterales que se han interpretado como precursoras de las agallas. La función de los poros que presenta en el cuerpo todavía no han podido ser identificados. Se cree que podrían tener una función sensorial.