Por si existían dudas acerca del tiempo que algún gobierno iba a hacer una relación entre refugiados y los atentados de Bruselas, rápidamente se han disipado con lo que ha dicho en las últimas horas la primera ministra polaca, Beata Szydlo.

Según ha indicado, su país no puede permitirse acoger más solicitantes de asilo "en las circunstancias actuales". A su juicio "los Veintiocho de la Unión Europea acordaron resolver el problema de las migraciones a través de la reubicación, aunque tengo que decir claramente que en este momento no veo posible acoger inmigrantes en Polonia".

El movimiento estaba cantado puesto que, mientras el anterior Ejecutivo se había comprometido a aceptar más de 7.000 solicitantes, dentro del sistema de cuotas de refugiados establecido por Bruselas, tras la victoria de los ultraconservadores de Ley y Justicia el pasado octubre se esperaba un gesto de este tipo.

La excusa, a pesar de que en un primer momento Szydlo dijo que Polonia aceptaría hacerse cargo de la citada cuota asignada de refugiados aunque bajo ciertas condiciones, respetando así el compromiso alcanzado por el Gobierno anterior de la fuerza liberal Plataforma Ciudadana, llega a través de los ataques ocurridos en la capital belga.

No obstante, los ultras de Ley y Justicia, en las últimas semanas ya habían insistido en su disconformidad con ese compromiso y con la fórmula de la reubicación de los solicitantes de asilo procedentes de Siria y Eritrea, actualmente en campamentos de Italia y Grecia, impulsada por Bruselas como solución a la crisis migratoria.

Días atrás, el ministro de Exteriores, Witold Waszczykowski, recordó que los refugiados no quieren ir a Polonia y subrayó que, mientras los servicios sociales polacos pueden proporcionar alrededor de 100 euros al mes por persona, en otros países como Bélgica las prestaciones sociales ascienden a los 60 euros por día. Ahora, tras los atentados, el Gobierno polaco parece que ha encontrado el argumento perfecto que ratifica su propia ideología nacionalista y ultraconservadora.