La publicación en francés del libro ‘Reconciliación’, antes de su aparición en español, ha dejado al descubierto detalles poco comentados sobre la juventud de Juan Carlos. Algunos pasajes, pasados por alto por quienes ya han leído la edición francesa, han matizado las palabras de elogio que el monarca dedica a Francisco Franco y han revelado episodios íntimos de sus años de formación, cuando aún no era Príncipe de España y dependía totalmente del régimen, incluso en asuntos del corazón.
Como ha publicado 'El Mundo', el exmonarca ha relatado que su primer interés amoroso fue Blanca Romanones, hija del conde de Romanones y de Blanca de Borbón, cinco años mayor que él. “Le envié mi primer ramo de flores”, ha recordado. Sin embargo, el romance quedó truncado cuando el duque de la Torre, molesto por la posible relación, llegó a amenazar a la familia: “Enviaré a su hija fuera del país si alguna vez se atreve a mantener una relación con el príncipe”. Tras esa advertencia, Juan Carlos ha afirmado que nunca volvió a saber de ella, aunque mantuvieron una amistad con los años.
Su primer amor verdadero, según ha confesado, fue María Gabriela de Saboya, hija del último rey de Italia, Humberto II. Ambos se conocieron en Estoril, donde crecieron durante el exilio. Su complicidad nació cuando él la rescató de una piscina al caer accidentalmente. "Mi primer amor de juventud fue una de las hijas del rey de Italia Humberto II, Maria Gabriela de Saboya, que vivía en Estoril y a quien conocía desde la infancia. Cuando jugábamos todos en casa del conde de París, ella se cayó a la piscina. No sabía nadar muy bien y se debatía en el agua. Me lancé enseguida para socorrerla. Así fue como nos hicimos cómplices. Aquella princesa tan hermosa, de silueta esbelta y cabellos dorados, iluminaba nuestras veladas entre amigos por la delicadeza de sus rasgos y su alegría de vivir. Yo la llamo Ella. Cultivada, independiente, moderna, no quería ser prisionera de un título, hasta el punto de rechazar mi propuesta de matrimonio, luego la del sha de Persia y la de Balduino de Bélgica. Reivindicaba su libertad y no quería estar sometida a los deberes reales. Seguramente era su manera de protegerse, pues había sufrido mucho por su exilio. Durante mucho tiempo conservé una foto suya en mi mesilla en la Academia Militar", ha expresado el emérito.
Como curiosidad, la princesa acabaría casándose con Robert de Balkany, uno de los hombres más ricos de Francia y Jaime de Marichalar fue empleado suyo como consejero de su empresa en España.
Uno de los relatos más llamativos tiene como protagonista a Gladys Zender, Miss Universo 1957, a quien conoció durante su etapa como cadete en el buque ‘Elcano’. Tras una cena con ella en el Callao (Perú), Zender le regaló un álbum con un centenar de fotos que él asegura haber querido conservar “cuidadosamente”, pero que terminó extraviado: "En una fiesta ofrecida a los cadetes del buque, en el puerto del Callao, en Perú, la seductora Gladys Zender, recién elegida Miss Universo, causó sensación. Me emocionaba poder cenar a su lado al día siguiente, antes de volver a embarcar. Me regaló un álbum de fotos suyo de un centenar de páginas, que pensaba conservar cuidadosamente. (...) Por desgracia, desapareció. Nunca lo recupere”.
El emérito ha admitido haberle escrito una carta diaria durante más de veinte días de navegación. Al llegar a Panamá encargó a un compañero que la enviara, aunque todo apunta a que acabó en manos del consulado español… y posteriormente en el despacho de Franco: “A mi regreso de aquel periplo fui a ver a Franco, sin sospechar nada. Me dijo, de pasada: 'Usted comete siempre muchas faltas de ortografía, Alteza. Hay que tener cuidado'. Entonces lo entendí. Por suerte no hizo ningún comentario más. Sospecho que el amigo a quien confié mi carta se la entregó a uno de nuestros superiores, que seguramente la dio al cónsul de España en Panamá. La carta había acabado en el despacho de Franco".
Juan Carlos ha asegurado que volvió a reencontrarse con Zender quince años más tarde en un viaje oficial a Perú. "Mi corazón no dio un vuelco como la primera vez que la vi, pero me emocionó recordar aquella época bendita", ha explicado. El rey emérito ha relatado también algunos romances “castos” de juventud: un tonteo con la hija de un republicano —que escandalizó a ciertos mandos— y su amistad con la italiana Olghina de Robilant, vecina del conde de París en Sintra.
Asimismo, ha confesado haber estado secretamente enamorado de Elena de Orleans, tercera hija del conde de París, cuatro años mayor que él. En homenaje a ella, ha asegurado que dio a su hija mayor el nombre de Elena: "Mi hermana Pilar decía que yo tenía mucho éxito con las chicas, pero yo no lo comentaba. Sobre todo me gustaba divertirme y bailar, y los flirteos de la época eran muy castos: apenas nos cogíamos de la mano. Estaba secretamente enamorado de Helena, la tercera de los once hijos del conde de París, cuatro años mayor que yo. Un amor imposible. Su belleza me conmovía profundamente. Fue en su homenaje que di a mi hija mayor el nombre de Elena".
El libro ha recogido también el momento en que Franco, en tono serio, le sugirió que debía sentar la cabeza:"Un día, en medio de una conversación, Franco me dijo: 'Ha llegado el momento de que Su Alteza deje de retozar y se case'. Tenía 23 años y comprendí el mensaje. Era una época en la que uno se casaba joven". Y conocí a Doña Sofía…”. Poco después conocería a Doña Sofía, iniciando la relación que marcaría su vida pública y privada.
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