El condenado a prisión permanente revisable por matar a su padre, Héctor López Ferrer, ha tenido que ser hospitalizado de urgencia en un estado de extrema gravedad a causa de una brutal paliza. Los hechos habrían ocurrido dentro de la cárcel de Zuera, ubicada en Zaragoza, donde el recluso cumplía su pena.

Debido a su estado crítico, ya que sufre traumatismo craneoencefálico severo además de tener los ojos reventados y la mandíbula destrozada por los golpes, el presidiario ha sido hospitalizado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

Por su parte, la dirección de la prisión ha abierto una investigación para conocer todos los detalles de la agresión, que se ha confirmado por fuentes de Instituciones Penitenciarias y que ocurrió la madrugada del sábado al domingo.

Según informaciones recogidas por el Heraldo de Aragón y El Periódico de Aragón, el presunto agresor ha sido ya identificado y detenido. Se trata de un preso de origen rumano y de aproximadamente 30 años que compartía celda con la víctima y otro interno en la zona de enfermería de la prisión.

Previo a esta disputa que ha acabado en una grave agresión, Hector López habría tenido otro altercado con su compañero de celda con el que se encaró por golpear a otro recluso al que López defendía.

No obstante, algunas fuentes han asegurado que el presunto agresor argumentó cuando fue preguntado por los funcionarios que consiguieron reducirle que había agredido a su compañero sólo porque "creía que Héctor estaba armado con una navaja". Si López tenía en su poder o no dicha navaja es algo que los trabajadores no han podido confirmar. 

Tras la pela, el recluso herido ha sido trasladado de urgencia en una ambulancia al Hospital Clínico Universitario de Zaragoza, donde permanece ingresado en estado muy grave.

Era 'su sombra'

Según informan los periódicos locales, el presunto agresor era 'la sombra' del asesino. Un término utilizado en el argot penitenciario y que sirve para nombrar a una persona que ha sido designada para vigilar a un preso que se forma parte de un programa de prevención de suicidios, como es el caso de Héctor López.

El crimen de Héctor López

El pasado mes de febrero Héctor López, de 42 años, fue condenado por la Audiencia Provincial de Zaragoza a prisión permanente revisable por asesinar a su padre.

El jurado consideró en su veredicto que el acusado era culpable del asesinato, "con alevosía y ensañamiento", de su padre, Javier López Cebollada, de 71 años. Los hechos ocurrieron el 28 de junio de 2021 en la vivienda familiar del barrio La Almozara ubicado en Zaragoza.

Por su parte y en base a este veredicto, el magistrado-presidente del tribunal, Alfonso Tello, decidió imponer a López la pena máxima que permite el Código Penal: prisión permanente revisable. Un castigo que habían pedido también las acusaciones particulares formadas por la madre y la hermana del acusado. Además, una vez pronunciado el veredicto del tribunal popular, la Fiscalía se sumó a la petición.

Héctor López fue declarado culpable también del asesinato frustrado de su madre, María Pilar Ferrer de 67 años, y por ello fue condenado a 12 años más de cárcel.

Según el testimonio de la madre, la noche que su hijo mató a su marido, que en ese momento se encontraba en una situación física "especialmente desvalida y vulnerable", la mujer se había acostado pronto y les había dejado viendo un partido de fútbol de la selección española.

Sin embargo, tras escuchar un fuerte ruido y una discusión entre los dos hombres, se levantó y se asomó al salón para ver qué ocurría: Héctor se había colocado encima de su padre y no paraba de clavarle una navaja por todas partes del cuerpo, especialmente en la cabeza, el cuello y el tórax.

Más tarde, la autopsia confirmaría que le apuñaló hasta en 56 ocasiones, un dato clave para el veredicto del jurado que señaló que López actuó esa noche con "alevosía y ensañamiento".

Con la misma navaja hirió hasta en siete ocasiones a su madre mientras trataba de escapar, pero afortunadamente el asesino resbaló con la sangre que había en el cuelo la mujer pudo salir a las escaleras del domicilio y pedir auxilio a los vecinos.

Los miembros del jurado asumieron como cierta la tesis de los forenses de determinar que no actuó influenciado por el alto consumo de alcohol ni tampoco por el trastorno de personalidad paranoide que le fue diagnosticado en la cárcel, sino que durante el asesinato este sabía perfectamente lo que hacía y tenía un plan premeditado para acabar con la vida de sus padres.

Para llevar a cabo el plan, el día de los hechos les pidió a sus padres que volvieran del del apartamento de la playa que tenían en Castellón a través del chantaje emocional, usando la excusa de que le habían dejado solo en casa, se encontraba "muy mal" y necesitaba estar con ellos.