A 48 días de que el circuito de Jeddah acoja su primera carrera de Fórmula 1, la organización sigue mostrando algunos de los detalles de cómo se encuentra el trazado, pero también se ha podido conocer cuáles serán las obligaciones que deberán cumplir los periodistas, trabajadores y espectadores.

Con el circuito a medio hacer, el GP de Arabia Saudí obligará a sus visitantes a cumplir con un código de vestimenta que generado bastante polémica en redes sociales. Unas reglas que afectan, sobre todo, a todas las mujeres que viajen al país del Oriente Medio.

Un usuario ha compartido la ropa adecuada que deberán llevar en el circuito. Mientras que los hombres no podrán ir sin camiseta, llevar camisetas sin mangas, pantalones cortos o pantalones largos rotos, las mujeres sufrirán más limitaciones para acceder a las instalaciones.

El GP de Arabia Saudí no dejará que las mujeres lleven camisetas sin mangas, vestidos, faldas, pantalones cortos, bikinis o pantalones largos rotos. Una decisión que ha levantado mucha polémica y con la que solo podrán acceder a ver la carrera de Fórmula 1 con vestidos que sean largos, "por debajo de la rodilla y con escote decente".

También se podrá ir con chaquetas, camisas y camisetas de manga larga y pantalones largos, en una iniciativa que pone en entredicho la libertad de los ciudadanos y con la que critican el modo de acción de la principal competición de automovilismo internacional.

No es la primera vez que la Fórmula 1 se convierte en un escaparate perfecto para que algunos de los pilotos protesten contra las decisiones políticas de cada país. El cuatro veces campeón del mundo, Sebastian Vettel, portó una camiseta en apoyo al colectivo LGTBI en los minutos previos a la carrera que se disputó en el circuito de Hungaroring en Hungría. Una imagen con la que reprochaba la actitud del Gobierno de Viktor Orban con las personas del colectivo.

El piloto británico Lewis Hamilton también ha sido uno de los conductores más activos en cuanto a la reivindicación de derechos fundamentales, como ocurrió durante el auge del movimiento Black Lives Matter y su gesto de arrodillarse en señal de protesta contra la violencia racista en países como Estados Unidos.