El 2020 se ha convertido en el año con mayor número de suicidios registrados en España desde que existen datos, en 1906. Así se refleja en el informe del Observatorio del Suicidio en España de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio. Además, también es la primera causa de muerte entre los más jóvenes, de 15 a 29 años.

Respecto a 2019, se ha producido un aumento de 270 defunciones por esta causa, es decir, un 7,4% más. En total, se han registrado 3.941 fallecimientos por suicidio en todo el curso en España, lo que equivale a una media de casi once personas al día, o un suicidio cada dos horas. De ellos, el 74% han sido varones y el 26% mujeres.

Las cifras son muy alarmantes, teniendo en cuenta también que en nuestro país se ha alcanzado por primera vez la barrera de los 14 suicidios en un año en menores de 15 años (7 niños y 7 niñas), duplicando los casos de 2019. Respecto al suicidio en las personas mayores de 80 años, se ha registrado un aumento del 20%. Pero el mayor número de decesos por esta causa se produce en la franja de los 40 a los 59 años, el 41%, con 1.608 fallecidos.

Para intentar hacer menguar estas cifras juega un papel fundamental la prevención y la inversión en salud mental, que incluye el bienestar emocional, psicológico y social. Pese a su importancia, es una de las áreas más desatendidas de los sistemas de salud, pero que tiene una influencia muy potente en la capacidad de pensar, de sentir y de comportarse de las personas, interfiriendo en las vidas cotidianas.

En la prevención también entra en juego el papel de los psicólogos, psiquiatras y otro tipo de profesionales que trabajan atendiendo la última llave frente al suicidio: el Teléfono de la Esperanza. Esta asociación tiene como misión promover la salud emocional de las personas, especialmente de aquellas que se encuentran en situación de crisis. Abordan de forma urgente, gratuita, anónima y especializada las situaciones de crisis emocionales. José Cabrera, psicólogo especialista en Psicología Clínica y miembro del Equipo de Prevención del Suicidio de Teléfono de la Esperanza, ha concedido una entrevista a ElPlural.com para hablar sobre las alarmantes cifras de suicidios registrados en España y sobre la labor de la asociación.

PREGUNTA: ¿Cómo han evolucionado los datos de suicidio en los últimos años y cómo ha afectado la pandemia del coronavirus?

RESPUESTA: En lo que se refiere a las estadísticas de suicidio, en España hemos vivido un incremento importante del 7% durante el último año, hasta alcanzar el máximo histórico de 3.941 muertes por suicido en 2020. Desde 2015, que tuvimos 3.910 muertes por esta causa, las cifras estaban siendo algo inferiores, aun dentro de lo preocupante. Y sabemos que las cifras reales son muy superiores, hay muchos suicidios que no han podido determinarse como tales camuflados en otras causas de fallecimiento.

Con la pandemia hemos vivido algunos efectos paradójicos. Podíamos esperar un aumento significativo a raíz del impacto de la pandemia, pero lo cierto es que, al menos durante la primera etapa del confinamiento, tuvimos menos suicidios de lo esperado. Esto nos da una idea de la importancia del contexto en la conducta suicida.

Lo más duro del confinamiento aportó, junto con mucho sufrimiento, algunos factores de protección, como el sentimiento colectivo de comunidad, el apoyo a personas vulnerables a través de las nuevas tecnologías, o simplemente la permanencia de largos periodos de tiempo acompañados en casa.

Con el tiempo, estos factores protectores fueron perdiendo peso frente al enorme malestar, el estrés y el impacto psicológico y emocional de la pandemia que sabemos que está afectando a la salud mental de la población y también desgraciadamente en el número de suicidios.

P: El suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte entre los jóvenes. ¿Cuáles cree que pueden ser las causas?

R: Hay que tomar con precaución este dato, ya que estamos hablando de una comparación con otras causas de muerte que han visto reducidas sus estadísticas, como por ejemplo las muertes por accidentes de tráfico.

Aun así, es un dato dramático, estamos hablando de que en 2020 fallecieron 300 jóvenes de 15 a 29 años por suicidio, y tuvimos 14 muertes de menores de 15 años, el doble en el caso de este grupo de niños con respecto a 2019. Este dato nos pone encima de la mesa la importancia de cuidar de la salud mental de toda la población, y de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes en particular.

En relación con la pandemia, por ejemplo, una encuesta online con más de 4.000 personas realizada durante las primeras semanas de confinamiento arrojó una mayor puntuación entre los más jóvenes en las escalas de depresión, ansiedad y estrés reciente con respecto a los mayores, lo que nos indica su mayor vulnerabilidad a esta crisis. Las personas mayores corrían mayor riesgo vital, desde luego, pero los jóvenes mayor riesgo para su salud mental.

P: ¿Cuáles son los problemas más comunes que tienen las personas que solicitan ayuda a la asociación?

R: A Teléfono de la Esperanza acuden personas que necesitan atención por una gran variedad de situaciones. Personas que están en crisis por problemas de todo tipo y necesitan de alguien que sí los escuche.

Nos llaman muchas personas que se sienten muy solas, personas con problemas psicológicos y emocionales, en muchos casos a consecuencia de la pandemia, personas con problemas familiares, crisis de pareja, personas que están viviendo pérdidas y duelo. Personas también con estrés financiero, en situación de precariedad, paro y también personas con ideación y crisis suicida.

P: Hay más mujeres que hombres que piden ayuda. En cambio, hay más hombres que se suicidan, ¿por qué?

R: Bajo mi punto de vista, tiene que ver en gran medida con la mayor facilidad que tienen las mujeres para poner palabra a sus sentimientos, y pedir ayuda, a los hombres nos cuesta más y esto claramente nos perjudica. Lo vemos a diario en Teléfono de la Esperanza, durante 2020 tuvimos una proporción del 65 % de llamantes mujeres, por ejemplo. Y ha mejorado con el paso de los años esta proporción, llegó a estar en torno al 75 % de llamantes mujeres. Los hombres además puntuamos más en impulsividad y otros factores que afectan al suicidio.

P: ¿Cómo ha sido la evolución en los últimos años del trabajo que llega al Teléfono de la Esperanza?

R: Este último año ha estado marcado por la pandemia y nuestra respuesta a la necesidad de atención de una población muy afectada psicológica y emocionalmente por la misma. En solo un año incrementamos un 42% el total de llamadas, superando 160.000 intervenciones. Si ampliamos la mirada y tomamos la referencia de 2004, por ejemplo, donde atendimos 55.000 llamadas, estamos triplicando el número de llamadas. Ha sido un esfuerzo muy importante para la organización.

P: Genéricamente, ¿cómo ayudan a las personas que llaman a sus teléfonos?

R: Todo parte de una buena acogida y escucha. Muchas veces, cuando lo pasamos mal, no encontramos en nuestro entorno alguien que se pare a escucharnos con respeto y atención. Más bien al contrario, nos sobran los juicios, los consejos tan bien intencionados como perjudiciales y los mensajes que pretenden quitar importancia a lo que estamos viviendo.

Nosotros, al contrario, ponemos el énfasis en acompañar el estado emocional de la persona que nos llama, facilitar su desahogo y a partir de ahí ayudar a ampliar su mirada acerca de la realidad que está viviendo, para que luego pueda tomar sus propias decisiones.

P: ¿Cuáles son sus métodos y sistemas para intentar hacer cambiar de pensamientos a las personas afectadas?

R: Ponemos la prioridad primero en acompañar el estado de ánimo de la persona, escuchar bien, tal y como describía con anterioridad. Si tú le cuentas algo a alguien y sientes que la otra persona te está entendiendo de veras, se abren posibilidades. Intentar convencer a alguien desde fuera, desde mi particular forma de ver el mundo, no funciona y es además una falta de respeto.

P: ¿Conocen las cifras de éxito en este sentido? (Las personas que consiguen abandonar los pensamientos suicidas o que consiguen afrontar sus problemas)

R: Después de cada llamada, nuestras orientadoras y orientadores rellenan una ficha informatizada con datos de la intervención, anónimos y confidenciales que nos permiten acercarnos a la realidad de las personas para las que trabajamos. Entre otros, hay una variable de autoevaluación de la intervención por parte de la orientadora, y otro de satisfacción por la atención recibida. En ambos casos, la puntuación es bastante elevada.

Luego, el detalle de cada caso concreto en la mayoría de las ocasiones no lo conocemos. Compartes un momento de la vida de una persona, a veces de mucha intimidad, cosas que a menudo es la primera vez que hablan con alguien y que quedan en ese momento.

En otras ocasiones, facilitamos acceso a otros servicios gratuitos que presta Teléfono de la Esperanza como son las consultas presenciales de psicología, orientación familiar, jurídica, o bien la persona accede a alguno de los numerosos grupos, talleres y actividades formativas que impartimos para mejorar habilidades y cuidar de la salud emocional y donde sí podemos conocer más a la persona y su evolución.

P: ¿Qué tipo de expertos trabajan en el Teléfono de la Esperanza?

R: El Servicio de Orientación por Teléfono está atendido por orientadoras y orientadores especialistas en la escucha. Son personas voluntarias, seleccionadas y formadas por la entidad que destinan una parte de su tiempo a atender a otras personas.

Además, contamos con la colaboración de diferentes profesionales para el resto de los servicios; profesionales de la psicología, abogacía, psiquiatría y trabajo social, así como personas formadoras y coordinadoras de grupos.

P: ¿Qué formación y estudios tienen y cómo se preparan para estar detrás del teléfono?

R: Nuestras orientadoras y orientadores siguen un programa formativo de más de un año, que incluye no sólo formación para establecer una relación de ayuda de calidad con personas en situación de crisis, sino también herramientas para conocerse mejor y facilitar su desarrollo emocional.

Necesitamos personas que no sólo tengan buena voluntad, que puede estar muy bien, pero de por sí no basta, sino además habilidad para escuchar y acompañar bien y un cierto equilibrio emocional para poder sostener a alguien que a lo mejor lo está pasando muy mal.

P: ¿Cómo cree que será la tendencia en los próximos años? ¿Se conseguirá revertir las dramáticas cifras de problemas de salud mental?

R: Vienen tiempos difíciles, pero a su vez estamos viviendo una mayor conciencia de la importancia del cuidado de la salud mental de la población. Pese a quedar todavía mucho camino, cada vez se visibiliza y normaliza más este problema, y esto está empezando a calar también en el discurso político, en un país en el que los recursos para atender la salud mental de la población han estado tradicionalmente muy infradotados. Ojalá todo esto se materialice en medios y medidas concretas.

P: ¿Cuáles cree que son las medidas y políticas más adecuadas para invertir esta curva al alza?

R: Aumentar la inversión en salud mental, sobre todo infanto-juvenil. Dotar de atención psicológica a la atención primaria. Aprobar y desplegar un Plan Estatal para la Prevención del Suicidio que dé prioridad a este problema de máxima relevancia y articule medidas no sólo sanitarias, sino también educativas, sociales, de divulgación y otras. Y, por último, cuidar las políticas sociales, que sabemos que también tienen efectos protectores frente a factores de riesgo como la precariedad y el estrés financiero. Cuidar por tanto de los sectores más desfavorecidos de la población.

Puedes llamar a Teléfono de la Esperanza en este número de teléfono: 717 003 717, de ayuda 24 horas. También cuentan con diferentes centros a lo largo del país.