Hace 15 años la situación era muy distinta a la de ahora, pero quien fue vetado -entonces por Jordi Pujol, presidente de la Generalitat- fue Vidal-Quadras,  máximo dirigente del PP  de Cataluña. Pujol exigió a Aznar la destitución de Vidal-Quadras, severo e insistente  azote del nacionalismo catalán. En aquel tiempo, quienes tenían la sartén por el mango de la gobernabilidad de Aznar eran, sin duda alguna, los prebostes de CiU. Rodó pues, unos meses más tarde, la cabeza del jefe popular, que además había conseguido movilizar a los populares catalanes y lograr un buen resultado electoral, por encima de la media del PP de Cataluña.

 “El pacto se avecina”
Cómo es posible, en todo caso, que teniendo mayoría absoluta la derecha española, Rajoy optara por sacrificar a Jorge Fernández Díaz como presidente del Congreso de los Diputados? La respuesta a este interrogante nos conduce de inmediato a Barcelona. El Periódico de Catalunya sostiene en su edición de hoy que “el pacto se avecina” ¿Qué pacto?

CiU y PP, cogidos de las manos
Se trata del pacto en el Ayuntamiento de Barcelona entre CiU y el PP, cogidos de las manos. Los nacionalistas triunfaron en las urnas municipales del 22 de mayo, aunque sin mayoría absoluta, como ya les sucedió en noviembre de 2010 en las elecciones catalanas. A partir de esta situación, pronto los convergentes buscaron alianzas con el PP de Cataluña. Badalona está gobernada por un alcalde del PP, Xavier Albiol, gracias a CiU. Lo mismo ocurrió en otro Ayuntamiento significativo, como el de Castelldefels.  Xavier Trias, de CiU, pasó a ser alcalde de la capital catalana, que durante más de treinta años estuvo en manos del PSC.

Paseo por el paraíso
Después de los comicios del 20-N, Trías busca estabilidad para el Ayuntamiento barcelonés y parece dispuesto a firmar un pacto sólido con el PP. Para los populares –cuyo jefe de filas es, por cierto, Alberto Fernández Díaz,  hermano de Jorge- figurar en el organigrama del poder municipal de la ciudad de Barcelona supone dar un salto gigantesco desde una cierta marginalidad de facto al  éxtasis de entrar por fin en el puente de mando. Para los convergentes controlar sin demasiados ahogos el Ayuntamiento de Barcelona, otros municipios y otras instituciones es también un paseo por el paraíso. La derecha española y la catalana, juntas. ¿Y el PSC y el PSOE? En paradero desconocido, por ahora.