La Liga de Campeones, ese torneo que despierta pasiones y desata sueños en el continente europeo, sigue siendo coto de caza exclusivo del Real Madrid. El club blanco, con una historia que se entrelaza con la de la propia competición, ha vuelto a demostrar que su idilio con la 'Orejona' es más fuerte que nunca. En una final que se antojaba equilibrada, el equipo madrileño ha sabido imponer su leyenda y su experiencia para conquistar su decimoquinta Copa de Europa, un hito que reafirma su hegemonía en el fútbol de élite.

La primera mitad fue un despliegue táctico en el que el Madrid, más camaleónico que nunca, adaptó su juego a las circunstancias, mostrando la versatilidad que les había llevado hasta este punto. La fase de grupos perfecta, la superación de la confianza excesiva ante el Leipzig, la resistencia en el Etihad y la épica en las semifinales ante el Bayern, todo confluyó en una noche donde solo valía la victoria.

Poco, por no decir nada, importó que el Borussia Dortmund sometiera a los blancos en la primera mitad como hacía mucho tiempo que no ocurría en una final europea. El cuadro alemán perdonó y perdonó en los primeros 45 minutos. Disparó al larguero, se hizo pequeño ante un Courtois que es el temor de todos los delanteros europeos. Hicieron todo bien menos los metros finales. Menos los metros más decisivos. 

El Real Madrid, consciente de su papel como favorito, resistió con paciencia, sabiendo que su momento llegaría. Y así fue, cuando un córner ejecutado con precisión encontró la cabeza de Carvajal, quien, con un remate certero, envió el balón al fondo de la red. El lateral derecho, no habitual en la faceta goleadora, se convirtió en el héroe inesperado de una noche que quedará inmortalizada en la memoria de los seguidores madridistas. 

Con el marcador a favor, el Real Madrid gestionó el juego con la experiencia de quien ha estado en esta situación en incontables ocasiones. Kroos, Modric, Carvajal y Nacho, guiados por el espíritu de Gento, se acercaban al récord de seis Copas de Europa. Ancelotti, el arquitecto de la 'Décima', observaba desde el banquillo cómo su equipo se acercaba a la consagración.

Y prácticamente sin tiempo para digerir lo que había ocurrido. Lo que le ha ocurrido a tantos y tantos equipos en Europa. Lo que le seguirá ocurriendo a tantos y tantos equipos en Europa. Vinicius aprovechaba un error defensivo del Dortmund para certificar una nueva orejona. 

El pitido final desató la locura. El Real Madrid había logrado lo impensable: su decimoquinta 'Orejona'. Los jugadores se fundieron en abrazos, conscientes de que habían encumbrado una generación dorada y prolongado un ciclo glorioso. Wembley, una vez más, se rindió a los pies del 'rey' del fútbol europeo.

 

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