Podría definirse Ribeira Sacra como uno de los secretos mejor guardados de la Galicia interior. Integran este destino un conjunto de veintiún ayuntamientos del sur de la provincia de Lugo y norte de la provincia de Ourense cuyo elemento aglutinador es el curso fluvial de los ríos Miño, Sil y Cabe; discurren por esta geografía hacia su confluencia a través de gargantas o cañones de fuerte verticalidad, dejando a su paso un paisaje único y una tierra singular elegida desde antaño como lugar de retiro y con condiciones climáticas que han favorecido el desarrollo de una importante actividad vitivinícola. Dicen que ya los romanos descubrieron en estas tierras la singularidad de sus vinos cuando se llevaban el oro de las Médulas en el Bierzo, a través del Río Sil.

En esta tierra singular se encuentra el caminante o visitante muchos peregrinos que van a Santiago, porque por la Ribeira Sacra pasa el  camino de Santiago francés; viñas situadas en pendientes imposibles de donde se extráe un vino muy apreciado por los expertos y valorado en los mercados; cañones en los que el río Sil y Miño compiten por enseñarnos rutas sorprendentes. Existe una leyenda de ribetes clásicos acerca del origen de los Cañones del Sil y del Miño. Según el mito, el dios Júpiter, enamorado de la hermosa tierra gallega, determinó poseerla, atravesándola con un río, el Miño. Pero su celosa esposa, la diosa Juno, no se avino a compartir su amor con una extraña; para alejar a Júpiter de la hermosa rival, no dudó en abrir una profunda herida en aquel sublime rostro. El odio de la esposa fue tal que la herida profunduzó hasta límites insospechados dando lugar a los actuales Cañones del Sil.

Las rutas de esta parte de Galicia son múltiples: hay una serie de monasterios e iglesias románicas que sorprenden por su conservación y situación en parajes muy singulares a los que, aún hoy, no es muy fácil acceder. Para los amantes del vino las bodegas de la zona establecen visitas y catas. Se puede viajar por las gargantas de los dos rios principales en catamarán y si las rutas se hacen en coche hay que armarse de paciencia y conducir con serenidad porque las carreteras no son muy anchas ni tienen el firme en las mejores condiciones.