Ángeles, Amelia y Pepe, tres hermanos de entre 68 y 72 años, han sido hallados sin vida y con signos de violencia en el interior de una vivienda en el municipio madrileño de Morata de Tajuña, una población con 8.115 habitantes. De acuerdo con los vecinos, llevaban más de un mes sin verles y pensaban que se habían ido de vacaciones, pero tras no responder a las llamadas ni a los mensajes, comenzaron a levantarse sospechas. La familia llevaba viviendo allí toda la vida.

Los agentes locales han recibido el aviso esta mañana y se han desplazado al domicilio, donde se han encontrado los tres cadáveres. El Grupo de Homicidios de la Guardia Civil se ha encargado de la investigación correspondiente, y el juez de guardia ha ordenado el levantamiento de los cuerpos, que serán sometidos este viernes a la autopsia en el Instituto de Medicina Legal de Valdebebas, para conocer las causas de lo ocurrido. 

Nuevas hipótesis apuntan, según publica el diario El País, a un posible ajuste de cuentas. Los cuerpos fueron encontrados por la Guardia Civil "parcialmente quemados" y "apilados", según publica también el citado medio. La teoría principal gira ahora a una ejecución tras las deudas que las hermanas han acumulado presuntamente en los últimos años a raíz de una estafa amorosa.

Un presunto ajuste de cuentas

Los tres hermanos eran originarios de Ciudad Real, aunque llevaban viviendo en el pueblo desde hacía muchos años. Eran solteros y no tenían familia más allá de su propio núcleo. Según un amigo de la familia, Enrique Velilla, las hermanas se habían puesto en contacto hace al menos siete años con dos supuestos militares en Afganistán, con los que creyeron empezar una relación sentimental. "Uno de ellos les dijo que el otro se había muerto y que para cobrar su herencia necesitaba dinero para hacer unos trámites", explica el amigo de la familia. Desde aquel momento, Amelia empezó a mandar regularmente dinero a su estafador.

Esta falsa historia de amor era conocida por los vecinos del municipio, que intentaron avisarles de lo que estaba ocurriendo: habían caído en las garras de las estafas amorosas. Ellas estaban convencidas de que era real y continuaron mandando dinero a Edward, el falso soldado de Afganistán. Amelia llegó incluso a enseñarle a sus amigos un mensaje que ella creía que había sido enviado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a pesar de contener faltas de ortografía.

Las exigencias económicas del estafador se fueron haciendo cada vez más grandes con el paso del tiempo. El amigo de la familia ha asegurado que llegaron a vender su vivienda en Madrid, en el distrito de San Blas, para mandarle más dinero a Edward. Todos los meses, Amelia le hacía una transferencia al estafador que se hacía pasar por su amante. Las hermanas también pidieron dinero a su círculo cercano durante años, a pesar de los esfuerzos de sus allegados para hacerlas entrar en razón. "La última vez, mi marido las echó de casa. Se lo dijimos muchas veces, pero no hacían caso. Esto se podría haber evitado si hubieran recibido ayuda", contaba Mari, una amiga de las fallecidas que asegura que le pidieron hasta 3.000 euros en varias ocasiones.

En su afán por enviar dinero a Edward, cobra fuerza la hipótesis de que las hermanas se habían endeudado gravemente y que, al no devolver el dinero de vuelta, han sido asesinados en un ajuste de cuentas. La teoría inicial, que apuntaba a que Pepe había asesinado a ambas y después se había suicidado, se ha descartado al conocer la historia que cuentan cercanos y vecinos, quienes fueron, a su vez, los que dieron la voz de alarma al llevar largo tiempo sin verles por el pueblo.